En los misteriosos bosques del Imperio de Thaloria, Zaida despierta en un carruaje, sin memoria y rodeada de desconocidos. Pronto se encuentra en medio de una lucha por la libertad liderada por la valiente princesa Ariadne y sus caballeros.
Pero su destino toma un giro inesperado cuando Zaida encuentra un misterioso collar y libera a Anika, una poderosa bestia divina encerrada en su interior. A medida que la relación entre Zaida y Anika se desarrolla, enfrentarán desafíos y complicaciones, mientras Anika se convierte en una fiel sirviente de Zaida.
Mientras descubre oscuros secretos y poderes ocultos, Zaida atrae la atención de varios príncipes del reino, cada uno con sus propios intereses y motivaciones.
Nota: está es una historia que salió de mi cabeza xd, pero probablemente sufra modificaciones, aún cuando ya esté publicado (es que soy mujer y no sé lo que quiero jajaja) que la disfruten :)
Extra: Contiene imagenes para una mejor imaginación :3
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CAPÍTULO 16 - ATAQUE AL PALACIO..
En la tarde, William y Zaida se encontraban en el jardín, preparados para su sesión de entrenamiento. Los rayos del sol se filtraban a través de las hojas, creando un ambiente cálido y sereno. Mientras tanto, Anika, en forma de un pequeño pájaro, vigilaba desde la azotea, asegurándose de que no hubiera visitantes no deseados, como los intrusos de aquella noche.
—Recuerda mantener la guardia alta y los pies en movimiento, —animó William.
Zaida asintió, concentrada, y comenzó a imitar los movimientos de William, sus pasos ágiles y precisos. Los dos se movían en sincronía, como si estuvieran danzando, cada golpe y parry reflejando la confianza y la conexión entre ellos.
Tras varios métodos de entrenamiento, como espada y tiro con arco, William se preparaba para la prueba final de equilibrio. Zaida tenía que caminar sobre un palo suspendido por dos soportes a cada lado, llevando dos cubetas llenas de agua, una en cada extremo de un palo que cargaba sobre sus hombros.
—Este método te ayudará a fortalecer tus manos y mejorar tu equilibrio, —explicó William mientras Zaida se preparaba.
—¿Es realmente necesaria esta prueba? —preguntó Zaida, sintiendo ya el peso de las cubetas.
—Sí, es esencial, —afirmó William con firmeza.
Sin más opciones, Zaida procedió con la prueba. Avanzaba con cuidado, cada paso un desafío con el peso de las cubetas. A medida que llegaba a la mitad del palo, el equilibrio se volvía más difícil. Finalmente, el peso fue demasiado, y Zaida perdió el equilibrio. Las cubetas cayeron al suelo, y William se apresuró a atraparla antes de que cayera.
Ambos se miraron, sus corazones acelerándose. La cercanía entre ellos creó un momento de tensión palpable. William podía sentir el calor del cuerpo de Zaida contra el suyo, y su mirada se perdió en los profundos ojos de ella. Por un instante, todo a su alrededor se desvaneció, dejando solo la intensa conexión que compartían.
Zaida, por su parte, se sorprendió al encontrarse tan cerca de William. Sentía su respiración agitada y la firmeza de sus manos sosteniéndola. A pesar de la situación, una parte de ella no quería que ese momento terminara. Los sentimientos que habían estado surgiendo en su interior ahora eran innegables, y el corazón le latía con fuerza, casi como si fuera a estallar.
El silencio entre ellos se volvió cargado de significado, y parecía que el tiempo se había detenido. Sin embargo, antes de que pudieran reaccionar o decir algo, el sonido de pasos apresurados se oyó cerca del jardín, rompiendo la magia del momento.
Cecilia apareció junto con su sirvienta Livia, habiendo ordenado entrar por sorpresa. Los criados no habían advertido a William de la visita de Cecilia, así que su llegada fue inesperada.
—¡Príncipe William! —gritó Cecilia, sus ojos clavándose en la figura de William y Zaida en el suelo.
Zaida se separó de William rápidamente y se levantó, haciendo una reverencia hacia Cecilia. Cecilia, observándola con desdén, notó la cercanía que habían compartido.
