Adrían lo tenía todo lo que un muchacho de 19 años pudiera tener, belleza, protección y un futuro prometedor. Pero, sus hermanos lo traicionaron revelando que es gay a sus padres, sin contemplación lo expulsaron de la casa. No esperaban,sin embargo, que todo rastro de él desaparecería, como si nunca hubiera existido, sintiendo la culpa aplastarlos.
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La tarjeta de Judas
La sala se llenaba de luz mientras el sol de la tarde atravesaba los amplios ventanales de vidrio que proyectaban la sombra de un gran árbol de naranja sobre el suelo de madera.
Desde el sofá gris oscuro, Hector miraba a su hermana con una expresión preocupada. A través del cristal, la piscina brillaba quieta, unos trabajadores se encontraban transportando cemento para el mantenimiento de la infraestructura.
—¿Crees que encontraremos a Chris, algún día? —dijo Hector, sin apartar la vista.
Marisol desvió la mirada hacia las orquídeas blancas que adornaban la mesa de centro
—Estoy segura que si, nuestro hermano es muy intenso, por eso lo hallemos... recuerdas que hasta úlceras desarrolló por estresarse con sus estudios —respondió, sonriendo.
Conocía a Adrián demasiado bien. Él escogió una carrera complicada para estudiar, nadie lo obligó. Podría sacar fácilmente su título en una Universidad de Garage como le dicen a aquellas que practicamente "regalan" el título universitario.
— No entiendo tu punto. Espetó Hector.
— Es obvio que se esconde de nosotros, Lucas lo vio, no creo que lo haya inventado. Pero su inquietud, lo hará salir de donde esté.... No podrá permanecer en ese lugar, tramitará una beca, o comenzará a estudiar de nuevo, algo hará y necesitará identificarse
Héctor, se quedó en silencio, como procesando lo que su hermana le estaba diciendo, existía la posibilidad de rastrear su paradero.
Los negocios de su padre lo perturbaba, él sabía en qué estaba metido el viejo, pero verlo era diferente.
Entonces Marisol, rompió el silencio que reinaba entre ellos.
— Nuestra madre, siempre nos dijo que es mejor llorar en una mansión que en una choza. Me extraña que Chris haya preferido vivir en la pobreza que acercarse a nosotros.
Ella jugaba con su largo cabello, mientras observaba a los trabajadores a través de los amplios ventanales de vidrio.
— ¿Y si es mejor, vivir tranquilos? Preguntó Hector, aún sin poder procesar completamente lo que vivió con su padre.
Marisol, sonrió a carcajadas y señaló hacia los trabajadores — Te ves moviendo esas pesadas bolsas en este caluroso día. ¿En serio Héctor‽
Héctor, desvió la mirada hacia el suelo, se sintió humillado, la respuesta era mas que obvia para ambos.
—¿Cómo puedes ser tan frívola? —preguntó Héctor
Ella respondió — Ya ves — tratando de mostrarse fría y calculadora.
Marisol y su madre en las visitas a la casa de la abuela materna, siempre escuchaban la misma cantaleta "No se casen con hombres pobres, al final todos los hombres son unos desgraciados"
Resulta que en su juventud, la abuela era una mujer muy hermosa, pretendida por dos hombres: Un rico hacendado que la adoraba y otro hombre que solo a veces conseguía trabajo. Resulta que por amor, escogió al segundo. Meses después de casada, el hombre que antes se comportaba dulcemente, la golpeaba y se emborrachaba.
Al hombre, no le importó si comía o no su familia. Por años siguieron en esa espiral de violencia. Hasta que un día el hombre cayó gravemente enfermó y falleció producto de una complicación por su abuso con el alcohol.
La abuela nunca se perdonó por elegir a este hombre y desde entonces se juró, que si tenía una hija le diría que no escoja según el corazón, sino a alguien que le ofrezca un lujoso estilo de vida.
Marisol había aprendido bien la lección. Quizás demasiado bien.
El sonido insistente del timbre, interrumpió la conversación entre los hermanos. Hector abrió la puerta y recibió el paquete: Era una nueva tarjeta de crédito, cortesía de su padre. Meses antes hubiera sido para él, lo mejor del mundo, pero ahora se sentía sucio. En el fondo ¿Era lo que quería no?
Esta tarjeta, sin embargo, le recordó el incidente con el distribuidor torturado por su padre, sintió que era como una especie de compensación de su padre o tal vez un recordatorio de cómo él debía manejarse para tener su aprobación. Luego estaba la culpa que sentía por la traición a Chris. Al recibirla, se sintió sucio y un pensamiento cruzó por su mente. "Tal vez, así Judas se sintió"
Lo que mas le molestaba a Hector, era la hipocresía de todos con él, se lavaron las manos, nadie hizo nada para impedir o ayudar a su hermano. "Todos ellos eran culpables", pensaba él.
Dio una mirada a Marisol y se subió para su cuarto, luego abrió la puerta de su habitación y arrojó la tarjeta sobre la mesa, fue directo al baño a lavarse obsesivamente las manos, el objeto que antes era lo que mas deseaba se convertía en símbolo de lo que había hecho.
Mientras tanto, en otra parte de la casa, su padre jugaba despreocupadamente con Don Ramón.
Ambos hombres se encontraban jugando en una mesa de ping - pong de color azul oscuro, colocado en el centro de una habitación de baldosas claras, de color beige, a la derecha de la mesa se encontraba una escalera llamativa y moderna, con escalones de madera y una barandilla de cristal transparente.
Las paredes de un tono hueso, lo que ayuda a que el lugar se vea luminoso y espacioso. En la parte de atrás y hacia la izquierda, hay varias puertas de madera oscura que añaden un toque sofisticado al ambiente.
La pelota rebotaba sobre la mesa de ping pong instalada en la habitación. Don Ramón, con la camisa arremangada y una sonrisa ladeada, devolvía cada golpe con una habilidad que desmentía sus años.
— Sabes, ¿Cuál es el chiste de nuestros negocios, Don Justiniano?
— A ver, suelta de una vez lo que tienes que decir— respondió Justiniano, que no le gustaban las indirectas.
Don Ramón con una sonrisa, agregó — Ir de viajes al extranjero, comprar bolsos caros a nuestras esposas y enviar a Disney a nuestros hijos — agregó después de una pausa — Lo que me preocupa son tus negocios, se han extendido tanto, que incluso los tienes en los propios Estados Unidos.
— Necesito limpiar el dinero, es cada vez más difícil, por el aumento del efectivo — explicó Justiniano.
—Has ido demasiado lejos, sabes que si te metes con el sistema financiero de ellos... —Don Ramón hizo un ademán con la mano, como si apretara una garganta invisible— Los Yankees no dudarán en cortarte la cabeza.
—Tengo cuidado— espetó sin mucho convencimiento Don Justiniano.
—Te digo como amigo — secando su sudor con un pañuelo blanco — Nuestros socios se están poniendo nerviosos y por favor recuerda el punto de hacer estos negocios.
Muy lejos y ajeno a todo se encontraba Chris... terminó de leer el último de los libros de la casa de Florencia, incluyendo los viejos periódicos y tal como dijo Marisol, su mente comenzó a inquietarse. Aún no sabía exactamente qué hacer para avanzar, pero algo haría.