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Pasiones Ocultas.

Pasiones Ocultas.

Status: Terminada
Genre:Romance / Yaoi / Completas / Posesivo / Arrogante / Mujeriego enamorado
Popularitas:147.1k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Wang Chao

Samuel odia a Dereck, y Dereck disfruta molestar a Samuel. La razón detrás del odio de Samuel es un misterio para Dereck, quien no entiende por qué su antiguo amigo de repente se distanció y lo mira con desprecio. Sin embargo, el destino parece empeñado en reunirlos, y constantemente se encuentran forzados a pasar tiempo juntos. A medida que pasan más tiempo juntos, sus sentimientos comienzan a cambiar, aunque la desconfianza de uno y el miedo del otro complican las cosas.

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Capítulo 15. Pequeño mentiroso.

Samuel miró alrededor y arrugó las cejas. El camino le era conocido, pero no era el destino hacia su hogar. Derek lo estaba llevando nuevamente hacia su departamento, o al menos a un lugar cercano. Golpeó el hombro de Derek y preguntó varias veces a dónde estaban yendo; sin embargo, el silencio de Derek lo hizo irritar.

—Derek, te ordeno que respondas. Eres el chofer contratado por mis padres, tienes que seguir mis órdenes, te guste o no —Samuel apagó la radio del auto y se giró hacia Derek, arrugó las cejas y cruzó los brazos sobre el pecho mientras esperaba una respuesta.

—Olvidé algo en mi departamento, volveremos pronto —respondió Derek. Su voz salió con un poco de enfado, pero Samuel sabía que estaba reprimiendo algo.

Acostumbrado a este tipo de situaciones, no preguntó más y se dedicó a mirar por la ventana. El silencio en el auto se volvió pesado, la incomodidad flotaba en el aire y Samuel podía sentir de vez en cuando la mirada de Derek sobre él, aunque estaba concentrado en ignorarlo. Cuando al fin se estacionaron, Samuel bajó la ventanilla y soltó un fuerte suspiro murmurando “al fin”.

—Baja —ordenó Derek—. Tardaré un poco, así que es mejor que me esperes dentro, aquí no es muy seguro.

Samuel rodó los ojos, pero aun así bajó del auto y siguió a Derek. Siempre tenía que ser muy complicado mientras estaban juntos; al parecer, sus destinos no estaban entrelazados como lo había pensado una vez.

Al subir al departamento, Samuel se sentó en la orilla del sillón mientras esperaba a Derek, quien fue a la habitación. Sus ojos recorrieron toda la sala: había cuadros de motos, un estante de libros y fotografías enmarcadas. Se puso de pie y recorrió con su dedo el estante, viendo los títulos de los libros y las fotografías hasta que sus ojos cayeron sobre una fotografía al final.

Tomó el marco y una leve sonrisa se asomó en su rostro. Podía recordar perfectamente ese día. Eran vacaciones de verano y él había ganado la medalla de oro. Derek le dijo que le tenía una sorpresa, aunque la sorpresa fue preparada en el ático de su casa, aún fue sorprendente cuando la vio.

El lugar se había limpiado y todas las cosas se apilaron en armarios a las orillas, en medio del piso de madera había una manta con almohadas donde Derek le pidió que se sentara.

“¿Cuándo preparaste esto?”, preguntó mientras miraba a Derek ir de un lado a otro.

“Eso no importa”. Derek caminó de la izquierda a la derecha y luego se sentó al lado de Samuel. “Si no vas a la montaña… la montaña viene a ti”.

Al terminar de hablar, presionó el botón de un control en su mano y las luces se apagaron, dejando ver una pintura fluorescente desde el piso hasta el techo. Había un río pintado en el piso, una montaña en la pared y estrellas hermosas en el cielo.

Samuel se quedó admirando la pintura, sintiéndose transportado a otro mundo. Fue un momento mágico, un respiro de la realidad que a veces se volvía demasiado abrumadora. Esa sorpresa había sido un gesto significativo, algo que siempre había atesorado en su corazón.