—Cecilia, —dijo William, un poco sorprendido—. No esperaba verte aquí. —
— William, querido, quiero hablar contigo —
William señaló el cenador cercano, un elegante pabellón con una mesa redonda y asientos, ideal para una conversación tranquila. —Podemos hablar aquí. —
—Prefiero que hablemos a solas, —respondió Cecilia, su tono firme y mirando de reojo a Zaida.
William asintió, a si que ambos se dirigieron al estudio de William, Zaida comenzó a seguirlos, pero fue detenida por Livia, la sirvienta de Cecilia, y otra criada.
—Ellos hablarán de asuntos privados, —dijo Livia, bloqueando su paso—. No es necesario que escuches. —
Zaida no le quedó de otra que quedarse en su lugar, observando mientras William y Cecilia se dirigían al estudio. Las criadas la miraban con una mezcla de desprecio y curiosidad, asegurándose de que no se moviera.
Anika, desde su posición, observaba atentamente. Aunque en forma de pájaro, su lealtad y preocupación por Zaida eran evidentes. Sabía que Cecilia no traía buenas intenciones y se mantendría alerta para proteger a su ama.
Dentro del Estudio, Cecilia cerró la puerta tras ella y William, asegurándose de que estuvieran completamente solos.
—William, —dijo con voz suave pero firme—, No puedo evitar notar lo cercana que te has vuelto a esa sirvienta. No puedo permitir que esto continúe. —
—Cecilia, —respondió William, tratando de mantener la calma—, Zaida es más que una sirvienta. Al ser mi criada personal, tiene que tener habilidad en el combate. —
Cecilia, con su temperamento fuerte pero elegante, esbozó una sonrisa fría y calculadora. —William, querido, debemos casarnos pronto. Debemos estar preparados para cuando ascienda al trono tu hermano Remesis. Es una petición del Emperador. —
—El Emperador no tendría problema si lo retrasamos un poco, —respondió William, intentando desviar la conversación—. No es tan urgente el matrimonio. —
—Es algo más complejo que eso, William, —dijo Cecilia, sus palabras elegantes pero firmes—. Además, tener que mantener a esa sirvienta cerca es impropio de un Príncipe. Aléjate de ella antes de que cause problemas. —
William la miró con seriedad, consciente de la gravedad de sus palabras. La conversación continuó, llena de tensiones subyacentes.
***
Mientras tanto, en el palacio del Príncipe Rowan, la atmósfera era tensa. Rowan estaba furioso tras la expulsión de la doncella infiltrada. Su sirviente había sido enviado a investigar y ahora estaba de regreso con informes detallados.
—Mi Príncipe, durante la investigación, tengo entendido que tres mujeres inculparon a Indes, incluyendo a la sirvienta personal del Príncipe William, —informó el sirviente.
Rowan recordó a Zaida y su furia se incrementó. —¿Ella? —murmuró entre dientes, con el rostro crispado de ira.
A su lado, el Duque, su tío, intentaba calmarlo. —Rowan, lo que importa ahora es conseguir ese mapa cuanto antes, para que así pueda ser el siguiente Emperador.
—Todo esto fue culpa tuya, —dijo Rowan, señalando al Duque con rabia—. Tus hombres eran incompetentes. —
El Duque lo miró, sin comprender del todo. —¿A qué te refieres, Rowan? —
—Esos espías eran tuyos, —replicó Rowan—. Me diste gente inservible. —
—Los apresuraste, —respondió el Duque con calma—. Cuando se quiere algo rápido, siempre hay fallas. La culpa es tuya por querer todo tan rápido. —
Rowan cambió de tema, su rostro aún lleno de ira. —¿Cómo vamos a conseguir el mapa ahora? —
—¿Le entregaste el plano del palacio de William a Indes? —preguntó el Duque, evaluando la situación.
—Le di una copia, el original lo tengo yo, —
—Perfecto, —dijo el Duque—. Necesitamos más hombres. Es mejor que tú mismo entres por él. —
Rowan asintió, su mente ya maquinando el próximo movimiento. Así que empezó a planear su estrategia junto con su tío. Sabía que esta vez no podía permitirse ningún error.
