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Celeste

Celeste

Status: Terminada
Genre:Completas / Malentendidos / Matrimonio arreglado / Romance entre patrón y sirvienta / Pareja destinada / Amor eterno / Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:265.3k
Nilai: 4.9
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Tercer libro de la saga colores

El Conde Lean se encuentra en la búsqueda de su futura esposa, una tarea que parecía sencilla al principio se convierte en toda una odisea debido a la presión de la sociedad que juzga su honor y su enorme problema con las damas, sin pensar que la solución está más cerca de lo que cree cuando asiste a un evento de dudosa reputación.

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REACCIONES IMPULSIVAS

...MARTA:...

La Duquesa Eleana era muy hermosa y agradable, se parecía mucho a Lean, tenía sus ojos y una versión femenina de su rostro, aunque también había algo de similitud con su hermana.

Aquellos hermanos habían sido dotados con la belleza de su madre y sin duda de su padre, seguramente era como ellos.

También eran personas buenas y amigables, sobre toda la condesa y por supuesto Lean.

La duquesa me invitó a sentarme.

El vestíbulo era amplio y agradable, aquel palacio era hermoso, de un solo piso, con techo en cúpula de color blanco y hermosas paredes crema.

La sirvienta nos trajo té y Eleana se sentó frente a mí.

Los tres niños se acercaron para trepar en su regazo. Eran unas preciosuras, idénticas, incluso la niña, era toda una lindura con su vestido azul y su cabello recogido con un lazo, los dos niños llevaban trajes de terciopelo café con medias blancas y zapatillas de cuero, sus cabellos eran ondulados y brillantes del mismo color que su padre. Todos regordetes.

— Son unas preciosuras — Dije, encantada cuando uno de ellos se acercó para mostrarme un caballito se madera.

— Lo son — Suspiró su madre y luego me observó detenidamente — ¿De dónde conoces a mi hermano?

— Trabajo en su mansión como sirvienta, fue una total casualidad, ya que fuí a buscar trabajo allí después de que no me aceptaron en los conventos de la zona — Dije, el pequeño insistió en que lo cargara, extendiendo sus brazos y moviendo sus dedos, balbuceando algo que no alcanzaba a entenderse — ¿Puedo? — Le pregunté a su madre.

— Claro, de hecho me sorprende que Daemon quiera acercarse a ti, es más desconfiado que sus hermanos.

Lo tomé y lo coloqué en mi regazo. Pesaba mucho, vaya, no me imaginaba lidiando con tres pequeños, eso requería mucha energía. La duquesa tenía mucha fuerza a pesar de llevar ese bastón.

— ¿Entonces conociste a mi hermano allí? — Continuó con la plática.

— No — Sacudí mi cabeza, tal vez podía contarle — Resulta que cuando llegué a Floris, me raptaron unos rufianes y me llevaron a un burdel — Hizo un gesto de espanto — Allí querían vender mi virginidad a los hombres.

— ¿No me digas que Lean estaba en ese lugar? — Frunció el ceño.

Fue una mala idea, iba a meter en problemas al conde.

— Si, pero él me salvó, pagó por mi libertad y me dejó en una posada, no estaba allí porque fuese un degenerado, sino porque un amigo de él lo llevó bajo engaños — Aclaré de inmediato y su expresión se aligeró.

— No sería propio de Lean estar metido en un sitio tan deplorable para cometer abusos, gracias al cielo que te ayudó a escapar, ha hecho bien.

— Si, fue horrible, pero gracias a él estoy a salvo.

— Dorian está lidiando con eso ahora, exterminará esa plaga — Comentó, alejando la mano de la pequeña, que insistía en tomar un mechón de su cabello — Esos maleantes han estado azotando la zona, secuestrando señoritas, ya no es seguro andar sola, pero a penas Dorian los encuentre, será su fin.

— Es una buena noticia — El pequeño Daemon empezó a tocarme el rostro con curiosidad y no pude evitar reír.

— Disculpa su falta de respeto, todavía los estoy enseñando a comportarse.

— No, descuida, no me molesta.

Se aclaró la garganta — ¿Mi hermano tiene interés en ti?

Me sonrojé — Me propuso que nos casemos.

Se expresión atónita fue muy evidente.

— ¿En serio? ¿Lean hizo eso?

— Sí.

— ¿Estamos hablando del mismo Lean? — No podía creerlo y me desconcerté.

— ¿Por qué? ¿No es propio de él?

— En realidad, no — Confesó y alcé mis cejas — Jamás había tenido interés en ninguna mujer, de hecho les huía y trataba de evitarlas siempre.

¿Lean huyendo? No podía creer eso, si fue muy atrevido conmigo, me robó dos besos. No era un hombre tímido.

— ¿Por qué les huía? — Me sentí curiosa.

— Hasta el sol de hoy, no lo sé, es muy reservado con sus asuntos personales — Se encogió de hombros, el niño restante, que estaba entretenido en la alfombra hizo un puchero cuando se percató de la falta de atención hacia él.

¿Reservado? Conmigo no lo era.

— Lean fue todo lo contrario conmigo.

