Phoebe es obligada por su padre a casarse con un frío y anciano hombre por dinero.
En tanto que el terminó comprando una esposa, y aunque esta le reclamara que fue obligada, el alega que nunca le puso un arma encima para aceptar.
Siendo ese el caso, donde su relación con una enorme diferencia de poder y edad prevalece por lo alto, donde deberá acostumbrarse a su nueva vida, ¿Podrá ella encontrar la felicidad?
¿Podrá su corazón al final sentir amor?
O la vida, caprichosa por naturaleza, al igual que el destino, ¿Le deparará algo más que moverá su mundo de pies a cabeza?
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Hijo
Sentado en la oscuridad de su oficina, Benicio reflexionaba sobre lo ocurrido ese día. Por un instante había tenido la esperanza de alguna vez haberle importado a su padre aunque sea solo un poco, pero ahora se sentía basureado. Su padre solamente lo había heredado, para que se hiciera cargo de su muñequita de turno.
Beata ingresó en ese preciso momento.
— Cariño ¿ qué haces aquí en penumbras?, pregunto ella.
— Podrías golpear la puerta la próxima vez, comento él.
— Cariño soy tu madre, no hay nada que no haya visto. Benicio puso sus ojos en blanco, su madre podía llegar a ser exasperante a veces. Tenemos que hablar.
— ¿De qué?, pregunto él sorprendido por el tono de su voz.
—¡Sé que Ángelo te heredó sus bienes!, y debes aceptarlo.
— No hablaremos de eso dijo él, poniéndose de pie, dirigiéndose al comedor para cenar.
Beata siguió a su hijo, quejándose por su comportamiento irracional.
Benicio se sentó en la cabecera de la mesa seguida por su madre que le ordenó a la empleada que sirviera la comida.
— Porque no puedes ser razonable una sola vez, comento Beata.
— Soy muy razonable, tengo mis propios negocios, no necesito nada de él.
— No puedes comparar una cosa con la otra, la fortuna de tu padre… Benicio levantó la mano haciendo que su madre se callara.
— Tienes razón no tiene comparación, lo mio me lo he ganado a pulso con dedicación, tal vez para ti no cuente pero para mi si respondió Benicio.
Beata lo miró confundida en su afán por intentar convencerlo no se había dado cuenta de que había menospreciado todo su esfuerzo.
— Por supuesto que cuenta, pero a lo que iba es que tú eres su hijo, eres el único con derecho de disfrutar todo eso.
— Su viuda también lo heredó además de que tendré que cargar con ella
— Pero no es justo que esa mujer se quede con todo, porque si tú no aceptas las condiciones esa mujer en cinco años se quedará con todo respondió Beata, sorprendiendo a su hijo.
— ¿Quién te dio la información?, pregunto Benicio.
— No importa,sé que no quisiste escuchar al abogado, pero a mí me escucharas. Debes aceptar la herencia de Ángelo, cumplir sus condiciones y despojar a esa mujer de todo exclamó Beata.
— ¿Pretendes que estafe a esa mujer?, pregunto él sorprendido.
— ¿Porque estafar?, si se metió con Ángelo, porque no lo haría contigo, solo debes jugar bien tus cartas dijo Beata.
Benicio dejo los cubiertos sobre la mesa, tomó la servilleta y se limpió los labios con un suave movimiento, estaba estupefacto. No sabía como responder a semejante sugerencia.
— Buen provecho, te veré mañana dijo él.
— Benicio, no puedes compórtate como un niño pequeño exclamó Beata.
— Madre sabes que siempre te he respetado, por eso mismo prefiero irme dijo Benicio saliendo de la casa, subió a su deportivo y se alejó a toda velocidad.
Fue en busca de distracción, en cuanto llegó a uno de los más exclusivos bares de Roma, vio a su amigo Leandro, conversando alegremente con dos mujeres, Benicio se dirigió directamente a la barra y pidió un trago.
Estaba bebiendo cuando su amigo se acercó a él.
— Pensé que te sentarías con nosotros comento Leandro pidiendo un trago para él.
— Deja la botella, exclamó Benicio.
— ¿Así de malo fue el testamento?, comento Leandro.
— El problema no es el testamento. El problema es mi madre, tienes suerte de no ser hijo único comento Benicio.
— ¿Qué quiere tu madre?, pregunto Leandro.
— Que acepte los términos del testamento de Ángelo Della Giovanna exclamó bebiendo un trago.
— ¿Cuáles son los términos?, ¿tan malo es?, pregunto él.
— 55% de sus acciones empresariales, propiedades, con la condición que lo administre durante cinco años, caso contrario no podré disponer de nada.
— Hay que admitir, que pese a que no trató contigo te conocia lo suficiente para saber lo que harías dijo Leandro en un tono divertido.¿ Supongo que el problema son los cinco años?
— No exactamente, el 40% de sus acciones es para la viuda además de una propiedad y el 50% de la casa de aquí de Roma la cual compartirá conmigo, pero ahí no termina, ella tampoco podrá disponer de sus acciones por cinco años y nombro un administrador exclamó Benicio.
— Seguramente pensaría que lo despilfarraría en zapatos exclamó Leandro ¿Quién será el administrador?, pregunto él.
— Yo, si aceptara obviamente exclamó Benicio.
— ¿Porque crees que lo hizo?, ¿ tu madre que opina?, pregunto Leandro.
— Mi madre, exclamó. Quiere que seduzca a la viuda y me quede con todo dijo Benicio levantando su vaso.
Leandro levantó su vaso y brindó con él.