—¿Recuerdas ese día? —La voz de Derek lo sacó de sus pensamientos. Estaba de pie en la puerta de la habitación, observándolo.

—Claro que lo recuerdo. Fue uno de los mejores días de mi vida —respondió Samuel, dejando la foto de vuelta en su lugar. Aunque pronto se arrepintió de sus palabras y bajó la cabeza, completamente avergonzado.

Samuel se dio la vuelta, esperando encontrarse con la mirada burlona de Derek. Sin embargo, tan pronto como giró, se encontró con el cuerpo de su ex amigo. No sabía cuándo se había acercado tanto, ni mucho menos cuándo había agarrado un vaso de jugo. El movimiento hizo que todo el jugo de naranja se derramara sobre su camisa, pero no le importó sentir el frío jugo recorriendo su cuerpo; estaba concentrado en el rostro de la persona que tenía enfrente.

Sus manos estaban fuertemente apretadas contra su pecho, tratando de que su corazón no se desbordara por los fuertes latidos que sentía. No parpadeó e incluso se olvidó de respirar. Estaban tan cerca que podía sentir el calor que emanaba del cuerpo de Derek. La respiración lenta de Derek movía su cabello un poco, y su mano rozaba su abdomen. Aunque tenía una camisa, tal vez por la humedad del jugo, podía sentir como si estuviera tocando su abdomen desnudo, lo que hizo que sus mejillas enrojecieran.

—También fue un día especial para mí —susurró Derek con una leve sonrisa en sus labios. Samuel tragó en seco y desvió la mirada.

—Tú no ganaste una medalla ese día, ¿o sí? ¿Por qué sería especial? —murmuró, tratando de controlar los frenéticos latidos en su pecho. Su tonto corazón parecía actuar por sí solo, palpitando como si hubiera corrido un maratón.

La sonrisa de Derek se ensanchó. Le resultaba especialmente divertida la manera en que Samuel trataba de darle otro sentido a sus palabras.

—De hecho, no —dijo mientras se alejaba un poco de Samuel—. Manché tu ropa, lo lamento.

Solo entonces Samuel pudo recordar que había sentido un líquido frío recorrer su abdomen. Miró la camisa y, efectivamente, estaba arruinada por el jugo, otra vez. Resopló con irritación y le dedicó una mirada asesina a Derek. Este definitivamente no estaba disculpándose con sinceridad.

—Dame una camisa —ordenó. Aunque no quería usar la ropa de Derek, tampoco planeaba quedarse con el torso pegajoso por el azúcar.

—A sus órdenes, príncipe —Derek se rió cuando Samuel lanzó una patada hacia él. Por supuesto, no tenía intención de golpearlo, o tal vez se movió muy rápido y pudo esquivarla perfectamente.

Pasaron unos segundos y Derek regresó con una camisa blanca de licra. Samuel entrecerró los ojos y le arrebató la ropa. ¿Por qué ese tonto tenía lista una camisa? ¿Cuál era el punto de hacerlo usar su ropa? Sin tener respuestas a esas preguntas, se dirigió al baño, limpió su abdomen luego de quitarse la camisa sucia y se colocó la limpia.

—Vamos, tengo cosas que hacer.

—Um, sobre eso… —los ojos de Samuel se volvieron peligrosos cuando miraron a Derek. Elevó una de sus cejas esperando lo que ese indeseado quería decir—. Le dije a tu padre que me ayudarías con un proyecto y te dejó dormir en mi casa. Puedes leer los mensajes si no me crees —Derek levantó el celular con el chat mencionado y Samuel no dudó en leerlo.

—¿De verdad autorizó eso? —preguntó incrédulo. No estudiaban la misma carrera y no tenían proyectos en común, al menos por el momento. ¿Cómo es que su padre creyó en esas tontas palabras?

—Ya que estás aquí, acompáñame a un lugar.

