Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.
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Capítulo 14. ¿Qué harás si lo vuelves a ver?
Capítulo 14. ¿Qué harás si lo vuelves a ver?
Eran las diez de la mañana, Isabell terminaba de ducharse, salió del baño con una bata y se sentó sobre la orilla de la cama para aplicar su crema corporal. Su teléfono sonó antes de que pudiera terminar, limpió sus manos sobre la bata para quitar el exceso de crema, tomó su celular y sonrió al ver el nombre en la pantalla.
- ¡Hola\, amiga! – Saludó a Elaine. – Se supone que estás en el trabajo\, ¿o no? – Cuestionó Isabell.
- Solo me estoy tomando un breve descanso. Y… bueno\, ya no te hablé para saber cómo te la habías pasado en tu cumpleaños.
- No estuve sola si es lo que te preocupa. – Dijo Isabell. – Salí a cenar con unos amigos de la escuela de lenguas.
- Por un momento pensé que me dirías que la pasaste con… bueno\, ya sabes. – Isabell sonrió. – Bell\, en serio\, después de tanto tiempo\, no crees que ya es hora.
- No estoy interesada en eso Elaine\, lo sabes. Aún no. – Respondió a la defensiva.
- Bell\, no entiendo cómo le haces para soportar por tanto tiempo no estar con alguien.
- Isabell respondió con una fuerte carcajada. - ¿En serio? ¿Es eso lo que te preocupa? – Replicó.
- Pues sí\, después de tanto tiempo… o tienes temple de acero o simplemente no ha aparecido el hombre que te quite el sueño o más que eso. – Sonrío burlonamente.
- No tengo mucho tiempo para pensar en ello\, pero… - Isabell sonrió pícaramente por lo que estaba a punto de confesarle a su amiga. – Hace un par de semanas\, paseaba con dos de mis amigas y… bueno\, ellas son muy parecidas a ti\, ya sabes\, algo alegres y coquetas – hizo una pequeña pausa tomando valor – se detuvieron frente a una tienda para adultos y me hicieron entrar casi a jalones. Sentía que la cara me ardía por todo lo que había disponible y una de ellas compró ‘un amiguito’\, así lo nombró\, lo peor es que me lo regaló frente al joven que atendía.
Isabell podía escuchar las carcajadas de su amiga al otro lado de la línea, le tomó un par de minutos recuperar el aire y la voz, Elaine podía imaginarse la imagen completa, conocía a su amiga mejor que cualquier otra persona, Isabell nunca se hubiera atrevido a entrar a una tienda de ese tipo por sí sola, así es que agradecía mentalmente a las amigas de la bella mujer por instarla a probar nuevas experiencias.
- Y dime\, ¿al menos lo has usado? – Cuestionó burlonamente.
- Claro que no\, no voy a negar que luce tentador\, sobre todo en esas noches en las que me siento demasiado abochornada\, pero no\, no me he atrevido a ello\, supongo que soy de la vieja escuela.
- Bueno\, no tiene nada de malo cariño – dijo Elaine – pero\, definitivamente no hay nada que se compare o que pueda reemplazar el placer de estar con un hombre. – Isabell bajó la cabeza pensativamente\, ella mejor que nadie lo sabía\, pero\, aún no se sentía preparada para entregarse a otro hombre.
- Lo sé\, pero aún no me siento lista. – Se excusó.
- Cómo lo sabes si no lo intentas – Elaine dejó escapar un fuerte suspiro – escucha\, sé que lo que pasaste no fue fácil\, pero debes de soltar de una vez por todas\, ¿cuánto tiempo más necesitas estar alejada para olvidarte de él? Isabell\, sabes que tus padres te extrañan y yo también amiga\, no seas tan injusta con nosotros\, en algún momento tendrás que regresar y ¿qué harás si lo vuelves a ver?
Lo que Isabell no sabía es que Joseph la había estado buscando durante mucho tiempo, si no había tenido éxito es porque su padre se había encargado de cubrir muy bien el paradero de su hija no permitiría que Joseph apareciera de nuevo en su vida. Los únicos que tenían su nuevo número de teléfono eran los familiares cercanos y solo sus padres sabían dónde estaba viviendo.
Joseph apareció frente a Elaine varias veces después de que ésta saliera del instituto en el que trabaja como directora, esperaba que ella pudiera darle información sobre Isabell, hubo ocasiones en que su estado miserable le dio algo de compasión, pero siempre se mantuvo firme respecto a su respuesta, negaba saber sobre ella y aunque era consciente de que Joseph no le creía, no había nada que él pudiera hacer para obligarla a contarle sobre su paradero.
- ¿Qué se supone que debo de hacer según tú? – Cuestionó Isabell.
