Mi Vecino, Mi Amor

Desde aquel día del incidente con María José, Monserrat y Diego no se habían vuelto a ver. Diego quería esperar por el divorcio y por fin lo había conseguido le pareció muy extraño que María José aceptara sin ninguna otra condición, ella le pidió algún tiempo para dejar el departamento, Diego acepto después de todo le tenía muchas consideraciones, María José dijo que tal vez regresaría al pueblo o se iría a provincia pues la vida en la ciudad no le había gustado, Diego le deseo la mejor de las suerte esperando que María José también encontrará el amor y poder conseguir la felicidad.

Teo cada vez estaba más cerca de Miriam había descubierto que ella había ingresado a México era muy probable que los estuviera buscando pero sabía que si iba con su madre quizá ella le volvería hacer daño a su que contrato algunos hombres por si ella llegara ir la intersectaran, su madre no debía descubrirla antes que él, en cuanto a Monserrat se había dedicado prácticamente al trabajo estaba por cumplirse el tiempo que ella y Teo habían fijado para realizar su divorcio después de todo solo era un matrimonio de apariencia pues lo habían realizado para que no le quitarán a Teo a su pequeño hijo, además Monserrat sabía perfectamente que Teo al encontrar a Miriam le pediría que fuera su esposa es lo que él estaba anhelando, Teo seguía profundamente enamorado de Miriam al igual que ella seguía enamorada de Diego aunque a veces pensaba que aunque se amaran quizá su destino era estar separados, Monserrat después de tanto trabajo salió de la oficina al parecer los demás empleados ya se habían retirado pues ya era muy tarde subió al elevador a toda prisa pues comenzó escuchar algunos pasos, las lámparas comenzaron a parpadear todo parecía una escena digna de una película de terror Monserrat volteaba de un lado a otro pero al parecer estaba sola ella trato de tranquilizarse pero por más que se repetía que lo que estaba escuchando era solo producto de su imaginación por un momento dudo de entrar al elevador pero las escaleras quizá eran una peor opción ya que estaba un poco oscuras y tendría que irse al otro extremo así que como solo le faltaban unos metros para subir al elevador aceleró el paso, Monserrat subió a toda prisa sin darse cuenta que alguien estaba en el elevador.

—¿Te encuentras bien?—

—¡Hay!, Pero que susto me has metido —gritó Monserrat a todo pulmón.

—Disculpa no fue mi intención, por lo visto escuchaste pasos y algunos ruidos extraños —

—¿Cómo lo sabes?—pregunto ella con cierta duda.

—Cuando llegué a trabajar aquí un día me quedé hasta muy tarde, créeme que me dieron muchas ganas de salir corriendo pensé que se trataba de un fantasma o algo parecido, pero uno de los intendentes me ha dicho que es el ducto del aire el cual hace ese ruido—

Monserrat aún tenía miedo, Diego se dio cuenta de eso y lo supo aprovechar muy bien se acercó a ella como si la estuviera protegiendo, Monserrat se sentía segura a su lado, los bajaron del elevador en el estacionamiento, Diego la miró a los ojos y fue inevitable perderse en los labios de ella era demasiada tentación que los beso, para Monserrat cada vez que tenía a Diego a si de cerca se dejaba llevar por sus sentimientos la razón estaba perdida, era algo más fuerte que ella, la mirada de Diego hacia que perdiera cualquier objetividad, el terminaba arrastrándola al deseo sin darse cuenta los dos estaban en el auto semidesnudos, Diego admiraba la hermosa anatomía de Monserrat como su cabellera cubría sus pechos perfectos, su piel suave y esa boca que lo embriagaba como un vídeo dulce, las manos de Diego recorrían la piel de Monserrat que se erizaba y temblaba, los ojos de Diego estaban oscurecidos por el deseo parecía un lobo hambriento y Monserrat quería ser devorada por él, los dos sucumbieron al placer, hicieron el amor el aquel auto dentro del estacionamiento sin importarles nada.