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En la mañana, William estaba desayunando en el jardín del palacio, mientras detrás de él, Zaida esperaba cualquier indicación. El sol iluminaba suavemente el entorno, y el aroma de las flores se mezclaba con el de la comida fresca. Todo parecía tranquilo hasta que una figura alegre y conocida apareció en la entrada del jardín.
—¡William! —gritó Cassian, mientras se acercaba con una sonrisa radiante.
William levantó la vista de su taza de té, notando su llegada. Zaida, siguiendo el protocolo, hizo una reverencia.
—No es necesario que me saludes así, Zaida, —dijo Cassian con una risa ligera—. Somos amigos, ¿no? —.
Zaida sonrió ligeramente, sintiéndose un poco más cómoda, pero su alivio duró poco. William dejó su taza sobre la mesa con un golpe seco, interrumpiendo la conversación y haciendo que Cassian detuviera su risa.
—Es algo impropio, —dijo William con firmeza, su mirada fija en Cassian.
Cassian desvió la mirada y se sentó, sin querer aumentar la tensión. Luego, su mirada se dirigió a Zaida, haciéndole gestos inquisitivos sobre Anika. Zaida, entendiendo rápidamente, señaló con los ojos hacia el techo, donde un pequeño pájaro blanco descansaba. Cassian sonrió al entender que Anika estaba vigilando.
—¿Qué haces aquí en lugar de estar estudiando? —preguntó William, rompiendo el silencio.
—Vine a desayunar contigo, —respondió Cassian, con una sonrisa despreocupada.
Cassian hizo un gesto a Zaida, quien entendió y se dirigió a buscar comida para el nuevo comensal, osea, él. Mientras Zaida se alejaba, William lo miró con una mezcla de exasperación y afecto.
—Cassian, deberías tomarte tus estudios más en serio, —dijo William, aunque su tono era más suave.
—Lo haré, lo haré, —respondió Cassian, restándole importancia—. Pero también es importante disfrutar de la compañía de la familia —.
Zaida regresó con la comida de Cassian y la colocó sobre la mesa. Cassian le agradeció con una sonrisa, disfrutando del ambiente relajado del jardín. William, aunque aún preocupado por su informalidad, no pudo evitar sonreír ante su entusiasmo contagioso.
La conversación fluyó con naturalidad, con Cassian hablando sobre sus estudios y anécdotas divertidas, mientras William lo escuchaba con una mezcla de paciencia y diversión. Anika, desde su posición en el techo, observaba todo con atención, asegurándose de que no hubiera sorpresas desagradables.
Tras disfrutar de la compañía de su primo, Cassian se retiró por la tarde, despidiéndose con una energía característica. William decidió entonces retomar el entrenamiento con Zaida.
Ambos tomaron sus espadas de entrenamiento y se posicionaron para un duelo. William observaba atentamente cada movimiento de Zaida, corrigiendo sus posturas y técnicas. El sonido del metal chocando llenaba el aire, mientras el sol comenzaba a descender, bañando el jardín con una luz dorada.
Durante el duelo, Anika bajó del techo en forma de pájaro y se transformó en su forma humana. Solo Zaida podía verla.
—El palacio está siendo rodeado, —advirtió Anika en voz baja, solo audible para Zaida.
Zaida intentó mantener la concentración en el duelo, pero su mente estaba en cómo comunicarle a William lo que Anika le había dicho sin revelar la existencia de su amiga mágica. Si William sospechaba que Zaida tenía información secreta, podría pensar que ella era una amenaza.
Mientras Zaida buscaba una forma de alertar a William sin delatar a Anika, su concentración se desvaneció por un momento crucial. William, sin darse cuenta de la distracción de Zaida, lanzó un ataque rápido y preciso. La espada de entrenamiento impactó en el costado de Zaida, y ella cayó al suelo.
—¡Zaida! —gritó William, arrojando su espada a un lado y corriendo hacia ella.
William se arrodilló a su lado, sus ojos llenos de preocupación. —¿Estás bien? —.
Zaida, con dolor en el rostro, asintió débilmente. —Sí... estoy bien. —.
Mientras William la ayudaba a levantarse, Letio, el guardia de confianza de William, llegó corriendo, su expresión llena de alarma.
—¡Mi señor, el palacio está rodeado! —exclamó Letio.
