La Aventura Zodiacal (LA Sociedad Del Poder)

LEO:

Ingresamos por la puerta, justo antes de que se cerrara. Miré hacia atrás, esperando ver a los guardias venir tras nosotros, pero eso no sucedió.

—Si se preguntan qué ocurrirá con esos oficiales, volverán a su estado normal, sin darse cuenta de habernos abierto la puerta—explicó el demonio.

—¿Seguirás aquí?—preguntó Ofiuco, con el ceño fruncido. Pensaba que ibas a regresar al infierno después de ayudarnos.

—Estoy aquí para ayudar a una sola persona—se limitó a responder, sin mirarnos—Sigamos. Aún nos queda mucho camino por recorrer.

Observé a mi alrededor, antes de comprender dónde estábamos. Parecía ser una enorme plaza cuidada. Por todas partes había personas caminando con sus hijos o parejas, y se veían muy felices en su día.

Afortunadamente, por el momento nadie parecía sospechar de nosotros ni intentar atacárnos, lo cual era positivo.

—¿De esto es de lo que nos habló Hiro ¿verda?—pregunté, frunciendo el ceño.—La zona donde la gente con poder puede llevar una vida tranquila. Adultos, jóvenes, estudiantes, embarazadas...

—Sí, es aquí—confirmó Hector.—Tenemos que atravesar todo este lugar para llegar a donde está encerrado el abuelo.

0Mientras caminábamos, me di cuenta de que varias personas nos observaban con una mirada extrañada, como si empezaran a sospechar que éramos intrusos. Sin querer, aceleré el paso, deseando salir de allí lo antes posible.

—Relájense—nos pidió Hugo, si parecen nerviosos y actúan de forma sospechosa, ahí es cuando pensarán que algo anda mal.

—Además, les tomará, como mínimo, varias horas informar a las autoridades de nuestra presencia aquí —continuó Hector—. Todo estará bien...

—¡Llamada a todos los capitanes, tenientes y humanos de la Sociedad de Poder!—gritó una voz en el aire—. ¡Se les informa que ha habido un grupo de intrusos que se ha infiltrado en la Sociedad de Poder! ¡Si ven a alguien sospechoso, quédense a salvo y avisen a algún capitán o teniente! ¡Intentaremos solucionar el problema lo antes posible!

Tras oír ese mensaje, todas las miradas se volvieron hacia nosotros, mirándonos con aún más desconfianza. Cáncer se rió nerviosamente, mirándonos fijamente.

—Creo que nos descubrieron—susurró.—¿Tú 'crees'?—preguntó Hugo, suspirando.

—¡Son ellos!—gritó una mujer, asomándose por la ventana de su casa—¡Vivo aquí desde hace más de diez años y conozco a todo el mundo! ¡Esos son los intrusos!

Di un paso atrás, intentando idear un plan. Según Hiro, esos eran los individuos que residían en los alrededores del lugar donde Sao estaba recluido. Puede que no sean tan poderosos como los capitanes o sus lugartenientes, pero eso no restaba el hecho de que eran enemigos fuertes e inteligentes.

—¡Todos, detrás mío!—gritó Jax, mientras sus manos empezaban a arder.

—¡Espera!—protesté—¡Ellos no son nuestros enemigos! No podemos hacer daño a gente inocente.

—Pero ellos nos ven como enemigos—argumentó Jax, mientras sus manos recuperaban su aspecto normal—Si no hacemos nada, nos matarán.

—Solo obedecen las órdenes que recibieron—me secundó Sagitario—¿No podemos simplemente pasar sin causar daño alguno?

No tuvimos tiempo de planear una mejor estrategia, ya que los ciudadanos nos estaban atacando. Permanecí inmóvil. No fue hasta el último instante que sentí que alguien me tomaba de la mano. Al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que estábamos sobre el tejado de una casa, observando todo desde arriba.

—¿Cómo es posible...? —Escorpio calló, antes de mirar a la chica—.¿Fuiste tú quien nos transportó, verdad?—le preguntó a Piscis.

La chica asintió, respirando con agitación.

—¿Estás bien?—preguntó Hector con preocupación.

Seguramente ella ha estado teleportándose sola. Es la primera vez que lo hace en grupo, por eso está cansada—explicó Hugo, mientras seguía buscando a las personas que los seguían, en vano.

—¿Cómo haremos para llegar al otro lado?—preguntó Virgo, tocándose la barbilla—.Ellos no deben vernos...

El chico se quedó callado un momento, antes de tomar una larga inspiración.

—Siento que voy a acabar como Piscis, pero es nuestra única opción.

Virgo se acercó a Aries, la más cercana a él, antes de tocar su frente con el índice y el medio. Al instante, la chica desapareció, dejándonos a todos boquiabiertos.

Puedo hacer que algunas personas se vuelvan invisibles conmigo—explicó el chico—. No sé cuál es el límite, pero espero que quepa todo el

Dos minutos después, todos éramos invisibles. Podíamos ver a los ciudadanos y a los demás chicos, pero estaba seguro de que los habitantes no nos podían ver.

—¿Cómo bajamos?—preguntó Capricornio, dándose cuenta de que estábamos en el techo de una gran casa.

—Yo me encargo—nos tranquilizó Piscis, antes de volver a sentir cómo algo la jalaba desde el ombligo hasta el suelo.

Al abrir los ojos, ya estábamos en el suelo. No pudimos celebrar mucho, porque Piscis perdió el equilibrio y se habría caído de bruces si no fuera por Cáncer, quien la atrapó en el último momento.

—¡Estoy bien, estoy bien!—susurró con los ojos cerrados—.Solo estoy un poco mareada.

Acuario se acercó a ella, la tomó del otro brazo y comenzaron a caminar juntos como Cáncer.

—¿Cómo hiciste para que tu mano se incendiara?—le pregunté a Sagitario, recordándome lo sucedido cuando nos atacaron.

El demonio lo observó por largos segundos, antes de mirarme a mí. Unos segundos después, miró al vacío, para luego susurrar algo ininteligible.

—Debemos seguir—nos recordó Hugo, mirándole con curiosidad a Piscis.

Asentimos, antes de continuar caminando. La gente a nuestro alrededor no parecía darse cuenta de nuestra presencia, lo cual era una excelente noticia. La mayoría de ellos habían vuelto a sus tareas diarias, mientras que muy pocos seguían mirando a su alrededor, como preguntándose si habían soñado o realmente nos habían visto.

—Parece que se olvidaron de nosotros—se alegró Sagitario, caminando hacia atrás mientras nos miraba con una gran sonrisa—. Solo tenemos que seguir caminando silenciosamente y...

El joven no completó su oración. Al instante, su cabeza impactó contra un poste, causando un fuerte ruido. No tuve oportunidad de preguntarle si se encontraba bien, ni siquiera de reírme, pues todas las miradas se volvieron hacia nosotros.

—No se alarmen—susurró Virgo.—Seguimos siendo invisibles.

—Qué alivio—susurró Sagitario, con gesto de fastidio, frotándose la frente con una mano.

Aceleramos el paso, deseando escapar de ese lugar lo más rápido posible. Solo a varios metros de distancia pude soltar la risa contenida, al ver a mi amigo rascándose la cabeza con expresión de dolor.

—Creo que a tu amigo se le 'reinició' el cerebro"—me informó el demonio, con una expresión preocupada.

—¡Bah!, Sagitario es duro de roer.—Ofiuco lo tranquilizó encogiéndose de hombros—.Aunque el golpe que tu cabeza dio contra el poste fue bastante fuerte. ¿Seguro que estás bien?