LA PODEROSA EJECUTIVA

—Eres grandiosa, Daiana, mi hermosa rosa. No sabes cuánto te extrañaba —la abrazo fuerte contra mi pecho.

Te amo, es lo único que puedo decirte.

—Te aprovechaste de mí, sabes cómo volverme loca con tu toque y eso es trampa.

—Nos miramos y soltamos una carcajada.

—No creo que con tu forma de ser alguien pueda aprovecharse de ti, mi hermosa Daiana.

—Creo, Dante, que es mejor que nos vayamos. Tengo que ir a casa.

Me levanto con las pocas fuerzas que me quedan, siento su mirada en mí.

—¿Por qué me miras así, Dante?

—Porque me encanta mirarte. Eres hermosa, más cuando estás desnuda —me levanto y la abrazo desde su cintura—. Daiana, ¿qué vamos a hacer?.

Yo te amo y sé que me sigues amando, pero yo no quiero convertirme en tu amante —la volteo para mirarla a los ojos—. ¿Quiero que te separes de Darius?.

—Me suelto de su agarre y me visto—. Mira lo que hicimos, esto es un desastre. Lo malo es que cuando te dejas llevar por la pasión y el deseo, la realidad nos golpea, Dante.

—¿Qué pasa, Daiana?.

¿Por qué cambiaste de repente?

—Por nada, me terminé de vestir.

—Sigues pensando mucho las cosas, Daiana.

Queríamos esto, lo necesitábamos. Mírame, ¿sabes por qué? Porque seguimos amándonos como locos.

¿Por qué ocultar lo que sentimos, Daiana?.

—No oculto nada, Dante. Lo disfruté igual que tú, pero no cambia nada entre nosotros.

Fue solo sexo, Dante. Nos dejamos llevar y pasó lo que tenía que pasar.

Es tarde, tengo que irme. Me esperan en casa, los niños están acostumbrados a que les lea un cuento antes de dormir.

—Volvemos a un modo de pelea, Daiana. La abrazo y le doy un beso.

Te voy a recuperar, cueste lo que me cueste. La suelto y la dejo "ir por ahora".

—Así debemos seguir —le contesto antes de salir, con mil pensamientos en mi cabeza.

"No puedo arriesgarme a salir lastimada de nuevo, menos ahora que mis hijos están por medio". Me limpio mis lágrimas y salgo de la empresa.

—Voy saliendo de la empresa, me quedé a recoger el desorden de la oficina de Daiana, volver a tenerla en mis brazos es lo mejor que me ha pasado en esta noche.

Me subo al auto cuando recibo un mensaje.

—¿Vas a venir o no? Te estoy esperando en el bar de la siguiente cuadra de la empresa.

—Así que le contesté el mensaje, ya voy para allá en diez minutos. Estoy ahí y pide un whisky para mí.

—Como mandé el jefe, me contesta este idiota.

Diez minutos después estoy entrando al bar, lo veo y me siento a su lado en la barra.

Le doy un sorbo a mi whisky, sin mirarlo le pregunto: ¿Para qué quieres hablar conmigo?

—Dante, eres mi amigo ante todo, pero tú tienes algo que es mío. Quiero recuperarlo.

—Si así están las cosas, tú tienes algo mío también, me giro para verlo.

—Yo tengo a tres, te los devuelvo si me cuentas todo.

—Yo te cuento si tú me prometes cumplir lo que yo te pida después.

—Es un trato, Dante.

—Sabes que Janeth es mi mujer —le digo nervioso.

—Sí, Darius, lo sé. Me enteré el día que estuvimos aquí, firmando la sociedad.

—¿Sabes por qué Janeth me dejó y se fue con otro?

—Solo te puedo decir una cosa, Darius, tu mamá es la culpable.

El resto te lo contará Janeth, con puntos y señales, amigo.

—Una última pregunta: ¿Por qué Janeth no viene a la empresa y trabaja desde casa?

—Darius, por seguridad. Si quieres saber más, te llevo ahora mismo.

—Dime qué quieres, Dante, por la información.

—Quiero que le des el divorcio a Daiana. No me mires así, sé que tú quieres estar con Janeth y yo quiero estar con mi mujer.

—¿Tu mujer, Dante? ¿Estás seguro, amigo?.

—Sí, ella es mi mujer, Darius. Daiana no te ama, me sigue amando ¿por qué crees que llegué tres horas más tarde a nuestra reunión?.

Porque acabo de acostarme con mi mujer, como dices tú, Darius. Ella es mía, solo mía. La quiero de vuelta, dale el divorcio. Mi hermosa rosa me sigue amando, te traicionó, te ha sido infiel y así la quieres tener para ti. Ella nunca me ha dejado de amar, yo sigo en su corazón.

—Jajajajaja, Dante, no me hagas reír más. Me quieres lastimar, amigo, para que le dé el divorcio. Pero es que no puedo. Daiana no es mi esposa y sus hijos tampoco son míos, sino que tú eres el padre de esos bellos niños.

—¿Qué estás diciendo, Darius?

—¿Eres sordo o te haces, Dante? Eres el padre de los hijos de Daiana, ella te ama.

—¿Por qué me ha negado a los niños, Darius?.

—Porque está enojada. Al enterarse de que dudaste de su amor, sintió un dolor muy grande. Está herida, Dante. La vi llorar. Como te estoy viendo en estos momentos llorar, Dante. Solo sé que Daiana no quiere que la vuelvas a lastimar, ahora menos que los niños están en el medio.

—Darius, estoy muy feliz. Tengo dos hijos con la mujer que amo, dos frutos de nuestro inmenso amor. He sido un tonto. Por la mala decisión que he tomado, he perdido cinco años de la vida de mis hijos.

Voy a hacerla feliz, lucharé para que vuelva a confiar y creer en mi amor por ella. Gracias, amigo por decirme la verdad.

—Dante, esto queda entre los dos. Daiana no se puede enterar de que te conté la verdad, o me mata. ¿Me llevas a ver a Janeth, Dante?

—Sí, pero tengo que decirte algo más, amigo. Tú también eres padre. Tienes una hija de cinco años y se llama Victoria.

—¿Por qué Dante, ella no me buscó?.

—Darius, por proteger a su hija y a tu pequeña bebé. Amigo, quiero que entiendas que ella te ama mucho y tu hija te conoce, aunque sea por fotos.

—No llores, parecemos dos damas en apuros jajaja.

—Eres un idiota, Dante. Llévame a verla.

—Vamos, se va a poner muy feliz de verte. Paga los tragos...

Continuara....