¿Que tanto impacto puede hacer un crucigrama en la vida de las personas?
Guillermo es mujeriego, las mujeres no le duran más de dos meses, salvo Elisa, con quien tuvo una relación de casi un año.
un amigo en común parece encontrar la medicina para los dos.
¿Podrá el crucigrama hacer cambios en Guillermo?
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Año nuevo en China
El restaurante ha atendido con regularidad a todos sus clientes, Guillermo ha logrado superar su mal temperamento cada vez que sus ojos cruzaban con los de Elisa. Cada vez que eso ocurría el chef le daba palmadas sobre su hombro, era una manera de felicitarlo por su buen trabajo en el dominio de los celos.
Elisa por su parte, se sentía intimidada, la mirada de Guillermo cambiaba, ella ha percibido miradas cargadas de celos, de hambre, hombre dominante y conforme fue avanzando el día, y fue llegando la oscuridad esas miradas se tornaban cariñosas, tristes, arrepentidas, pedían clemencia y hasta un vuelve. Al parecer, el cansancio ha contribuido con ese dramático cambio que hacía temblar un poco a Elisa.
A la noche, todos los trabajadores tenían su hora de descanso para que se arreglen y festejen año nuevo. Guillermo y Elisa subieron hasta su cuarto para refrescarse y estar bien arreglados, Elisa doblaba con esmero el vestido rojo de algodón cuando Guillermo no pudo más.
-Estas jodidamente sexy. – lo soltó sin más.
- Disculpa. – para Elisa fue una ofensa, lo miró mal.
- Ese tono de rojo, en seda y ese corte, me has cabreado todo el día. -libera todo lo que tiene en mente.
- Siga cabreando, no me lo pienso quitar. – Elisa fue cortante.
- ¿De dónde salió ese vestido? – su entonación está cargada de celos y tiene los brazos cruzados.
- Asunto mío. – lo ignora mientras guarda el vestido de algodón.
- ¿Porque has comprado un vestido tan caro? ¿No sé supone que ese dinero era para retornar a casa? – le cuestiona.
- Soy mujer, soy humana, tengo caprichos que satisfacer. – le responde con sarcasmo.
- Entonces, ¿Quién te lo regaló? En China eso es coqueteo. - no es tonto, conoce a Elisa bastante bien y también conoce la cultura China.
- ¿Me está controlando? ¿Con que derecho me está celando?
- Soy hombre, soy humano, amo las mujeres, y más cuando visten tan sensuales. Este tono de rojo es una autentica tentación– su voz está en tono seductor.
- No quiero discutir. – ella le da espalda.
- Si no fuera por la fiesta, yo te hago mía. – da un paso hacia Elisa.
- No me toques, ya fui objeto de burla en sus manos. – Elisa está temblando, ese tono de voz es su debilidad.
- Yo si lo vuelvo hacer. - da otro paso y está bastante cerca de Elisa – soy de carne, tengo hormonas y necesito de una mujer.
- Pues conmigo no. – Elisa lo encara.
- Ayúdame Elisa. Llevo meses aguantando. - Guillermo está despertando de su abstinencia.
- Pues aguanta. – lo ataca con una fuerte mirada y voz tensa.
- Lo hicimos tantas veces ¿Qué será una vez más? ¿Qué pierdes tú? ¿Qué gano yo?
- Arréglate, será mejor. – dicho esto, Elisa se fue.
Guillermo debe enfriar su cuerpo, Elisa lo ha puesto en modo fuego, ha despertado su lado salvaje y lo dejó con las ganas. Él quería estar con Elisa, le importa un rábano la fiesta de Año Nuevo, está con las hormonas sexuales revueltas, estar con Elisa era una necesidad. Era urgente tocar piel, unir su cuerpo con otro, sentir el cantar de una mujer siendo satisfecha, sentir la satisfacción de haber descargado pasiones y sobre todo con Elisa.
Perezosamente, Guillermo se prepara para la fiesta, a él le han regalado un traje rojo en seda, está cansado, prefiere dormir, pero Elisa no puede quedar sola, eso lo puso en modo de alerta.
Él bajó a la fiesta y todos estaban en un ritual, cada trabajador enciende su farolillo de papel después de haber dejado un deseo. Elisa pidió como deseo volver a casa y disfrutar más de la compañía de la familia, encendió su farolillo y lo dejó ascender. Cuando llegó el turno de Guillermo, su deseo fue ser feliz con Elisa, no pensó en su madre que está delicada, no pensó en su padre, Gary le daba noticias, pero poco le importa, ni siquiera pensó en la empresa o en tener dinero, solo pensó en Elisa, pensó en rehacer su vida.
