La Niñera

El tiempo pasó y el único contacto que tenía con Rodrigo era cuando pasaba a recoger a los niños, César se había vuelto un gran compañero de charla, no lo podía considerar un amigo porque no sabía lo que pasaba.

Al verlo tan feliz con los gemelos me llenaba de alegría, a mí ni me miraba y cuando lo hacía no era la mejor de las miradas.

A pesar de que ya habían pasado dos años casi íbamos a cumplir los tres, había intentado de mil maneras acercarme a él, pero todo era imposible. Este hombre no es para nada fácil de llevar y menos cuando al parecer está enamorado de otra.

- Donde andas el día de hoy. - no podía faltar la llamada de Javier.

- En el centro comercial, dando una vuelta.

- Mirando que le vas a comprar a mi hermano por su aniversario.

- Me conoces muy bien.

- Llevamos tres años compartiendo mucho tiempo, puedo decir que te conozco mejor que tu propio esposo.

- Eso me preocupa mucho puede que más adelante ese conocimiento lo uses en mi contra.

- Nunca haría algo como eso, no soy como mi hermano. - solo pensar en él me recordaba lo mal que nos llevamos y faltan dos años para que todo esto acabe. - Sigues conmigo.

- Acá estoy, y tú dónde andas.

- Viendo a una mujer hermosa, está comprando algo.

- Debe ser alguien muy especial para que tú faltes a la empresa y la estés siguiendo.

- Si es alguien especial.

Mientras seguíamos hablando no me percate de que alguien me estaba siguiendo, no fue hasta que entre a una cafetería a tomar algo.

- Por fin descansas. - el susto que me provocó fue casi mortal, por poco y boto el café.

- Porque siempre me haces esto.

- Es divertido seguirte y emboscarte es más divertido de esa manera, además te ves demasiado linda e inocente cuando te asustas.

- Deja de decir bobadas.

Nos miramos por un momento y no pudimos contener la risa, para muchos podría verse como una situación de enamorados, pero eso estaba muy lejos de serlo, la amistad que habíamos entablado era muy linda.

Mientras seguíamos hablando y recordando cosas del momento en que nos habíamos vuelto tan amigos, mi celular comenzó a sonar y no eran llamadas sino notificaciones. Trate de ignorarlas, pero fue imposible, el sonido del celular se volvió más insistente, así que decidí revisar quién era el que escribía tanto.

En mi mente imaginaba que Rodrigo me estaba buscando como loco, al ver que no me encontraba en la casa, me imaginé muchas cosas y puede que hasta se me dibujara una pequeña sonrisa.

Pero al abrir en chat todo cambio, las fotos que me habían enviado eran de Rodrigo, pero no como las quería. Mi mano empezó a temblar y Javier al ver mi cambio tomo el celular. Lo único que hizo fue maldecir y apagar el celular.

- Cálmate Clara, este no es el momento de ponerse así. - mis manos temblaban mis ojos se llenaron de lágrimas, comencé a ponerme de pie, pero las piernas me fallaron dejándome caer nuevamente a la silla.

- Cómo fue capaz de hacerme esto, le he entregado mi vida y fidelidad y me sale con estas, no podía esperar hasta terminar el maldito contrato.

- Puede que sea un error.

- No lo es, él siempre me ha tratado de comparar con mi hermana, pero nunca pensé que me traicionaría de esta manera, la verdad nunca pensé que...

- Siempre tuviste la esperanza de que él se enamora de ti.

- Tan estúpida parezco.

- No lo eres, un poco ingenua, pero no más.

Mientras él me hablaba mi cuerpo volvió a responderme, ya me había calmado un poco; sin embargo, el celular volvió a sonar, Javier no me lo quería pasar, pero lo tome a la fuerza.

Me habían enviado un mensaje "feliz aniversario querida hermanita, que lástima que tu esposo no lo esté celebrando contigo sino acá conmigo en la casa de la playa, pronto nos veremos y todo cambiará".

Deje caer el celular y me puse a llorar, era la primera vez que sentía algo por alguien y terminé engañada y con el corazón hecho pedazos. Nadie me había preparado para un golpe tan duro como este, aunque mi padre me lo había advertido.

Los minutos pasaban y yo no dejaba de llorar, lo único que hizo Javier fue abrazarme era justo lo que necesitaba, un hombro en el que llorar y poder desahogarme.

Ya cuando mis ojos no tenían más lágrimas, me quedé ahí inmóvil esperando que todo lo que había visto y leído fuera una mentira. Pero la realidad era otra, ahora tenía que enfrentar lo que se avecinaba, aunque no sabía bien de qué forma lo iba a hacer.

- Ya te encuentras mejor. - tan lindo él, pero cómo podría confiar si Javier es hermano de Rodrigo él sabía de si aventura y no me lo dijo para no hacerme sentir mal o está igual de sorprendido como yo.

- ¿Lo sabías?.

- Te juro que no, sé qué mi hermano puede ser un gilipollas muy a menudo. Pero nunca pensé que te haría algo así.

- Que voy a hacer ahora, sigo con el cómo si nada o me alejo del todo y le dejo el camino libre a los dos.

- La única persona que puede responder a eso, eres tú.

Él tenía razón. La única persona que debía de tomar una decisión era yo, pues al fin y al cabo yo me metí en ese enredo, y yo fui la culpable de haberme involucrado sentimentalmente con él.

- Llévame a casa.

- ¿Qué pretendes hacer?.

- No lo sé todavía, Rodrigo vuelve hasta dentro de un par de días, eso fue lo que me dijo Felipe, puede que de aquí aya yo no esté.

Mis palabras sonaron sin mucho aliento, pero fue lo que permitió que Javier no me volviera a hacer más preguntas.

El camino a casa estuvo más callado que nunca, algo que no nos pasaba desde que nos habíamos conocido. Por mi mente pasaban aquellas imágenes, Rodrigo y Anahí juntos en la cama y completamente desnudos.

En sus ojos se podía ver la adoración, el amor, la pasión y el afecto que sentían, él nunca me iba a mirar de esa manera, porque yo no era lo que él quería, lo único que quedaba por hacer era alejarme sin hacer mucho escándalo, al fin y al cabo nadie sabía de nuestra unión y nadie se enteraría de nuestra separación.

Ya de regreso a casa, fui hasta la habitación de los gemelos les di un beso, eso era lo único bueno de haberme casado con él, los mire por una última vez, no sabía que iba a pasar más adelante o si me reuniría de nuevo con ellos, luego subí a la habitación de él y dejé una pequeña carta y el anillo.

Nada bueno iba a salir si me quedaba con el anillo, puede que a mi hermana le quede mucho mejor.