- Dejarte llevar\, sal con tus amigas a cualquier bar o antro y enrólate con el primer hombre que muestre interés\, no tienes por qué verlo después de eso\, de cualquier forma\, dudo que lo vuelvas a ver\, por lo regular los hombres sol están interesados en una sola noche\, huyen del compromiso.
- ¿En serio me estás aconsejando eso? – Cuestionó Isabell con cierto disgusto.
- Solo quiero que disfrutes de tu soltería\, prueba algo diferente\, al menos ve a tomar una copa\, no necesitas terminar en la cama de nadie si no quieres. – Las dos sonrieron – Debo colgar linda\, te llamo luego\, cuídate y recuerda lo que hablamos.
Isabell colgó la llamada, se recostó sobre la cama con el celular en la mano y la otra acariciando su frente, pensaba en las palabras de su mejor amiga, movió la cabeza de un lado a otro intentando alejar esa silenciosa voz que le decía que sí. Se puso de pie y se acercó al clóset para buscar la ropa que se pondría, justo a la vista estaba el paquete que su amiga Alessandra le había dado, tomó la caja rectangular y observó la imagen de la caja, sus mejillas se sonrojaron al reaccionar y de inmediato lo regresó a su lugar.
Después de que terminara la clase de alemán a la que asistía, sus amigas acordaban ir a un bar muy famoso que estaba sobre la calle principal de la ciudad y al que la gente opulenta solía visitar los fines de semana.
- Isabell\, ¿qué opinas? ¿te nos unes? – Preguntó Alessandra.
- No lo sé chicas\, no creo. – Respondió Isabell.
- Anda linda\, solo serán un par de copas. – Insistió Alessandra.
- No insistas – intervino Dalia – Sabes dónde estaremos\, si te animas\, nos vemos ahí.
Las chicas se despidieron de ella con un beso en la mejilla, Isabell se quedó pensativa mientras se tomaba su tiempo para poner en marcha su auto, condujo directo a su departamento, saludó distraídamente al guardia de la entrada y una vez en la privacidad de su solitario hogar se dispuso a servir una taza de te y disfrutarlo en el balcón de su habitación. Al terminar la última gota de té, regresó al interior de su habitación, se quitó las botas y se acostó en la cama, encendió el televisor intenta distraer su mente con algo de la programación local. Pasó los canales, uno tras otro sin éxito, no había nada que llamara su atención, poco a poco el sueño la fue venciendo.
Eran las siete de la noche cuando se despertó sobresaltada, una fuerte sensación de frío la despertó, además, había olvidado apagar el televisor, se puso de pie, afuera, el sol ya se había ocultado, el cielo pintaba algunas chispeantes estrellas, y un ligero toque de humedad llegó a sus fosas nasales, cerró la ventana de su habitación y encendió el reproductor de música, mientras se quitaba el pantalón quedándose únicamente con una blusa de botones que a penas y lograba cubrir su ropa interior baja.
Cerró los ojos al recordar la canción que estaba sonando, con el control del televisor en la mano se dispuso a cantar en voz alta: ‘Solo quería divertirme, aprender a volar, aprender a correr, dejé que mi corazón decidiera el camino cuando era joven. En el fondo siempre debí saberlo, que esto sería inevitable, que para ganarme el respeto tendría que pagar y abrazar mi alma. Sé que no soy la única, que se arrepiente de las cosas que ha hecho, a veces siento como si sólo fuera yo la que no puede aguantar el reflejo de lo que ven. Ojalá pudiera vivir más, mirar al cielo y no sólo al suelo, siento como si mi vida pasara como un relámpago y todo lo que puedo hacer es observar y llorar. Extraño el aire, extraño a mis amigos, extraño a mi madre, extraño cuando la vida era una fiesta qué organizar, pero eso fue un millón de años atrás’.
Isabell se detuvo un momento, bajó el control y se quedó pensativa observando hacia la noche, no había nada de lo que ella se arrepintiera de su pasado, entendía que todo eso debió pasar para hacerla crecer como persona, como mujer, ya no sentía pena por ella, había enterrado en lo más profundo de su ser ese sentimiento que una vez se aferraba con fuerza en su corazón, si regresaba a Nashville y se encontraba de nuevo con él, estaba segura de poder verlo de frente con la cabeza en alto, no era ella quien tenía que bajar la cabeza, no era ella quien había fallado y ahora, ahora solo quería salir de ahí, disfrutar de su vida, dejar de lamentarse, dejar de abrazar su soledad y abrir los brazos a la vida. Quizás no llegaría tan lejos, no al menos a lo que su mejor amiga sugirió, pero un par de copas no le caerían mal en esta fría noche.
te agradezco no poner fotos de referencia, cada le da forma a los protagonistas y eso es valorable