Entre Siglos Y Maldiciones

Catalyn caminaba en silencio, pero mantenía la mirada en alto. Parecía que jamás hubiera llorado, que no hubiera estado desmayada ni sangrando. Estar con Victoria le habia dado la energía necesaria para lucir fuerte una vez más. Estaba callada, perdida en sus pensamientos, pero no parecía que se fuera a romper como hacía unos momentos. La había visto llorar muchas veces, pero nunca la había visto caerse. Ella siempre era el faro, él era el barco. Derek, por un momento, deseó ser como ella. Lo suficientemente resiliente, pero también tan inocente de lo que sucedía a su alrededor.

Comenzaba a sentirse aun más culpable al pensar que tarde o temprano terminaría arrastrando a Catalyn consigo hacia un vacío del que él aún no había encontrado salida. De hecho, creía que ya estaba en camino a hundirla. Odiaba sentirse así. Odiaba todo lo que sucedía. Quería encontrar un interruptor que apagara todo lo que alguna vez lo había arrastrado a la oscuridad. Su pasado, su presente. Incluso su futuro no tenía momentos que esperar, solo días que se acumularian sin propósito. Solamente le quedaba el deseo menos egoísta que había tenido en su miserable existencia: hacer la vida de Catalyn un poco luminosa. Una promesa que había hecho hacía mucho tiempo. Una última esperanza a la que se aferraba con fuerza, ya que su oportunidad de encontrar un atisbo de felicidad se había enterrado con las palabras de Alice.

- ¿Por qué hacer un hechizo de memoria causó tanto problema? - le preguntó Catalyn rompiendo el silencio y sacando a Derek de sus pensamientos. Menos mal lo hizo. - Sabes que mi intención nunca fue herir a alguien.

Derek temía que ella hiciera esa pregunta.

Reconocía que cuidarla y cumplir su propósito de ayudarla se le hacía bastante difícil a veces.

- A veces los hechizos salen mal - empezó a contestar, pero no era muy bueno inventando excusas o... mentiras -. Es mejor no hacer esos hechizos sin tener experiencia, y tu mamá tuvo miedo de que... de que pudieras causar una tragedia.

Eso no pareció convencerla, pero no hizo más preguntas al respecto.

- ¿Qué voy a hacer con mi mamá? - preguntó en cambio - No puedo dejar de usar magia. Es parte de mi.

- Puedes intentar practicar sin que ella se de cuenta..., solo prometeme no hacer esa clase de hechizos.

- Tú me estabas enseñando, ¿por qué no me dices qué puedo hacer y qué no? - respondió Catalyn alzando la voz, no parecía enojada, pero Derek hacía mucho que había aprendido a reconocer sus reacciones. Sí que lo estaba.

- Te pido disculpas - le dijo con toda la calma que pudo reunir -. Te prometo que seré más cuidadoso.

- Empieza por explicarme qué significa que Vanessa sea una bruja de muerte - dijo, mirándolo a los ojos.

No le gustaba el vacío que sentía en su estomago cuando ella hacía eso.

- Todos los brujos pueden tener las mismas habilidades. Elementos, naturaleza, visiones, la vida, la muerte. Unos con mayor poder, y otros más débiles -. Catalyn asintió y Derek empezó a rogar a lo que fuera que le ayudara que ella no hiciera más preguntas -. Pero como también hacen los humanos, cada uno elige en qué especializarse. Pueden perfeccionar su poder y concentrarlo en solo uno de esas habilidades. Vanessa eligió la muerte.

- ¿Y qué puede hacer una bruja con ese poder? - le preguntó ella y Derek casi lanza un suspiro de alivio. Estaba logrando desviar el tema de la conversación, no quería tener que seguir inventando excusas para el hechizo de memoria.

- Es complicado. Pero es básicamente nicromancia.

Catalyn abrió un poco más sus ojos.

- ¿Como revivir a los muertos?

- No, solo hay una persona capaz de revivir completamente a alguien. Las brujas de muerte usan cadáveres para hacer sus hechizos y algunas son capaces de revivir personas, pero como zombies por un corto tiempo de vida.

- ¿Por qué alguien querría usar cadáveres? - Catalyn se estremeció -. ¿No hay ninguna otra forma para revivir a alguien?

Derek temió porque Catalyn estuviera pensando una locura, pero decidió contarle todo lo que sabía.

- La hay, pero con ciertas condiciones - explicó, recordando todas las veces que había visto en el aquelarre de Victoria los intentos fallidos de revivir personas -. Primero, la persona a la que quieres revivir tiene que ser alguien... mágico. No puede ser un humano. Tiene que ser brujo, demonio, angel, vampiro, hada, duende..., lo que sea.

- ¿Existen todos esos seres? - preguntó ella, como una niña pequeña que preguntaba por cada insignificante cosa del mundo.

- No estoy seguro, pero si existen las brujas, los demonios y ángeles, ¿por qué no todo lo demás? - dijo sonriendo - Es más complicado de lo que imaginas.

- ¿Has conocido a alguno de ellos?, ¿y cuál es la otra condición?

Derek supo que era mejor no contestar la primer pregunta.

