Sofía es una joven que ha crecido en la soledad de la orfandad, enfrentándose a una serie de tormentos internos que la han marcado desde su infancia. En su búsqueda de pertenencia y amor, se cruza con Lucius, un enigmático hombre que posee una esencia sombría y que, a lo largo de su vida, jamás ha experimentado la calidez de los sentimientos. A medida que sus caminos se entrelazan, Sofía se enfrenta al desafío de luchar contra la atracción que siente hacia él y las sombras que parecen rodearlo. ¿Podrá encontrar la fuerza necesaria para resistirse a su cautivadora belleza y, al mismo tiempo, desentrañar los misterios de su alma oscura, o sucumbirá a su hechizo, perdiéndose en el abismo de su atracción?
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engaño
Era un secreto que todos conocían pero que nadie se atrevían a mencionar: el duque había estado, durante las últimas semanas, ocultándose en una acogedora casa situada en lo profundo del bosque que rodea su mansión. Además, se rumoreaba que cada noche disfrutaba de placenteras veladas en compañía de una misteriosa mujer. Sin embargo, ella no se sentía en condiciones de comentarle nada a Sofía, ya que temía que la revelación de esta información pudiera conducir a una separación entre el duque y ella.
Al parecer, el duque se encuentra ocupado atendiendo algunos asuntos relacionados con su negocio, comentó la empleada, tratando de distanciarse de la situación.
¿Pero qué tal si le ha pasado algo? ¿No sé, un accidente o algo así? preguntó Sofía, preocupada.
¡Por Dios, señora Sofía, ni se le ocurra decir eso! respondió la empleada, alarmada.
Sofía se dirigió hacia su habitación, sumida en la confusión sobre lo que sucedía con su esposo. La inquietud la mantenía despierta, por lo que decidió salir a la terraza para tomar el aire fresco de la noche. Desde allí, observó cómo una carreta se adentraba en el bosque, y sin darle muchas vueltas a la situación, se puso apresuradamente su bata. Sin detenerse a pensar, salió corriendo, notando que ya era medianoche y que a su alrededor no había alma viva; todos los empleados se encontraban en sus habitaciones, profundamente dormidos.
Dudando en salir de casa, camino de un lado a otro en el pórtico, reflexionando sobre la situación. Sin embargo, la curiosidad pudo más y decidió salir tras la carreta.
Las marcas dejadas por las ruedas en la tierra hicieron que no fuera complicado seguir su rastro.
Sofía salió de casa sin calzado, lo que la llevó a caminar con cautela para no lastimarse los pies. A medida que avanzaba, vio cómo una elegante carroza se alejaba, y su interior estaba vacío, a excepción del conductor que la guiaba.
Decidió entonces esconderse entre los árboles para evitar ser vista y continuó su camino. Tras avanzar un poco más, se encontró con una pequeña casa de madera. Aunque era de tamaño reducido, la construcción desbordaba lujo y elegancia, lo que le llamó poderosamente la atención.
Sofía se acercó a la ventana y se asomó, pero la oscuridad de la noche le impedía ver lo que sucedía. Frustrada, decidió abrir la puerta, y fue en ese instante cuando comprendió por qué Lucius no había regresado a dormir con ella esa noche.
Sus ojos se encontraron de inmediato con Lucius, quien estaba sentado en un sillón. Lo que más la sorprendió fue la mujer que, vestida muy poca ropa, un peinado extra bajate , estaba sobre él, besándolo con intensidad.
El corazón de Sofía se hundió al ver aquella escena. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y aunque no podía entender del todo lo que estaba ocurriendo, presenciar a Lucius tan cerca de otra mujer la llenó de un profundo dolor. La tristeza y la conmoción fueron tales que, en su estado de shock, rompió un jarrón que estaba justo detrás de ella, el sonido del vidrio al quebrarse resonó en la habitación.
Lucius la observó intensamente. Aunque nunca antes había visto a Sofía, esa imagen de ella con lágrimas en los ojos le transmitió con claridad su identidad. Había algo en su mirada que resonaba profundamente en él, un reconocimiento instantáneo que lo dejó perplejo.
De repente, Sofía dio la vuelta y salió corriendo del lugar, su corazón latiendo con fuerza. Lucius, al darse cuenta de que ella se alejaba, comenzó a seguirla quitando ala mujer de encima de el. Gritó su nombre con desesperación, intentando alcanzarla mientras corría, pero su apuro lo llevó a tropezar en varias ocasiones. Cada caída era un torbellino de emociones, amplificando su deseo de no perderla de vista, sabía que si ella hablaba con alguien el lo perdería todo.