El matrimonio arreglado de la primera hija del Conde Harris con el Duque Carnegie III y su peculiar convivencia
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Te irás conmigo
Samantha estaba completamente dolorida, caminaba tambaleándose en la punta de sus pies para no despertar a James quien dormía plácidamente en la gran cama de su habitación. El frío del suelo era cálido para ella, pues el gran cuerpo de James la había mantenido acalorada
Atravesó la división al baño y se sumergió desnuda en la tina vacía, abrió la llave para que el agua tibia empezara a llenarla
Dios, siento mi cuerpo desmayarse, James es una bestia pero me encanta, no sabía que podía llegar a experimentar todas esas cosas que él me hace sentir
Estaba tan concentrada en sus pensamientos que no se había percatado de que alguien la acompañaba
-¿No me ibas a invitar?
James, caminando como Dios lo trajo al mundo se adentró a la bañera detrás de Samantha, suavemente acunó aquel frágil cuerpo femenino entre sus piernas haciéndola sentir la firmeza de su cuerpo entre sus glúteos
Dos días después de haber compartido tanta desnudez, había logrado superar la vergüenza del contacto, se apoyó de las rodillas de su esposo para alzar la cadera y dejarlo abrirse paso en su interior. James la tomó de la cintura para ayudarle mientras regaba besos en su espalda hacía la nuca
-Esto es una sorpresa para mi- Susurró James en su oído
-No digas nada que me muero de la pena… si no quieres…
-Shhh claro que quiero, me encanta que tomes la iniciativa Samy, me encanta estar dentro de ti
Entre besos, vaivenes y caricias estuvieron compartiendo hasta que la puerta interrumpió su burbuja
Toc toc
-Mi señor, he traído su ropa… Ya esta abajo el señor Aquiles esperándolo
La voz de Bastián resonaba en la habitación, James había olvidado que debía asistir a la reunión trimestral de los ducados, había perdido al menos 5 reuniones desde que estaba en batalla y debía hacer acto de presencia para reafirmar su poder
-Déjala en la cama Bastián, sirve el desayuno, ya bajaremos
Mientras la pareja salía de la tina y se alistaba, en el comedor un amargado Víctor y las dos mujeres más pretenciosas e irritantes conocidas jamás por el duque, esperaban ansiosos ver a los recién casados que en dos días habían desaparecido
-Barbara, te dije que no usaras ese vestido, el corsé muestra mejor tus atributos
-Madre, eso no tiene importancia
-¿Qué hice para merecer los hijos inhábiles que tengo?
-No es eso madre, pero…
-Buenos días- Saludo Samantha con su tono de voz rebosante de felicidad
-Buenos días hermanita y duque
James tomo asiento en la cabecera sin responder al saludo
-Veo que has tenido unos días de descanso hija, te ves… rozagante- Victoria hablaba entre los dientes maldiciendo en su mente, era obvio lo que habían hecho esos días encerrados, la piel blanca y pura de Samantha lucia magullada, enrojecida y marcada en algunas zonas del cuello- Esta muy bien que te lleves con tu esposo, pero es una deshonra familiar que no tapes las marcas impuras que…-
No pudo terminar, el puño de James se estampó contra la mesa maldiciendo en susurro
-¿Cuándo se van a marchar? Ya no son bienvenidos en este castillo
-Te recuerdo duque que...- Víctor, quien por primera vez empezaba a hablar fue callado agresivamente por James
-No, yo les recuerdo a ustedes que esta es mi propiedad y por supuesto, de mi esposa, no acepto malos comentarios hacia ella
-¿Malos comentarios? La has marcado como si fuese de tu propiedad, mi madre solo trata de evitar un escandalo cuando alguien la vea así
-No seas absurdo, es mi esposa, no te incumbe si la marco o no, ustedes no son quien para decirme nada. Si tanto le importan los escándalos, no fuese la clase de persona que es, ten por seguro que me aseguraré de que paguen los malos actos cometidos hacia Samantha desde su niñez, ahora ¡FUERA!
-Samantha… ¿No dirás algo?
El corazón de Samantha se estrujó, nadie nunca la había defendido como él lo había hecho, esas palabras fueron alivio para ella. A pesar de que nunca guardó rencores, la voz de Víctor no se sintió conocida en ese momento
-No tengo nada que decir
-Eres un tirano ¿Cómo te atreves a corrernos?
-Me atrevo porque quiero y puedo. ¡BASTIAN! Saca a esta gente de aquí y envíalos en un carruaje de vuelta
Pronto había filas organizadas de soldados sacando a los familiares políticos de Samantha
-Sam… Tu no permitirías que nos trataran así estamos juntos desde pequeños- Víctor se acercaba a ella a medida que hablaba pero se detuvo a pocos metros pues dos soldados se encargaron de obstruirle el paso. Samantha bajó la mirada y no emitió ninguna palabra ni expresión
Lo siento, pero James tiene razón, puedo ver que él de verdad me quiere, ni mi padre me había defendido antes
-Esto no se quedará así hermanita, ya verás escalaré en la sociedad hasta que tu seas quien baje la cabeza ante mi- Barbara pataleaba en los brazos del soldado que la sujetaban hacía la salida
Al cabo de unos minutos, el silencio reinaba nuevamente en la sala del castillo. Por la mejilla de Samantha rodó una lagrima escapada de sus ojos, James la miró de reojo y caminó hasta ella
-No llores Samy, no tolero verte llorar, pero no puedo aceptar que tu familia te hable mal- Acarició su mejilla con el dorso de su gran mano deslizándola suavemente por su aterciopelada piel blanca
-Gracias- Susurró, fue la única palabra que logró decir
James al verla tan vulnerable y sentimental, subió su mano libre hacia su cintura acercándola a su cuerpo alzándola para emparejarla a su altura, deslizó el pulgar de su otra mano por sus labios y acortando espacio, unió sus labios a los suyos invadiendo su boca con su lengua tibia, dejándola sin aliento
-Iré a una reunión y luego vendré por ti… Te iras conmigo a la capital