Siempre he pensado que el hombre que nace malo, nunca en su vida vuelve a recuperar la bondad de su corazón, nadie se hace malo porque quiere, la vida, la sociedad y el mundo te obligan.
Pero que haces si a tu vida llega una persona que no te teme y que cambia el rumbo de tus pensamientos.
Soy Jarek y necesito una madre para mi hijo, no importa lo que tenga que hacer para conseguirla.
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Capítulo 15: Un respiro en la tormenta
En el hospital...
Días después...
Un nuevo amanecer trajo buenas noticias.
El doctor a cargo de Jacob revisó sus análisis con una expresión sorprendida.
—Es increíble —comentó mientras pasaba las hojas de la historia clínica—. Su cuerpo está respondiendo al tratamiento mucho más rápido de lo previsto.
Victoria, con lágrimas en los ojos, apretó la mano del pequeño.
—¿Eso significa que pronto podrá salir del hospital?
El doctor sonrió con prudencia.
—Aún debemos ser cautelosos, pero sí… si mantiene esta evolución, Jacob podrá continuar su recuperación en casa.
Victoria sintió un nudo en la garganta. Miró a Jarek, y por primera vez en mucho tiempo, vio en sus ojos esperanza.
Una semana después Jacob fue trasladado a su casa. Los pasillos de la mansión, antes sombríos, se llenaron con la risa tímida del niño al ver sus juguetes y su cuarto.
Alma, lo recibió con los brazos abiertos, bendiciendo cada paso que daba.
—Este lugar necesitaba de su alegría —dijo con ternura, acariciándole la frente.
Dylan y Paulina, que los observaban desde la puerta, se mostraron muy alegres al verlo. Al parecer todo marchaba como debía.
Mientras celebraban el regreso a la mansión de Jacob, Jarek retomo algunos pendientes que tenía por los días pasados en el hospital, le extrañaba la ausencia de Demetrio en la mansión, pero Dylan se estaba encargando de tenerlo ocupado.
—Me preocupa la ausencia de Demetrio, ¿crees que le sucedió algo? — pregunta Jarek algo intrigado.
—Para nada puedes estar tranquilo, solo se estuvo encargando de solucionar algunos inconvenientes en el muelle, nada serio— respondió Dylan con seguridad
—Entrégale esto a Demetrio —le dijo Jarek, pasándole un sobre sellado.
Dylan asintió, y abandono el despacho de su amigo en silencio.
Horas más tarde, Demetrio abrió el mensaje en su despacho. Reconoció la firma de Jarek al final del mensaje y no dudó en leerlo:
"La entrega del cargamento no puede retrasarse por mas tiempo. Es prioritario. Encárgate de supervisar la operación personalmente y mantén el contacto mínimo necesario. —J."
Demetrio sonrió con soberbia, convencido de que su “hermano” seguía confiando plenamente en él.
—Así me gusta —murmuró, guardando la nota—. Al fin algo en lo que soy imprescindible.
Dalila lo miró con picardía, acercándose a él.
—Y mientras tú juegas al comerciante, yo me quedo aquí, observando cómo nuevamente mi hijo te roba lo que más quieres.
Demetrio frunció el ceño, con ese odio que siempre le despertaba el nombre de Jarek.
—Nadie me roba lo que es mío, Dalila. Nadie.
Y partió rumbo a la entrega, ignorando que Dylan había planeado todo con un propósito muy distinto: mantenerlo lejos de Jacob y de Victoria, ganando un tiempo valioso.
Un acercamiento…
En la noche del regreso de Jacob, Victoria salio a caminar un mometo por los jardines, buscando un respiro después de todo el tiempo que habia pasado en el hospital.
El aire fresco la envolvía cuando escuchó unos pasos detrás de ella.
—No deberías estar sola a esta hora —dijo Jarek, apareciendo a su lado.
Victoria sonrió débilmente.
—No estoy sola. Por primera vez en mucho tiempo, me siento segura, siento que tengo un hogar… aunque no sea realmente mío.
Jarek la miró de reojo. La luna iluminaba su rostro, y algo en él se removió, como un recuerdo olvidado.
—Victoria… tú has hecho más por mi hijo en unas semanas de lo que muchos hicieron en toda su vida.
Ella se detuvo, sorprendida por la sinceridad en su voz.
—Jacob es un niño especial, Jarek. No lo hago por obligación. Lo hago porque lo quiero de verdad.
Él guardó silencio. Luego, dio un paso hacia ella, acortando la distancia.
—Y yo quiero… agradecerte.
Victoria contuvo la respiración. No era un agradecimiento común. Había algo en su voz, algo que quemaba en el aire.
Jarek levantó una mano y apartó un mechón de cabello de su rostro. Sus dedos rozaron su mejilla, y el mundo se detuvo.
—No deberías mirarme así —susurró ella, temblando.
—¿Y cómo debería mirarte? —respondió él, inclinándose apenas.
Sus labios quedaron a un suspiro de distancia, y aunque ninguno se atrevió a romper la última barrera, ambos sabían que algo había cambiado para siempre.
Desde ventana de la habitación de Jacob, Alma los observaba desde la penumbra.
Sonrió para sí, recordando los años de sufrimiento y dolor ocultos por su nieto.
Siempre supo que el verdadero ser de Jarek no era el de un hombre malvado ni cruel, sino de un hombre que podía ser transformado por el amor.
—Al fin… —murmuró—. El destino empieza a mostrar su camino.