Curvas Al Exito

Después de varias semanas en el refugio de Dana, Ariel había tenido tiempo para reflexionar sobre su situación. Sabía que eventualmente tendría que enfrentar a Benjamín y tomar una decisión sobre su futuro. Con el corazón pesado pero decidido, Ariel decidió regresar a la ciudad para hablar con Benjamín.

Dana la acompañó hasta la casa de los padres de Benjamín, donde él se había estado quedando. Al llegar, Ariel se armó de valor y tocó la puerta. Benjamín abrió y, al verla, sus ojos se llenaron de alivio y esperanza.

Benjamín: (con voz temblorosa) Ariel, gracias a Dios estás aquí. Estaba tan preocupado...

Ariel: (interrumpiéndolo) Benjamín, tenemos que hablar.

Entraron a la sala y se sentaron. Benjamín no podía dejar de mirarla, tratando de leer sus emociones.

Ariel: (con firmeza) He tomado una decisión. Quiero que nos divorciemos.

Las palabras cayeron como una bomba en el corazón de Benjamín. Sintió como si todo su mundo se desmoronara.

Benjamín: (desesperado) No, Ariel, por favor. No hagas esto. Sé que cometí un error terrible, pero te amo y quiero arreglarlo. No me dejes así.

Ariel: (con lágrimas en los ojos) Benjamín, estoy tan confundida. No sé si podré confiar en ti de nuevo. Y ahora, me imagino que ya sabes que estoy esperando a tu hijo. A mí bebé... No puedo soportar la idea de criarlo en medio de toda esta incertidumbre, no quiero que se repita esto y mi hijo vea lo malo que puedes ser.

Benjamín: (suplicante) Haré cualquier cosa, Ariel. Te demostraré que realmente te amo y que podemos superar esto juntos. No me abandones, por favor.

Ariel: (con lágrimas y molesta le grita) No insistas, tu hiciste que esto se vuelva irremediable, ahora vete con tu amante y no me busques, yo puedo vivir bien sin tí, yo ya no te amo (aunque mentia porque lo amaba más de lo que se podia imaginar, pero el dolor y la decepción eran grandes)

En ese momento, el padre de Ariel, don Jorge, entró a la sala. Había estado escuchando la conversación desde el pasillo y su expresión era severa.

Don Jorge: (con voz firme) Benjamín, creo que es mejor que te alejes de mi hija. Ariel necesita tranquilidad y estabilidad durante su embarazo, y tú has causado suficiente dolor.

Benjamín: (mirando a don Jorge) Señor, sé que he cometido errores, pero amo a Ariel y quiero estar allí para ella y nuestro hijo.

Don Jorge: (frunciendo el ceño) Amar a alguien significa también saber cuándo alejarse para su bienestar. Ariel necesita paz, no más drama. Deja que tenga su embarazo tranquila, sin la presión de una relación rota.

Ariel miró a su padre y luego a Benjamín, sintiendo el peso de sus palabras. Estaba tan confundida y dolida, y no sabía si podría soportar más conflictos.

Ariel: (con voz baja) Papá tiene razón, Benjamín. Necesito tiempo para pensar y para cuidarme a mí misma y al bebé. No sé si podremos resolver esto, pero por ahora, necesito estar sola.

Benjamín se quedó en silencio, sintiendo cómo la desesperación lo invadía. Sabía que tenía que respetar los deseos de Ariel, aunque le doliera profundamente, pero no lo iba a aceptar, no permitiria que Ariel se vaya, lucharia por ella y su perdón hasta el final.

Benjamín: (con voz quebrada) Haré lo que necesites, Ariel, pero no puedo darte el divorcio , quiero que mi hijo nazca dentro de nuestro matrimonio.Solo quiero que me obsérves, mejórate y arréglate esto poco a poco, seré el hombre que mereces.

Ariel asintió cansada y se levantó, no insistiria más, luego le mandaría los abogados encargados para que lo resuelvan, sabía que hablar con ese hombre y hacerlo aceptar tomaría tiempo. Dana, que había estado esperando fuera, la recibió con un abrazo.

Dana: (suavemente) Vamos, Ariel. Todo estará bien.

Mientras salían de la casa, Benjamín observó cómo la mujer que amaba se alejaba, llevándose con ella sus esperanzas y sueños. Pero sabía que debía darle el espacio que necesitaba, aunque el camino hacia la redención y el perdón pareciera más incierto que nunca.

En los días siguientes, Benjamín se enfocó en trabajar en sí mismo, decidido a convertirse en el hombre que Ariel y su futuro hijo merecían. Mientras tanto, Ariel encontraba consuelo en el apoyo de su familia y su amiga, sabiendo que, aunque el futuro era incierto, tenía la fortaleza y el amor necesarios para enfrentarlo.