Derek no le dio tiempo de decir nada. Le quitó la mochila y la dejó a un lado, mientras lo agarraba de la mano y lo llevaba a la entrada. Samuel lo vio agarrar la chaqueta del perchero, las llaves y los guantes negros. Después, ambos salieron y se dirigieron a la motocicleta.

Al principio, Samuel se preguntaba internamente a dónde irían. Sin embargo, el camino pronto se le hizo familiar y recordó lo que Elbert había mencionado. A mitad de semana, los organizadores de carreras realizan una para seleccionar a los mejores competidores para el fin de semana de autos y motos.

—¿Vas a competir hoy? —le preguntó una vez que ambos se habían bajado de la motocicleta.

—¿Cómo sabes que hay competencia hoy? —replicó Derek, con cierta sorpresa.

—Elbert me lo dijo. Entonces, ¿vas a competir o no?

—¿Elbert? ¿Él fue quien te llevó a no sé dónde cuando viniste conmigo? —las cejas de Derek se juntaron, demostrando que estaba enojado. Elbert, Elbert, Elbert... ¿no podía dejar de mencionarlo un segundo?

—Sí, fue él —respondió Samuel rodando los ojos—. ¿Vas a participar o no? —volvió a preguntar, con más insistencia.

Derek se acercó a él con uno, dos, tres pasos hasta acorralarlo contra un auto. Se habían estacionado lejos de todos los demás y el lugar estaba un poco oscuro. Samuel sintió que el aire se congelaba a su alrededor. Los ojos oscuros de Derek brillaban con las luces de algunos autos a lo lejos; su mirada parecía penetrante e irritada.

Derek bajó la cabeza y colocó una mano al costado del cuerpo de Samuel, acorralándolo aún más. Miró cómo las pestañas rizadas y largas de Samuel temblaban ligeramente mientras este apretaba las manos sobre su pecho. Se acercó un poco más a su rostro y con su mano libre levantó su barbilla.

—Eres un pequeño mentiroso —murmuró tan cerca que sus respiraciones se mezclaron en el aire—. ¿Debería castigarte por mentir? —preguntó con coquetería al ver la mirada nerviosa del pelirrojo.

Resultaba muy agradable ver las reacciones de Samuel. Tenía las cejas fruncidas como si estuviera enojado, sin embargo, sus ojos mostraban timidez y nerviosismo. Incluso la manera en que mantenía sus manos contra el pecho era tierna. ¿Cómo podría Derek no molestarlo siempre?

—Basta, no digas tonterías —Samuel apartó la mano de Derek de su barbilla. Sentía que quemaba en ese lugar. Derek no perdió el tiempo y agarró la delgada mano mientras bajaba el otro brazo.

—Vamos, te conseguiré un buen lugar para que me veas ganar.

Samuel se dejó guiar entre la multitud. Algunas personas se acercaban a saludar a Derek mientras caminaban, y ocasionalmente se detenían. Resultaba muy incómodo para Samuel tener que ser mirado con disgusto por las chicas que los rodeaban. De vez en cuando, sus ojos caían sobre sus manos aún entrelazadas. Intentó soltarse varias veces, pero Derek dijo que no era seguro y podía perderse entre tantas personas que iban y venían por doquier. Tuvo que soportar esas miradas filosas y hacer como si no le incomodara.

—¡Jack, Marvin! —gritó Derek desde lejos. Los dos se acercaron a ellos y los saludaron con naturalidad.

—No pensé que a la pequeña princesa le gustaran estos eventos —dijo Jack con una enorme sonrisa amable que no concordaba con su aspecto rudo.

—No me gustan, Derek me secuestró y me obligó a venir —Derek abrió un poco los ojos con sorpresa. Si no había escuchado mal, ¿Samuel acababa de reconocer que él era la pequeña princesa? ¿Ya no le molestaba el apodo?

