Para encontrar libertad a su calvario, Akela deberá luchar incluso con el vínculo de pareja que la une a un compañero que no la ama.
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Capitulo 17
Ni bien el Alpha se fue, Akela entro corriendo a la casa y cerro la puerta con seguro. Fue hasta su habitación, donde había un espejo de tamaño mediano, con sus puntas rotas, ella se observó en él, no se veía fea, se olfateó nuevamente y no sintió ese supuesto mal olor que decía sentir en ella el Alpha. De todas formas, no pudo evitar unas lágrimas de tristeza. Akela era un niña de pelo color fuego, tenía algunas pecas en su cara y ojos de color verde, nada en ella era la apariencia normal en un lobo, jamás ningún lobo habia lúcido como Akela. Su piel era blanca, pálida. Su cuerpo era delgado, pequeño, casi parecía frágil para ser una loba y sobre todo una loba Alfa, nada en ella parecía que esa era su categoría, cualquiera que la viera diría que era una omega o una simple humana. Los años de mala alimentación tampoco la habían ayudado a ser más grande y su falta de entrenamiento no ayudaba a su escasa masa muscular. Cualquier lobo a la edad de Akela ya habría estado entrenando hace años, el entrenamiento en los lobos, sea la manada que sea, era una parte fundamental. Ella limpió sus lágrimas y siguió con su día habitual, que consistía mayormente en atender su huerta, y cuidar sus flores. Por la noche, le pidió una vez más a la Diosa Luna que aquel alpha no sea su pareja destinada.
- Por favor Diosa, solo por una vez, dame algo que quiero. Quiero un mate que me quiera, que me proteja, que me acepte como su compañera. Poder buscar cobijo en una manada, quiero ser parte de una, no quiero más vida en soledad. Y quizás tener mi propia familia, con muchos cachorros a los cuales amaré con lo más sincero de mi corazón. Por favor Diosa, que él Alpha Kinnaman no sea mi pareja destinada, por favor, por favor.- Y repitiendo aquella palabra se quedó dormida. Akela deseaba, anhelaba con sus fuerzas encontrar a su mate, ser amada, pertenecer a una manada y tener muchos hijos, para formar aquella familia que le fue negada de niña. Eso era todo lo que quería. Desde sus nueve años, había soñado con su transformación y la posibilidad de encontrar a su mate, pero aquello dejo de ser un sueño y se convirtió en una pesadilla cuando se le puso al corriente de aquel presagio. Ella no volvió a ver al Alpha Kinnaman hasta sus quince años. Estaba en su huerta, arrodillada en la tierra cosechando su siembra, cuando sintió unos ojos posarse sobre ella. Aquella mirada parecía quemarla, Akela dejo todo y asustada giro su cabeza, pero en ese momento no vió nada. Kyle estaba escondido y de forma sigilosa la vigilaba, él había escondido su olor. Ella olfateó el aire pero no pudo sentir nada y siguió con su tarea. Al seguir sintiendo aquellos ojos posados en ella, se incorporo y con algo de miedo pregunto.
- Hay.. hay alguien ahí?.- Su voz parecía casi temblar, Kyle que la oyó desde donde estaba no pudo evitar un risa y entonces salió de su lugar. Ella se sorprendió mucho al verlo.
- Qué te pasa cerdita... tienes miedo? Pareces muy débil para ser una heredera alfa.- Él la miró con sarcasmo y al verla llena de tierra no pudo evitar largar una risa burlona. Akela tomo sus manos con nerviosismo, algo que el Alpha había notado que ella hacía cuando estaba avergonzada, nerviosa o temerosa.
- Ho...Hola señor.- Akela saludo en una actitud completamente sumisa, su cabeza gacha y en un estado de desconcierto, no entendía porqué él estaba allí.
- Solo pase pero... no debí hacerlo, veo que sigues siendo la misma sucia desagradable. Tú olor.. sigue siendo el mismo que hace años, eres un asco Akela. Aunque veo que estás más delgada. Lo cuál está bien, ya que tu cara... bueno.- Él dijo ésto y se acercó a paso lento hacía Akela, lo hacía solo para ponerla nerviosa y causar aquel efecto de miedo en ella. Akela estaba allí parada en medio de su huerta, con su pantalón y manos llenos de tierra. Al notar que él se acercaba, ella no pudo evitar tensarse. Aquel hombre le generaba no miedo, sino terror, uno enorme. Era como si su cuerpo reaccionara solo ante la presencia de él, el aura oscura que el emitía hacía ella, la hacía sentir aplastada. Él se acercó a ella y le hizo una seña con su mano para que salga de en medio de la tierra y se acerque a la entrada, Akela dudó pero lo hizo. Recordó la última vez que estuvo allí en su casa, decidió que aunque no quisiera lo correcto era invitarlo a tomar algo, después de todo se trataba de un Alpha importante.
- Gus.. Gusta tomar una taza de té?.- Ella hablo casi en un susurro, Kyle pudo oírlo y no solo eso, el temblequeo en su voz por el miedo, aquello parecía alimentar mas su ego. Y para desgracia de Akela acepto dicha taza. Ambos ingresaron a la casa, la cuál estaba igual que la última vez que él vino, solo que ya no había comida aborrotada luego de aquella visita, bajo la cantidad de mercadería y víveres que se le enviaban. Por suerte para Akela, contaba con su huerta, y había guardado varias latas de alimentos no perecederos, solo que está vez fue más astutas y las había escondido en el ropero de su habitación, de forma de que si aquel hombre regresará, no lo viera. El Alpha estaba contento pensando que aquella chica vivía con lo justo y quizás ni eso.
Akela estaba de espaldas, preparando el té y bocadillos. El Alpha la observó, ella estaba más grande, era claro que había crecido bastante, de todas formas le desagradaba. Él se acercó de forma sigilosa, sin que Akela lo notará, puso una mano en la cintura de ella. Akela se sobresalto, dió un pequeño grito y pego un salto por el susto.
- Shhh shh.- Ella se quedó como estaba con la vista al frente, de espaldas a él. Él seguía con su mano en su cintura, apenas apoyada, solo como para demostrar que él estaba allí detrás de ella. Akela se encogió de hombros y sus labios temblaban y entonces él le hablo casi en un susurro al oído.
- Akela, sigues siendo virgen? Espero que así sea, porque ya sabes.. no quiero mi mercancía dañada.- Él solo dijo ésto y se alejo, no necesito más y supo de inmediato el efecto que había causado en ella, al notar como los bellos de su nuca se erizaron por el sonido de su voz. Aquello le saco una sonrisa, le encantaba hacerla sentir mal e incómoda, temerosa y sumisa. Akela se quedó como estaba y no se movió hasta que sintió el sonido de la puerta abrirse y luego cerrarse. Recién ahí ella se giró y vió que aquel hombre ya no estaba en la casa, miró por la pequeña ventana y lo vió caminar hasta perderse en el denso bosque.
aunque me hubiese gustado que akela le diera esa tremenda paliza en público para que lo humillara delante de su manada 🤭🤭🤭🙏💐❤👍