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ERICK

ERICK

Status: Terminada
Genre:Completas / Intrigante / Policial / Casos sin resolver
Popularitas:1.6k
Nilai: 5
nombre de autor: JH NOVEL

Erick un antiguo detective retirado es una persona obsecionada con un caso de desapricion del pasado resibe una misteriosa llamada anonima que lo llevara a volver al caso, el inicio que comenzo con esta llamada lo metera a los planes de una organizacion que nos dice que el secuestro de laura no es tan simple como parece

La historia está hecha para que te preguntes si hubieras seguido las decisiones que Erick toma a lo largo de la historia

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¿Cuan profundo crees que esta la corupcion en la policia?

La conversación termina tan abruptamente como comenzó. El policía del coche central cierra la ventana con un chasquido seco, y casi inmediatamente, las cinco patrullas policiales, como si obedecieran una señal invisible, inician su marcha, sus luces giratorias desvaneciéndose en la distancia. Nos quedamos allí, inmóviles, observando cómo se alejan, dejando tras de sí un silencio aún más denso y ominoso que el que precedió a su llegada. La escena, el escenario de nuestro reciente horror, parece ahora más vacío, más inquietante que nunca. La sensación de estar observados, de ser pequeños y vulnerables ante una fuerza mucho mayor, nos oprime. Un frío glacial recorre mi espalda, un frío que no proviene solo de la noche.

Un acuerdo tácito, una comprensión muda, se establece entre María y yo. No necesitamos palabras. La casa de huéspedes, con sus secretos y sus horrores, se ha convertido en un lugar demasiado peligroso para permanecer. El camino hacia mi apartamento se recorre en silencio, nuestros pasos resonando en el vacío de la noche. El viaje es corto, pero se siente interminable, cada esquina, cada sombra, se convierte en una potencial amenaza, en una extensión de la oscuridad que habita ahora profundamente en nuestros corazones. En el apartamento, el silencio es un alivio, pero también una carga. El horror de la noche se cierne sobre nosotros, palpable, un peso invisible que opaca incluso la tenue luz de la lámpara. La sensación de vulnerabilidad persiste, y la incertidumbre acerca de lo que nos depara el futuro se convierte en una presencia tangible, fría e implacable. El descanso parece una meta inalcanzable, un lujo que la realidad actual niega. El miedo, silencioso y persistente, se instala en el silencio del apartamento.

El horror de la noche anterior aún se aferra a mí como una sombra persistente. María, con los ojos llenos de una fatiga que refleja la mía, decide quedarse. La cama, sin embargo, se siente más como un campo de batalla que un lugar de descanso. El sueño se resiste, huye de mí como un espectro, perseguido por las imágenes de los ojos negros del adolescente, la carne derretida de la figura misteriosa, el silencio inquietante de la casa de huéspedes. Las piezas del rompecabezas, aunque encajan cada vez mejor, parecen formar una imagen más terrorífica, un retrato de una oscuridad abrumadora. Pese a todo, el agotamiento, finalmente, vence a mi mente hiperactiva. Caigo en un sueño agitado, interrumpido por pesadillas que bordean la realidad.

El sol ya se asoma entre las cortinas cuando un golpe en la puerta me despierta. Son las diez de la mañana. El golpe es firme, insistente. Un escalofrío me recorre la espalda. ¿Quién podría ser a esta hora? Con el corazón latiendo con fuerza, me acerco cautelosamente a la puerta. La abro con lentitud, expectante.

Del otro lado se encuentra Mark, mi antiguo compañero de la brigada. Tiene veintiséis años, pero sus ojos, normalmente brillantes y llenos de energía, reflejan ahora una gravedad inusual. Su mirada aguda recorre mi rostro, deteniéndose en cada arruga, en cada sombra bajo mis ojos, como si estuviera buscando algo… alguna respuesta que solo mi expresión puede ofrecer. Su rostro, habitualmente jovial, luce serio, casi solemne. No hay una sonrisa en sus labios, solo una profunda concentración.

"¿Erick?", dice su voz, baja y controlada, casi un susurro. "Necesito hablar contigo. Es sobre el caso Miller…" Él pausa, estudiándome con intensidad. "… algo nuevo ha surgido."

¿Qué nuevo dato podría haber encontrado Mark? ¿Es información que puede ayudarme a dar con la verdad, o una nueva pieza del rompecabezas que me arrastrará aún más profundo en este abismo? ¿Debo confiar en él, después de todo lo que ha sucedido? La incertidumbre me abraza, pero la curiosidad, la misma que me ha guiado hasta ahora, me impulsa a responder.