—Son pequeños detalles —se defendió Derek cuando se recompuso—. Como sea, chicos, les encargo a Samuel, no lo dejen deambular por ahí, ni solo ni acompañado. No tiene permitido ir a ningún lugar.

—¿Qué eres? ¿Mi dueño? —cuestionó Samuel con irritabilidad. Ni siquiera con una novia debería alguien ser controlador ni posesivo a tal grado de “encargarla” con otros.

—Tú solo quédate con ellos y disfruta el espectáculo, ¿bien? —Derek levantó una ceja esperando la respuesta. Samuel asintió, rendido. De todas maneras, Elbert no había asistido y no tenía con quién ir—. Bien, iré a prepararme.

Samuel asintió y Derek se fue, perdiéndose entre la multitud. Samuel bajó la vista hacia su mano, aún podía sentir el calor de Derek recorriendo su palma, causándole un cosquilleo extraño.

—Vamos, la carrera comenzará pronto.

Jack le puso una mano en su hombro y lo guió hasta un lugar desde donde tenían una vista panorámica de la "pista" de carreras. Samuel estaba nervioso al saber que Derek competiría; no quería que nada malo le pasara.

—Espero que Derek no haga ninguna locura —murmuró Samuel.

—Él sabe lo que hace —respondió Marvin, intentando tranquilizarlo.

El rugido de los motores llenó el aire, y la carrera comenzó. Samuel observaba con el corazón en un puño, esperando que Derek saliera ileso y victorioso.

Un hombre se colocó en la orilla con un megáfono en la mano y pronunció los apodos de los competidores. Los gritos de euforia no se hicieron esperar. En otro momento, Samuel se habría sentido irritado por el ruido, pero ahora ni siquiera podía escuchar lo que sucedía a su alrededor. Toda su atención estaba puesta en Derek, quien se encontraba en medio de todos los demás.

Samuel movía sus manos y piernas con nerviosismo, mordiendo fuertemente su labio inferior. Él lo odiaba aún más en ese momento por ponerse en riesgo sin ningún motivo aparente, solo por el placer que le brindaba la adrenalina.

No supo si Derek sintió su mirada, pero sus ojos se encontraron y Derek levantó el puño en alto con orgullo. Cuando comenzó la cuenta regresiva, Derek se acomodó en la moto, bajó el visor del casco y, al llegar la cuenta a cero, los motociclistas aceleraron, dejando una nube de polvo atrás.

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Había olvidado poner la imagen de Elbert lol

1
SILVIA HERNANDEZ
Excelente
Flor Romero
tampoco has puesto la de Dereck y la de Samuel, no los conozco
Wang Chao: Ellos son los primeros en salir, en el prólogo y personajes 🫠
total 1 replies
Graciela Mauchiere
no juegues con nuestros sentimiento autora!!!!!
Micaela Zevada
Excelente
Cupida San-soshi UwU
Una gran meta /Smile/
pero todas a el
Maritza
ya me cae mal Samuel, se pasa de tonto, a 😏aparte nadie le pidio ayuda, ya aburre su actitud, que se busque una vida
Maritza
no existe locomoción colectiva, porqué no se puede movilizar solo, lo encuentro tonto,😏
Mily
Muy malo
Mily
Malo
paty hdz
Excelente
María Monica Rueda Rosas
te felicito super super buena
Ileyan Garcia
dios!!!! que papis!!! 🥰🥰😍😍😍😍 lástima que sean descerebrados!
Ileyan Garcia
yyyyyy! se pone emocionante
Ileyan Garcia
me gusta, me gusta, me gusta!!!!
Krasivy
sigo sin entender porque no va a la policía 😔
Krasivy
pero porque va a hablar con ella????? tiene que ir a la policía de frente 🤡
liliana maria almanza
Bueno
Monica Barros
aburrida está la trama
Teresa Castillo
gracias por tan maravillosa historia realmente me encantó disfruté reí lloré y me emocioné con estos chicos que lucharon por ese inmenso amor que sentían ❤️🥰
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