Ander Hernández, un futbolista nacido en cuna de oro, decide ocultar su apellido para construir su carrera sin la sombra de su influyente padre. En su camino, conoce a Dalia Molina, una mujer que desafía los estándares tradicionales de belleza con su figura curvilínea y sus adorables mejillas.
Dalia, que acaba de sufrir una pérdida devastadora, se enfrenta al reto de sacar adelante a su madre y a su hermana menor. Pero su mundo da un giro inesperado cuando un hombre, tan diferente de ella en apariencia y situación económica, irrumpe en su vida, alterando todos sus planes.
A pesar de sus diferencias, tanto físicas como sociales, los corazones de Ander y Dalia laten al unísono, mostrando que, aunque sean polos opuestos en muchos aspectos, comparten lo más importante: un espíritu noble y un amor que trasciende todas las barreras.
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Parte 15
Dalia
El día del partido de la selección en la Copa América finalmente llegó. La emoción y el nerviosismo eran palpables en el aire, y yo me sentía ansiosa pero decidida a apoyar a Ander y al equipo. Me levanté temprano esa mañana y elegí mi ropa con cuidado: un pantalón de tela cómodo y una camisa grande. Siempre me había sentido más a gusto con ropa holgada, y hoy necesitaba toda la comodidad posible.
Llegamos al estadio y el bullicio de la multitud ya se sentía. Mi mamá y Olivia estaban igual de nerviosas que yo. A diferencia de ellas, yo estaría en la cancha, viéndolos jugar, porque era la función del asistente del entrenador llevar un tiempo y observar ciertas cosas de los jugadores.
Dios mío, el entrenador estaba dando palabras de ánimos, ¿yo? Yo tenía miedo porque era el primer partido de mi novio, los que iban a incluir hoy estaban nerviosos, pero sonreí para calmarlos, también habían algunos veteranos.
—Para los que no la conocen es, Dalia Molina, es mi asistente y la deben respetar igual o más que a mí.
—¿No es la novia del nuevo portero? —Es el mismo que iría al camerino, era guapo.
—Sí, ¿por qué? —Ander mira con una ceja alzada al hombre.
—Por nada.
—Si te refieres a que alguno de los dos puede tener rosca, estás totalmente equivocado. ¿Tan poca fe le tienes al fútbol? Simplemente, les di ideas que a uno le parecen muy sencillas, pero tal parece que no todos son capaces de captarla —Silencio, un silencio que se rompe por completo cuando mi mamá interviene.
—Espero les vaya muy bien, tengan cuidado de no lesionarse, ¿me escucharon? Porque los necesitamos fuertes y capaces —Mi hermana asiente.
—El que se lesione es gay —Olivia complementan y todos se voltean a verla, ella se encoge de hombros —Quería poner el ambiente mejor, perdón.
Los que ya la conocían se ríen, incluso algunos de los famosos también, pero un cierto portero que fue reemplazado, estaba como enojado con el mundo.
—Dale la oportunidad, si veo que no funciona, yo misma le digo al entrenador que lo saquen —El arquero duda, pero asiente.
De esa forma, todos se preparan para salir y hacer toda la ceremonia. Ya me veía en un montón de memes, porque yo era demasiado expresiva e iba a salir en primera plana.
El estadio estaba lleno, y la atmósfera era electrizante. Las luces brillaban intensamente mientras los jugadores salían al campo, alineándose para los himnos nacionales. Me mantuve al lado del entrenador Carlos Mejía, observando cada detalle, cada movimiento. Sentía mi corazón latir con fuerza, la adrenalina corriendo por mis venas.
Cuando comenzaron a sonar los himnos, todos se pusieron de pie. Ver a Ander allí, en medio del campo, con la mirada fija y concentrada, me llenó de orgullo. Cantamos el himno con emoción, y cuando terminó, la multitud estalló en aplausos y vítores. Los jugadores se dispersaron a sus posiciones, y el árbitro dio el silbatazo inicial.
Nunca en mi vida había ido a ver un partido y ahora estaba aquí, en una posición que jamás pensé estar. Mire al cielo unos segundos, ¿tal vez mi papá nos estaba mirando? Sí, tal vez.
Vuelvo mi mirada a los muchachos.
Desde mi posición, traté de mantener la calma y enfocarme en mi tarea. Observé cada jugada, cada movimiento, tomando notas mentales de lo que necesitábamos ajustar. Los primeros minutos fueron intensos, con ambos equipos luchando por el control del balón.
El primer tiempo transcurrió con mucha tensión. Hubo varias oportunidades de gol para ambos equipos, y Ander tuvo que hacer varias paradas impresionantes. Cada vez que lo hacía, sentía un alivio momentáneo, solo para ser reemplazado rápidamente por más nerviosismo.
Con razón los hombres no sienten nada, se llevan toda la ansiedad viendo un partido; sagrado rostro.
Durante el medio tiempo, los jugadores regresaron al vestuario para una breve pausa. Me acerqué a Ander para darle un abrazo rápido y palabras de aliento.
—Estás haciendo un trabajo increíble, Ander. Sigue así.
Incluso el anterior portero le dio palabras de aliento. Había servido ese entrenamiento que le habíamos metido a todos, sobre estudiar el comportamiento de la competencia, lo único que nos faltaban era los nuevos, pero era sencillo, mientras veas como es su personalidad, se sabrá qué hará.
—Dios, ¿cómo le gustaba a tu papá ver fútbol? Es demasiado estrés.
—No, pues, ¿qué no lo iba a ver? —Mi mamá evita la mirada y la pregunta para darle de hidratar a los muchachos.
Solo puedo reírme, miro al entrenador que estaba hablando de puras cosas que no entendía, luego se voltean a verme. Habían sacado dos amarillas hasta ahora, pero no habían sido gran cosa.
—El primero que le saquen una amarilla en este tiempo, deberá invitar a todos a una pizza, somos muchos y nos gusta comer bastante, entonces no será poquito —Todos hacen cara de horror, menos los suplentes —. El que le saquen roja, deberá pagar pizza durante cada partido de aquí a dos años. —Miro al entrenador que me mira divertido, luego giro a ver a mi novio y sin pena a nada suelto mi barbaridad —Si quedas invicto con ningún gol al menos en cinco partidos contando este, vamos a probar cosas nuevas —Sonrió, ya habíamos hablado que era eso nuevo, porque sus ojos se iluminaron de inmediato cuando me escucho.
—Esta niña está loca —La alarma de mi celular empieza a sonar que ya debemos volver a la cancha.
Eso hacen todos de una, yo sonreí porque así se debía motivar, de alguna forma debía encontrar más formas de motivar a cada uno de ellos, pero debía hablar con sus parejas y ver que regalos se le podía dar a futbolistas famosos.
El segundo tiempo se nota que toda nuestra selección va con toda. Al parecer el equipo contrario también, porque empiezan a dar golpes sucios, cuando los muchachos se iban a poner a pelear, me miraban de reojo y yo hacía la seña de que les iba a cortar la cabeza si llegaban a hacer algo.
Se retiraban de una a seguir jugando como si nada hubiera pasado, incluso teniendo cuidado con no hacer malas jugadas. Creo que todos estaban sorprendidos, porque cada vez que iban a iniciar una pelea, hacía la seña y salían corriendo para volver a sus posiciones.
—¿Por qué nos demoramos tanto en contratar una mujer?
—Por machistas.