Zaida se tranquilizó al saber que alguien más había descubierto la amenaza, pero también se preocupó, ya que significaba que el Palacio ya estaba completamente rodeado.
William se puso de pie de inmediato, su rostro endureciéndose con preocupación. —¿Quién se atrevería a intentar un ataque aquí? —murmuró, sus pensamientos yendo rápidamente hacia Rowan.
—Letio, haz lo posible por no dejarlos entrar, —ordenó William.
Letio asintió y corrió hacia las puertas para transmitir el mensaje. William se volvió hacia Zaida. —Debo proteger el mapa. Ven conmigo —.
Zaida asintió y corrió junto a William. Anika, mientras tanto, hizo aparecer mágicamente su armadura y espada. Zaida se dio cuenta de que Anika estaba lista para pelear y le hizo un gesto para que se detuviera, pensando que aún no era el momento adecuado de mostrarse. Anika, entendiendo, se tocó la cabeza con sus manos recorriendo su cabello y el tono blanco cambió mágicamente a negro. Esto sorprendió a Zaida, ya que nunca había visto tal cosa. Anika lo hizo para que William no la reconociera o sospechara de ella.
Mientras tanto, los soldados de Cassian, que ya estaban en el Palacio desde antes, también se prepararon para defender el Palacio de William. Letio intentaba regresar a William, mientras los soldados luchaban por mantener las puertas seguras.
William, con Zaida a su lado, llegó cerca de la cámara secreta donde se guardaba el mapa de la estrella de Thaloria. La tensión en el aire era palpable, y sabían que cada segundo contaba.
Después de unos minutos, los soldados de Rowan lograron entrar al Palacio. William comenzó a atacar a los soldados infiltrados. Letio, que había llegado de nuevo, junto con Zaida, se unieron a la lucha, intentando proteger a William, ya que era su obligación defenderlo a toda costa. Anika junto con otros soldados, empezaron a atacar a los soldados contrarios. William podía verla, pero no le dio importancia, ya que para el, todos ellos eran sus soldados. Anika pasó desapercibida.
Letio atacaba a los soldados, pero lamentablemente recibió un golpe que lo dejó tirado en el suelo. Letio estaba a punto de morir, pero Anika lo salvó terminando con la vida de aquel soldado. Letio le agradeció por la ayuda, pero Anika solo asintió y continuó peleando. Letio quedó impactado por su belleza. Sabía que había mujeres soldados con William, pero nunca se había fijado en ellas.
Zaida también atacaba, pero se vio rodeada por varios soldados. La atacaron y quedó en el suelo. Anika corrió hacia Zaida rápidamente, pero William la protegió de los soldados infiltrados. William constantemente protegía a Zaida, lo que la tranquilizaba.
De repente, se escuchó un grito. Era Rowan, entrando a caballo. Después de bajarse de su caballo, Rowan corrió hacia William y lo enfrentó. Ambos se atacaron ferozmente.
—¿Dónde está el mapa? —demandó Rowan.
—No te lo diré, —respondió William, lanzando un nuevo ataque.
Durante su pelea, Rowan se dio cuenta de que la doncella personal de William, Zaida, estaba allí. Intentó atacarla, pero William no lo permitió. Lucian, el guardia de Rowan, se dio cuenta de que Rowan intentaba atacar a Zaida, así que la atacó él mismo. Zaida se defendió y ambos comenzaron a pelear. William se preocupaba de que Zaida no pudiera defenderse, por lo que dirigía su mirada hacia ella para ver si estaba bien.
Rowan se dio cuenta de que William miraba a Zaida. —Así que al Príncipe, si le gustan las mujeres, —se burló Rowan.
William no respondió y siguió atacando con más fuerza. Rowan continuó burlándose. —Qué bajo has caído, —dijo Rowan con desdén.
La burla de Rowan solo hizo que William peleara con más determinación, lanzando ataques más feroces mientras intentaba proteger a Zaida y el preciado mapa de la estrella de Thaloria.
Está muy buena la novela
Autora usted es increíble, mis respetos por esta obra tan magistral, me encanta es tan entretenida, lleno de acción, incertidumbre, misterio, magia, amor, todo en un paquete y es digno de felicitarla,, es muy atrapante leerla, espero sigas siempre brindando increíbles obras, Saludos desde Paraguay!!