La Problemática Llegada Del Amor

La cabeza me estaba explotando. Me arrepentí al instante de haber abierto los ojos debido al dolor en esa parte de mi cuerpo. Solo me tomó seis segundos antes de ver con claridad mi alrededor. Estaba desnuda, cubierta de la cintura hasta los muslos por unas finas sábanas blancas manchadas de lo que parecía ser sangre. ¿Qué pasó anoche?

El dolor de cabeza se intensificó cuando traté de recordar lo sucedido. También sentía un ardor leve en mi entrepierna, dándome una idea de la noche anterior. ¿Me había acostado con Erick? Y si no, ¿con quién?

Me envolví en la sábana y me dirigí al espejo de cuerpo completo que estaba a un lado de la habitación. Al estar frente a él, dejé caer la sábana y observé mi desnudez. Las marcas rojas que iban desde mi cuello hasta mis muslos aumentaron mi preocupación, y el dolor de cabeza se volvió más intenso.

¿Qué fue lo que hice?

Como si esperara exactamente que me hiciera esa pregunta, un rápido y borroso recuerdo surgió en mi mente:

Recuerdo cómo mordía mis labios con gentileza, mientras sus manos descendían hacia mis glúteos para acariciarlos de forma sutil, y su boca se separaba de la mía para atacar mi seno.

Sentí un escalofrío. Mis manos temblaron y mis ojos recorrieron rápidamente cada rincón de la habitación en busca de una nota o algo que pudiera ayudarme a recordar todo con claridad. Necesitaba confirmar si había estado con Erick. A pesar de lo que me había hecho, prefería haber pasado la noche con él que con un desconocido, o haber sido violada. Volví a sentir un escalofrío ante ese último pensamiento.

Fui al baño y me duché durante un largo rato, aprovechando el silencio para intentar recordar algún detalle que pudiera ayudarme a entender lo sucedido. Mientras pasaba mis manos por mi cara para secar las gotas de agua, noté un detalle: portaba un anillo en mi dedo anular que seguramente era más caro que yo.

Otro recuerdo de la noche volvió a mi mente:

Él gimiendo roncamente, aferrándose a mi cintura, chocando contra mi pelvis con cada estocada y llegando con su miembro hasta lo más profundo de mí, adueñándose completamente de mi placer.

Mis manos inquietas se apartaron de mi vista. Sentí una dolorosa sensación en mi pecho. Estaba segura de que el anillo lo decía todo por sí solo; a nadie le entregan un anillo para violarlo, ni un desconocido se atrevería a proponer matrimonio en el primer día de conocerse. Así que definitivamente estuve con Erick. ¿Pero por qué me hacía esto? Era increíble que, después de humillarme de tal manera, pensara en ponerme un anillo en el dedo. Era patético.

Salí del baño y busqué mi vestido con la mirada hasta encontrarlo. Caminé hacia la puerta y lo tomé para vestirme. Tuve que amarrar la tela poco a poco para cubrir mi desnudez, ya que estaba totalmente roto, al igual que mis bragas, que me puse después de amarrar la tela. Ya vestida, miré las sábanas en el suelo, el anillo en mi dedo y las sábanas manchadas de la cama, y lloré. Era una patética. Toda mi vida escondiendo mi vida íntima para que se fuera al traste de esta manera, sin saber con certeza con quién o cómo había pasado. ¿Por qué tuve que beber? ¿Por qué me emborraché?

Era demasiada humillación, y como si eso no fuera suficiente, volví a recordar:

— Sí, acepto.

— Primero apaga la luz...

— Te amo...

— Ya te echaba de menos.

¿Si me amaba entonces por qué no despertaba a mi lado? ¿Por qué no esperó a que estuviera sobria? ¡¿Dónde estaba él?!

Miré las sábanas manchadas por última vez, caminé hacia la puerta de salida y la abrí, mirando hacia el interior antes de salir.

Cálmate... Entrégate a mí... Te amo...

Su voz resonaba en mi cabeza como si estuviera cerca, y los recuerdos llegaban uno tras otro. Curiosamente, cada escena recordada seguía siendo borrosa en mi mente, pero estaba convencida de que algo andaba mal. Tenía la sensación de haber visto ese anillo antes, y esa voz, esa no era la voz de Erick.