Con una máscara de impasibilidad, la misma que he aprendido a usar durante años de interrogatorios y engaños, le respondo a Mark: "¿Estás seguro de que es correcto divulgar esta información a un oficial retirado?". La pregunta, aunque aparentemente simple, esconde una profunda desconfianza. La noche anterior me ha enseñado que las apariencias engañan, que las certezas son espejismos en este laberinto de secretos. Su sorpresa es palpable. Sus cejas se arquean, sus ojos se abren ligeramente, reflejando un desconcierto genuino.

"¡Pero… he encontrado al culpable!", exclama, la incredulidad resonando en su voz. La conmoción me golpea con la fuerza de un puñetazo. ¿El culpable? Después de diez años, después de la oscuridad de la noche anterior, después de haber tocado el borde mismo del abismo… ¿es posible? La incredulidad se mezcla con una profunda cautela.

¿Puedo confiar en él? ¿Su afirmación es real, o una nueva trampa en esta red de mentiras? La información que posee es, en este momento, lo único que me separa de la locura. Su rostro expresa su propia incredulidad. La verdad me deja sin aliento.

"¿Cómo… cómo es posible?", pregunto, mi voz apenas un susurro, mientras la incredulidad se abre paso en mi mente, peleando contra la profunda fatiga y el peso de los sucesos recientes. El silencio cae entre nosotros, pesado y denso, cargado de preguntas sin respuesta, de sospechas y de una frágil esperanza. El enigma de Laura Miller, lejos de resolverse, parece haberse tornado aún más complejo, más turbio, enredado en una madeja de mentiras, secretos y muertes.

"Imposible", murmuro, la frase resonando en el pequeño apartamento como un eco de mis propias dudas. Las pistas que he reunido, cada hilo, cada fragmento de evidencia, apuntan hacia una conspiración mucho más profunda, una corrupción que se extiende como una mancha de aceite en el seno de la policía. A pesar del agotamiento, del horror vivido la noche anterior, una certeza fría y sólida se instala en mi mente: Mark miente. Algo en su entusiasmo, en la facilidad con que ofrece una resolución tan definitiva, despierta mis sospechas. Pero tengo que saber más. Necesito verificar su información, desentrañar la verdad detrás de sus palabras.

Despierto a María, el sueño aún pesando en sus párpados. Le explico la situación, la incredulidad y la necesidad de investigar más a fondo la afirmación de Mark. La veo dudar, la misma fatiga y temor de la noche anterior reflejados en sus ojos. Sin embargo, ante mi insistencia, asiente con una resignación forzada. Pero cuando Mark la ve, su expresión cambia sutilmente. Una pregunta ágil escapa de sus labios: "¿Dónde está su coche? No lo vi cerca cuando llegué". La pregunta me golpea con la fuerza de una revelación. El coche. Lo dejamos en la casa de huéspedes, en medio del caos y la huida. El silencio se alarga, mientras el recuerdo se instala como una punzada de culpa.

Con una rapidez que me sorprende, incluso a mí, improviso la excusa. "Lo robaron", digo, mi voz firme, aunque mi mente trabaja a mil por hora buscando coherencia. "Por eso se quedó en mi apartamento". La mentira cuelga en el aire, una capa delgada y frágil, pero es suficiente. Mark, por ahora, no parece sospechar nada. La tensión se mantiene latente, pero la maquinaria de mi mente ya se ha puesto en marcha. La investigación continúa, pero ahora con un nuevo elemento, una nueva capa de misterio. Y la sospecha de que este caso está lejos de terminar.

1
María auxiliadora Hernández
Muy malo
María auxiliadora Hernández
Normal
Grasiz Venegas Beroiza
Uf! Todo lo que he leído hasta aquí, me ha dejado con un exquisito sabor a misterio policial. Muy parecido a esas series de los años ochenta, cuando el detective está en el meollo del asunto, y nos íbamos a comerciales. Sinceramente, me encanta. Realmente me atrapó este relato. Sigo leyendo, para saber hasta donde lo llevan las percepciones latentes de esa cámara misteriosa e intrigante. Espero y no se intoxique con el persistente aroma a almendras amargas... 😱😱😱
JOSEPH HILL: gracias, pero mas adelante la historia escala muy rapidamente a eacalas mayores asi que no se si sera de tu gusto, solo espero que lea la historia hasta el final
total 1 replies
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