En una sociedad donde los alfas dominan en todos los aspectos, dos poderosas familias están en una lucha constante por el control económico y político de la nación. Sus herederos, Leonhard y Viktor, son ambos alfas reconocidos, cada uno con su propio imperio y legado, decididos a mantener sus territorios y el honor de su linaje intacto. Sin embargo, un repentino acuerdo entre ambas familias los obliga a un matrimonio de conveniencia, poniendo a prueba sus límites, ambiciones y emociones.
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Capítulo 16: El Primer Encuentro Obligado
El compromiso entre Leonhard Blackwood y Viktor Ivanov no solo marcaba una alianza entre dos de las familias más influyentes, sino también un cúmulo de desafíos que ambos debían enfrentar. Apenas unos días después de la cena, llegó la primera prueba real de su "unión": asistir juntos a un evento benéfico organizado por una de las organizaciones más importantes de la ciudad.
El evento, un baile de gala en beneficio de la educación, era el tipo de escenario que ambos conocían bien. La alta sociedad estaría allí, ansiosa por observar cada detalle de su interacción. Las expectativas sobre ellos eran altas, y tanto Leonhard como Viktor sabían que un error podría alimentar los rumores que sus familias tanto se esforzaban por evitar.
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Viktor llegó al evento con su característico porte seguro. Vestía un traje negro con detalles plateados que complementaban su piel clara y el brillo en sus ojos. Al entrar al salón, todas las miradas se posaron en él, pero él no se inmutó. Había nacido para atraer atención, y ese era un papel que desempeñaba a la perfección.
—Siempre buscando ser el centro del universo —comentó una voz baja pero firme detrás de él.
Viktor se giró con una sonrisa ladina al reconocer a Leonhard, quien acababa de llegar. El traje oscuro y el porte impecable del heredero Blackwood emanaban una autoridad natural, como si el resto del salón desapareciera ante su presencia.
—Leonhard. Qué gusto verte. Llegas justo a tiempo para compartir el protagonismo —respondió Viktor, inclinando ligeramente la cabeza, fingiendo una cortesía que ambos sabían que no era sincera.
Leonhard lo ignoró y caminó hacia él, deteniéndose a su lado. Aunque ambos mantenían una distancia prudente, la proximidad era suficiente para transmitir una tensión electrizante.
—Estamos aquí para representar a nuestras familias, Viktor. Intenta comportarte, si es que puedes.
Viktor dejó escapar una breve risa y se inclinó ligeramente hacia Leonhard, lo suficiente como para que solo él pudiera escuchar su susurro.
—¿Preocupado por lo que la gente piense, Leonhard? Qué interesante. ¿O será que temes perder el control?
Leonhard lo miró de reojo, sus ojos grises brillando con una mezcla de molestia y desafío.
—El único que parece perder el control aquí eres tú. Recuerda que estamos en público.
Antes de que Viktor pudiera responder, una mujer se acercó a ellos con una sonrisa radiante. Era una conocida socialité y organizadora del evento.
—Señor Blackwood, señor Ivanov, ¡qué placer tenerlos aquí! —dijo con entusiasmo—. Por favor, síganme. Queremos presentarlos formalmente como la pareja del compromiso más comentado.
Leonhard y Viktor intercambiaron una mirada rápida, pero ninguno protestó. Sabían que esto era parte del acuerdo.
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La presentación fue breve pero significativa. Los dos se pararon juntos frente a la multitud, con expresiones controladas que ocultaban su incomodidad. Mientras el anfitrión hablaba sobre la importancia de la alianza entre las familias, Viktor se permitió una pequeña provocación.
—¿Te sientes cómodo, Leonhard? —susurró, manteniendo la sonrisa para la audiencia.
—Perfectamente. ¿ Y tú? —respondió Leonhard sin mover un músculo.
—Como si hubiera nacido para esto —dijo Viktor, mirando directamente a los ojos de Leonhard, quien apenas disimuló un gesto de molestia.
Al terminar la presentación, ambos fueron llevados a una mesa central, donde compartieron espacio con otros magnates y líderes de la sociedad. A pesar de su aparente calma, la tensión entre ellos era palpable. Cada comentario, cada mirada, parecía un nuevo movimiento en el juego que ambos jugaban.
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Cuando llegó el momento de abrir el baile, se les pidió que dieran el primer paso en la pista. Leonhard extendió su mano hacia Viktor con una cortesía impecable.
—¿Me concedes esta pieza? —preguntó, con un tono que ocultaba su irritación.
Viktor, disfrutando del momento, tomó la mano de Leonhard con una sonrisa traviesa.
—Sería un placer.
Ambos se colocaron en el centro de la pista mientras la música comenzaba. Aunque sus movimientos eran perfectamente sincronizados y elegantes, el contacto entre ellos estaba cargado de tensión. Viktor aprovechó la cercanía para susurrar:
—No sabía que eras tan buen bailarín, Leonhard. ¿Algo más que quieras mostrarme esta noche?
Leonhard respondió con un movimiento ligeramente más firme que lo acercó más a Viktor, desafiándolo con su mirada.
—Tal vez. Pero no creo que estés listo para eso.
La sonrisa de Viktor se amplió, claramente disfrutando del intercambio. Sin embargo, detrás de la diversión, había algo más. Una chispa de atracción que ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir, pero que ambos podían sentir con cada roce y cada mirada.
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El baile terminó con un aplauso de la multitud, y ambos se separaron con una leve inclinación de cabeza. Aunque por fuera parecían dos socios perfectamente compatibles, por dentro cada uno libraba su propia batalla.
Más tarde, mientras la noche avanzaba, Viktor se excusó para ir a la terraza, buscando un respiro de la constante presión del evento. No esperaba que Leonhard lo siguiera, pero apenas unos minutos después, el alfa apareció, cerrando la puerta detrás de él.
—¿Qué haces aquí, Viktor? —preguntó Leonhard, cruzando los brazos.
Viktor lo miró con una sonrisa desafiante. —Podría hacerte la misma pregunta. ¿Estás aquí para asegurarte de que no diga algo inapropiado?
Leonhard avanzó un paso, acortando la distancia entre ellos. —Estoy aquí para recordarte que esto no es un juego. Nuestra alianza es importante, y no voy a permitir que tu actitud irresponsable lo arruine.
Viktor lo miró con intensidad, su sonrisa desvaneciéndose ligeramente. —¿De verdad crees que esto es tan simple? ¿Que podemos pretender que esta "alianza" lo solucionará todo?
Leonhard sostuvo su mirada, sus ojos grises ardiendo con determinación. —No tengo tiempo para pretensiones, Viktor. Haz lo que quieras, pero no interfieras con lo que estoy construyendo.
Por un momento, el silencio entre ellos fue absoluto. Había algo crudo y honesto en sus palabras que desarmó a Viktor, aunque no lo mostró.
—Siempre tan serio, Leonhard —dijo finalmente, recuperando su sonrisa—. Tal vez algún día te relajes.
Leonhard no respondió. Simplemente lo miró por un largo segundo antes de darse la vuelta y regresar al salón. Viktor observó cómo se iba, sus pensamientos revueltos. Sabía que había algo más detrás de la fachada fría de Leonhard, algo que le intrigaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.
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La noche terminó con ambos regresando a sus respectivas casas, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Sabían que esta era solo la primera de muchas pruebas, y que el verdadero desafío no era convencer al mundo de su alianza, sino manejar lo que ambos sentían cuando estaban juntos.
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