— Me alegra tanto que al fin haya encontrado a la mujer correcta, eres muy hermosa y estoy feliz por ustedes — Confesó, sonriendo.

Me apené — Muchas gracias, yo también estoy feliz.

El niño estaba por empezar a llorar cuando apareció su padre y lo cargó en sus brazos, dándole besos en las mejillas.

Un hombre tan intimidante siendo un amor con sus hijos.

Lean apareció detrás de él y mi estómago dió un vuelco cuando viajó sus ojos hacia mí.

— Ya tenemos la dirección — Se detuvo a un lado de mi sillón — ¿Quiere ir ahora mismo o prefiere hacerlo mañana?

— Hoy mismo, no quiero que siga preocupada.

— Suerte que queda cerca de aquí, ese O'Brian no se me quiere despegar — Intervino el duque, soportando sin quejas que el pequeño tirara de sus cabellos y se los llevara a la boca.

Lean hizo un gesto y volvió su vista hacia mí.

— Entonces es mejor que partamos ahora, no quiero que se me haga de noche, no con tanta delincuencia por ahí.

— Está bien.

Bajé al pequeño de mi regazo, pero se resistió y empezó a gimotear.

Me levanté y se aferró a mi falda.

— Vaya, se encariñó mucho en solo unos minutos — Lean alzó las cejas y el niño seguía llorando.

— Volveré después, no tienes porque llorar — Lo consolé, acariciando su cabeza.

— Haz caso y ven con mamá, al fin y al cabo ella será tu madrina, no se irá para siempre — Lo reprendió Eleana, extendiendo su mano, pero el pequeño negó con la cabeza.

¿Su madrina?

— Si te casas con mi cuñado, serás la madrina de Daemon, al menos algo bueno saldrá de todo eso — Dijo el duque y me ardieron las mejillas, Lean lo fulminó con la mirada.

Él se agachó y lo despegó de mí, cargando al pequeño para entregárselo al duque, quien usó su brazo libre para tomarlo, como si no pesara nada.

El pequeño siguió gimoteando.

— Bueno, nos vamos ahora — Informó Lean, tomando mi mano y me tensé ante la acción, poniéndome nerviosa.

Los duques sonrieron y se despidieron, mientras Lean caminaba hacia la salida, sin soltar su agarre de mi mano.

Ya no llevaba los guantes, así que pude sentir su piel cálida y llena de callos.

Le indicó al chófer del carruaje a donde ir y partimos.

No se sentó frente a mí, sino que tomó el lugar a mi lado y todo mi cuerpo empezó a temblar levemente.

Sentí su calor a mi costado.

Se inclinó un poco y me levanto la barbilla.

Me quedé inmóvil ante la acción, observándolo a los ojos mientras el corazón se me desbocada y mi respiración se tornaba pesada.

Acercó su rostro al mío y me dió un corto beso en los labios. Su suave boca me dejó hipersensible.

Se apartó un poco y me volvió a observar.

— ¿Está bien si la beso?

Me acerqué y posé mi boca en la suya, con un pequeño toque también. Yo no sabía besar y esperaba no ser una torpe.

Volvió a pasar sus labios, los deslizó con lentitud sobre los míos, tomando mi labio inferior y succionando con suavidad.

El calor me recorrió, hasta asentarse entre mis piernas.

Respondió, imitando su movimiento, besando suavemente y con lentitud.

— Soy muy mal maestro — Se disculpó contra mis labios mientras ahuecaba mis mejillas — Debo estar haciéndolo fatal.

— No, a mí me gusta — Dije y sus ojos se oscurecieron, besó mi boca de nuevo, manteniendo el ritmo suave y paciente.

Se sentía tan bien besar y ser besada, me iba a perder de eso si me hubiera metido en un convento, agradecía tanto que no me aceptaran.

Me abrió la boca y cerré mis ojos.

Deslicé mi lengua hacia su boca, con timidez, hasta rozar la suya.

Se tensó y enterró sus manos en mi cabello, con un agarre fuerte, demasiado brusco.

Me quejé.

Rompí el beso y apartó sus manos de mí.

— Lo siento — Se disculpó, con la respiración entre cortada.

— No, descuide.

Parecía perder el control, como en el estudio, cuando me robó aquel beso y pensar que a mí me gustaba su forma de actuar, tan explosiva.

Tomó distancia y desvió su vista a la ventanilla.

...****************...

La casa de Roguina quedaba en la parte baja del acantilado, una hermosa propiedad de dos pisos, pequeña, pero agradable.

Cuando entramos al vestíbulo, Roguina apareció corriendo y me estrechó en un gran abrazo que me dejó sin aliento.

— Marta, gracias al cielo que estás bien — Se apartó, acariciando mis mejillas y observándome de pies a cabeza — ¿Dónde estabas? ¿Por qué desapareciste? — Se le llenaron los ojos de lágrimas.

— No te preocupes, es un cuento largo, pero lo importante es que estoy bien — Confesé, tomando sus manos — Estoy tan feliz de volver a verte.

— Yo también, aliviada, no podía dormir, ni estar tranquila con tanta angustia.

Observó a mi lado, al conde.

