Prisionera Del Sultán

Tras doce horas de vuelo, el avión finalmente tocó tierra en Nueva York, la ciudad que representaba un nuevo comienzo para Aziza y Bahiya. Con el corazón latiendo con anticipación, Aziza se preparó para enfrentar lo desconocido una vez más.

Al salir del avión y adentrarse en el bullicioso aeropuerto de Nueva York, Aziza buscó ansiosamente entre la multitud, preguntándose quién estaría esperándolas. Se había preparado para cualquier cosa, excepto lo que vio a lo lejos: una figura familiar de pie, con una sonrisa radiante y un brillo de anticipación en los ojos.

Aziza se detuvo en seco, con el aliento atrapado en su garganta, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas de alegría y asombro. Allí, de pie entre la multitud, estaba su hermana Nazira, con una mano sobre su prominente vientre.

El mundo pareció detenerse por un momento mientras Aziza y Nazira se miraban a los ojos, sin palabras pero con elocuencia en cada gesto y mirada. Y entonces, sin pensarlo dos veces, Aziza camino hacia su hermana.

Con lágrimas de alegría resbalando por sus mejillas, Aziza se abrazó a Nazira con fuerza, sintiendo el calor reconfortante de su amor fraternal. En ese abrazo, se encontraron dos almas que se habían extrañado durante demasiado tiempo, unidas una vez más por el lazo indestructible de la familia.

El aeropuerto a su alrededor parecía desvanecerse en insignificancia mientras Aziza y Nazira se aferraban el uno al otro, sumergidos en el éxtasis del reencuentro. Y en ese momento de pura felicidad.

— Pensé que vendría un empleado dijo Aziza.

— ¿Cómo crees que enviaría a un empleado por ti?, Estás tan hermosa la última vez que te vi eras una niña dijo Nazira.

Nazira Rai'f era mayor que Aziza era cinco años mayor. Pero su padre le permitió cuando tenía dieciocho años que Nazira viajará a Londres a estudiar enfermería.

El problema es que Nazira se enamoró terminó sus estudios y no regreso. Así que dejo de ver a su hermana. Eso provoco que Rai'f restringiera la vida de Aziza, ella no tuvo libertad y en cuanto cumplió diecisiete Rai'f comenzó a buscar un marido para Aziza, fue así como pacto el matrimonio con Akram en cuanto Aziza cumplió los dieciocho años.

Nazira tomó a su hermana del brazo y caminaron hacia la salida donde las esperaba una limusina.

— Debes estar cansada por tanto viaje, ahora podrás descansar en dos días viajaremos a Brasil dijo Nazira.

— ¿Será seguro?, exclamó Aziza preocupada.

— Por supuesto no te preocupes, en algún momento sabrás que estuviste aquí pero falta para eso, Andrew te protegerá ya lo hemos hablado exclamó Nazira.

La limusina se detuvo en un exclusivo edificio, su hermana tenía un precioso Penthouse.

— ¿ Tu esposo tiene dinero? dijo Aziza.

— Le va muy bien, no tienes que preocuparte por eso. Estaremos bien.

Luego de comer algo y darse un baño Aziza durmió profundamente por doce horas, Nazira abrió la puerta y miró a su hermana se veía tan pequeña.

Andrew St Clar ingreso al Penthouse había pasado todo el día de reunión en reunión.

En cuanto vio a su esposa la besó apasionadamente, — No seas descarado, si nos viera Aziza moriría de la impresión. Él sonrió y le besó el vientre.

— ¿ Dónde está tu hermana?, muero por conocerla.

– Está durmiendo, creo que es la primera vez que lo hace con tanta calma en días dijo Nazira.

— ¿Has hablado con ella?, pregunto Andrew.

— Aún no quiero que esté tranquila, exclamó Nazira.

— Lo sé y lo entiendo la apoyaremos en todo, y cuidaremos de ella, pero ya lo hablamos si él decide buscarla la va a encontrar.

— Hablaré con ella en cuanto estemos en Brasil, mañana la llevaré a comprar ropa no ha traído casi nada.

— Está bien, dijo Andrew besándola.

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Aziza observaba la impresionante hacienda cafetalera en Brasil, donde su hermana Nazira residía en una elegante casa de dos pisos. La vivienda se erguía majestuosamente entre los exuberantes campos de café, creando una imagen pintoresca y acogedora en medio de la naturaleza. La hacienda se encontraba en un vasto terreno rodeado de extensos campos de café, con filas ordenadas de plantas verdes que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Los edificios principales, construidos en un estilo colonial, destacaban con su imponente arquitectura y techos de tejas rojas. Había una atmosfera de serenidad y trabajo en equipo, con trabajadores recorriendo los campos y cosechando los granos con cuidado. El aire estaba impregnado con el aroma fresco del café, mientras que el sonido de la naturaleza llenaba el ambiente, creando un paisaje idílico era tan diferente a Marambit.

Estaba absorta en la imagen cuando sintió por primera vez a su bebé moverse, ella sonrió mientras apoyaba a su mano para sentir a su bebé.

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Mientras Aziza y Nazira se abrazaban con lágrimas de felicidad en el aeropuerto de Nueva York, a miles de kilómetros de distancia, en el palacio de Marambit, Akram, el esposo de Aziza, estaba sumido en una furia incontrolable. Sus ojos centelleaban con ira mientras escuchaba la noticia de que su joven esposa había logrado escapar del palacio con la ayuda de Bahiya.

Sin embargo, en lugar de perderse en la desesperación, Akram se endureció con determinación. No consentiría que su honor fuera mancillado de esta manera. Ordenó a sus hombres más leales que se dirigieran inmediatamente a Londres, el último lugar donde sabía que Aziza habia estado. No importaba cuánto tiempo tomará, ni cuántos recursos debiera gastar, él haría todo lo posible para recuperar a su esposa y restaurar su honor.

Con el rostro endurecido por la rabia, Akram se preparó para emprender la persecución de Aziza, sin importar las consecuencias. El amor que alguna vez había sentido por ella se había transformado en una obsesión, una obsesión por recuperar lo que consideraba suyo por derecho.

Mientras los hombres de Akram partían hacia Londres, el palacio resonaba con la agitación de la búsqueda, con cada guardia y sirviente en alerta máxima. La sombra de la ira de Akram se cernía sobre el palacio, oscureciendo cualquier esperanza de paz o felicidad.