A Guillermo no le gusta el ritual chino, prefiere tomar, y tomó dos copas y dejó el alcohol, pues estaba haciendo efecto, Elisa lo ve mal, le dicen que solo tomó dos copas con el dueño y se puso así. Ella lo tiene que llevar a la habitación, Guillermo sube pausadamente las escaleras, se siente muy mareado, lo suficiente para no ver los escalones en su lugar, es como si estuviera saliendo del agua, las ve moverse, y para no empeorar la situación, cierra los ojos y sube con más confianza teniéndose de Elisa.
Elisa se adelanta para abrir la puerta y mientras espera a que Guillermo llegue, ella despliega el petate, la cama para ellos y lo pone al suelo para que duerma Guillermo. Él toma la mano de Elisa.
- Suelte mi mano. – ella se queja.
- Necesito refugio, necesito dar adoración. – Guillermo hablaba a lo cómo puede.
- Estas borracho y ni sabes lo que dices. – le recalca.
- Para dar adoración, se necesita un templo. – explica.
- Si, pero estás borracho y de todos modos no te dejarían entrar por tu estado.
- No entendiste ¿Verdad? – pregunta Guillermo sin soltar la mano de Elisa.
- Estás borracho.
- No del todo, estoy mareado nada más. Necesito refugiarme en el templo y dar actos de adoración. Eso quiere decir que tú eres el templo, tú eres mi refugio, y los actos de adoración es la intimidad, es decir la unión de los cuerpos, eso que lo hace tan especial, tan sacro cuando se ama. – Guillermo no titubea, es cuerdo todavía al hablar.
- No, Guillermo. Yo nunca fui algo para ti, menos ahora que estás borracho.
Guillermo jala del brazo a Elisa, haciéndola caer a su lado.
- ¡Qué tosco eres! – ella reclama.
- Llevo mucho tiempo que no doy actos de adoración al templo. Tengo pecados que limpiar. Ayúdame Elisa, quiero estar limpio de todo pecado, refugiarme. – le insiste.
- Das pena, Guillermo. El templo está cerrado. – Elisa corta la conversación.
- No te preocupes yo tengo la llave, yo solo te daré un acto de adoración.
- Suéltame. – Elisa intenta zafarse del agarre de Guillermo.
- Elisa. No te has dado cuenta de que no estoy borracho, que todos fue una escena mía.
- Eres un imbécil. – quiso cachetearlo.
- Y tú tan Santa. – esquiva la mano de Elisa y se levanta. – llevo semanas deseando tu cuerpo, al dormir te siento, tu cuerpo reacciona al sentir el mío, tus quejidos como reacción al estímulo.
- ¡Que! – Elisa está aterrada.
- Al moverme, choco contigo, siento tu piel y me enciendes. Tú, inconscientemente reaccionas, tus ruidos casi gemidos de como cuando uno sueña con intensidad algo que le gusta.
-No es cierto. – ella se lava las manos.
- Estás dormida, no lo puedes sentir y menos escuchar. Eso te sucede cuando estás en fase REM. Eres mi delirio, eres mi perdición, eres tantas cosas, eres todo, Elisa.
- No hay reconciliación. Me has marcado.
- Te marqué para que todos sepan quién es el dueño. He marcado a tantas mujeres, que solo una me ha dado satisfacción. Elisa, quiero darte un acto de adoración con ese motivo.
- Primero muerta, que volver a caer.
- Muramos los dos porque sola ni al cementerio irás.
- ¿Me estás intimidado? - ella tiembla al sentir a Guillermo tan cerca y que le hable con ese tono tan seductor.
- Tómalo como quieras. De todas las mujeres vista en China, solo a ti te mirando, solo a ti te deseo. He cambiado Elisa, ese accidente me ha hecho nuevo. Elisa volvamos a intentarlo. - lo intenta una vez más.
- No quiero. - ella se mantiene firme.
- Quiero rehacer mi vida, quiero ser feliz, quiero casarme, quiero hacer mis hijos contigo.
- No Guillermo. – a ella le aterra la idea de volver con él
- Yo sí quiero. Quiero todo contigo. – Guillermo avanza un paso más hacia Elisa – quiero volver a empezar. Volver a amar, amar de verdad.
- Eres mujeriego. - le tira en cara.
-Ya te dije todo lo que tengo a decir. Quiero que seas mi esposa, quiero que mis hijos se formen en tu vientre. Yo sí quiero.
Guillermo ya no sabe qué hacer para convencer a Elisa.