— Conde Lean — La misma sorpresa llenó su rostro.

— Señorita Roguina — Se inclinó en una reverencia pequeña, como saludo.

— ¿Qué haces con el conde? — Me preguntó.

— Te lo contaré.

O'Brian apareció y se detuvo al lado de Roguina.

— Señorita Marta — Saludó, aliviado.

— Señor O'Brian.

— ¡Conde! — También exclamó con sorpresa al ver a Lean junto a mí ¿Por qué tanta impresión?

— Señor O'Brian, no deben preocuparse, la Señorita Marta ha estado trabajando en mi casa como sirvienta, no le ha sucedido nada malo — Dijo el conde, un poco incómodo ante las miradas.

— Pasemos al salón, te contaré todo con detalles — Le propuse a Roguina.

Su padre también apareció y después de una presentación con el conde, pasamos todos al salón.

Le conté todo a Roguina desde que nos separamos hasta que llegué a la casa de Lean.

No salía de su sorpresa, ni tampoco de su rabia, por el secuestro, pero agradeció mucho al conde por salvarme y darme trabajo.

Las miradas que le daba O'Brian eran extrañas, pero las ocultaba cuando lo observaba.

— ¿Vas a quedarte con nosotros? — Preguntó Roguina, después de todo el cuento.

Observé al Conde Lean.

— Si desea quedarse con su amiga, está bien.

No, no quería quedarme, tal vez en el pasado sí, pero ahora quería estar con Lean.

— No, muchas gracias, Roguina, pero me gusta la mansión y también el trabajo.

Y el conde, esa última parte la pensé.

— Entiendo, pero no olvides visitarme.

— No lo haré.

El resto de la tarde seguimos hablando, de sus negocios y cenamos en el comedor.

Después de eso nos marchamos a la mansión.

Llegamos en la noche y cuando entramos en el vestíbulo ya era tarde.

— Buenas noches, mi lord, muchas gracias por haberme llevado con Roguina, nos ha quitado un peso de encima a ambas — Me despedí y su mirada en mí fue intensa, inclinó su cabeza.

— Ha sido un placer, era lo menos que podía hacer. Buenas noches, señorita — Se alejó para ir a las escaleras, a paso rápido.

¿Qué le ocurría?

— Espere.

Se detuvo al pie de la escalera y se giró hacia mí.

Me coloqué de puntillas y rocé mis labios en los suyos. No podía contenerme, necesitaba sus besos y su cercanía.

Se tornó erguido y me observó con esa expresión oscura.

— No quise ser tan atrevida, pero me gusta que me bese.

Posé mis manos en su pecho.

No dijo nada, la nuez sexy de su garganta se movió.

Me tomó las muñecas y me jaló a su cuerpo.

Su boca aterrizó en la mía, empezó a besarme con fuerza y rapidez. Cortando mi respiración y haciéndome jadear mientras intentaba igualar los movimientos, me mordió y chupó los labios, y empujó su dureza contra mi abdomen.

Me estremecí, sin poder salir de su agarre gracias a que me tenía sujeta de las muñecas.

Dejó mi boca adolorida, deslizando sus labios por mi mandíbula.

Me arqueé, guiando mi cabeza hacia atrás cuando se desvió mi cuello.

Sentí extraños escalofríos entre mis muslos y no pude evitar soltar un gemido cuando su lengua trazó mi piel.

Me soltó de golpe y se marchó por las escaleras, casi corriendo.

¿Qué fue aquello?

1
H.M.R
Me encanto
Jackeline Gaido
Cínico cómo los ladrones de mi zona, cuando los atrapan o los matan en el robo, siempre dicen q ellos no le hacían mal a nadie, sólo se dedicaban a robar.
Jackeline Gaido
Sólo falta q sea con la sirvienta Carla, q lo fue siguiendo, y x desquite se metió con Joshua
Aurora Rico
Excelente
Vivi
Preciosa!!! Gracias!!!!
Fransury Jimenez
ese par de amigos dan risa
Berthabel Tapia
maravillosas historias, quede atrapada de principio a fin con cada una de ellas. ¡Felicidades,eres extraordinaria en tu redacción y con una imaginación única! Gracias por compartir tu talento.
Fransury Jimenez
jajaja,van a quedar juntos
Amada Castañeda
Excelente
Berthabel Tapia
jajajaja, está historia es fantástica me ha encantado.
Ely Moreno
me encantó el dibujo, plasmáste lo que yo me imaginaba al leer. felicidades
Ely Moreno
anda pues
elisa desire Segovia
me encantó es muy linda su historia felicidades continúa escribiendo
Mar Gomez
jajajaja
Ely Moreno
que sufrir con este capitulo , pensé que Lean no le iba a creer
Claudia Morales
Excelente
Ely Moreno
acaso será el tal Jaime o Javier qué acosaba a Marta??
Ely Moreno
Excelente
Ely Moreno
llego el infeliz con la familia
María sarmiento
autora. felicidades escribes tan bien q lograste q me enganchará con tus tres historias, son hermosos los personajes con toda esa tasitura q los conforma. sigue escribiendo y creando grandes historias.
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