- La segunda condición es que debes entregar algo de ti para revivir esos seres. Por ejemplo, si quisieras revivir a alguien mágico, es probable que tengas que entregar tu poder o incluso tu vida.

- ¡¿Qué?!, ¿por qué?

- Equilibrio. La magia siempre viene con un precio. Al revivir a alguien estás rompiendo el ciclo natural de la vida. Necesitas entregar algo a cambio..., y no muchos brujos están dispuestos a ello. Conozco historias de personas que han perdido su poder, su vida, su memoria, su cordura, incluso han quedado en coma. Y la última condición que conozco es que solo hay unos pocos brujos capaces de hacer ese conjuro. Así que tienes que encontrar uno que esté dispuesto a hacerlo y que acepte tu sacrificio. Puede salir terriblemente mal.

- Hay... hay demasiados peligros en esos hechizos - dijo Catalyn en un tono de voz suave -. ¿Y por qué te sorprende tanto que Vanessa sea una bruja de muerte?

Al menos habia logrado que Catalyn se concentrara en la historia de brujas, y no en la suya.

- No es una buena señal. Esa clase de poder es casi magia oscura, siempre sucede algo cuando esa clase de brujos aparece - dijo Derek, más preocupado de lo que quería sonar -. No sé por qué está aquí, pero... -. Derek lanzó un suspiro - me preocupa que esté con Alice.

- ¿Crees que le haga daño?

Derek alzó los hombros.

- Las brujas son peligrosas. Nunca sabes qué traman -. Catalyn lo miró y cruzó sus brazos. Derek soltó una pequeña risa -. Me refiero a brujas que no conocemos, tú no.

- Tal vez debería estar más cerca de Alice - dijo ella, fijando su mirada unas calles más allá, justo donde su mamá la esperaba.

- No hagas nada sola, ¿está bien? - le advirtió - No sabemos qué quiere o si solo es una estudiante.

Catalyn asintió y frotó sus manos, como si le dolieran.

- Antes de llegar a casa, explícame algo. Dijiste antes que solo una persona puede revivir a alguien por completo. ¿Quién es?

- No tengo idea - dijo Derek riendo al ver la expresión de Catalyn -. Realmente no lo sé, Cat. Nadie lo sabe. Ella es una como una leyenda.

- ¿Ella?

- Se sabe que es una mujer, o eso es lo que dice esa profecía que todas los brujos conocen, pero nadie sabe dónde está. Ni siquiera si en realidad ya nació.

- ¿Hay una profecía? - exclamó Catalyn -. Suena como una historia de niños.

Derek asintió, totalmente de acuerdo en que las historias alrededor de esa niña eran tan misteriosas como ilógicas.

- ¿Y si yo soy esa mujer? - bromeó Catalyn.

- Estoy seguro que no - respondió Derek, aunque luego se percató de que lo que había dicho causaría más preguntas -. Si esa niña existiera ya tendría a todos los aquelarres detrás de ella y su familia. Ya habríamos sabido de su nacimiento.

- ¿Por qué?

Derek se arrepintió de haberle hablado sobre esa leyenda, pero era mejor que explicarle el alboroto que había sucedido con su mamá.

- Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Catalyn soltó una carcajada.

- Hay muchas leyendas e historias en el mundo de las brujas, ¿verdad? - contestó ella, los ojos le brillaban y sonreía con curiosidad.

Derek la miró y se dio cuenta que había recuperado su característica luz.

Le gustaba.

- No te imaginas cuánto. 

                                    ***

Derek se había quedado con la horrible sensación de que si dejaba a Catalyn sola iba a sufrir otra crisis, pero su mamá no le había permitido acompañarla por más tiempo y Catalyn le había prometido que estaría bien. Rogaba porque así fuera. Conocía a Catalyn lo suficientemente bien como para saber que seguiría aprendiendo y explorando su poder por su propia cuenta, y Derek temía que la señora Lillian recurriera al padre Nicolás para controlarla. Quién sabe qué clase de artefactos y de maldiciones guardaba ese sacerdote en su iglesia y qué planes escondía bajo esa sonrisa fingida. Quién sabe el daño que le haría a Catalyn solo con la excusa de que su poder no era obra de dios. Derek se estremeció ante la idea de que bloquearan su poder, pero aún le quedaba un poco de confianza en la mamá de Catalyn, en qué su amor por ella sería más grande que su miedo.

Pero a veces el amor no era suficiente.

Con todo lo que había sucedido le resultaba extraño que apenas fuera medio día. Las calles eran más concurridas, los niños se atravesaban en la carretera y Derek intentaba mantener el ritmo, pero deseó haber acelerado cuando notó que Alice salía con Vanessa de la iglesia.

- Dos veces en un día - murmuró Derek rodando sus ojos.

Continuó su camino y decidió ignorarlas, confiando en que no lo reconocerían por su casco. Aunque voltearon a verlo, no le prestaron atención. Él las pasó tan rápido como pudo entre los niños y las personas en la calle, pero un nudo en su pecho le advertía que debía quedarse. Siguió conduciendo, aún con la ansiedad picando en su cuerpo y diciéndole que mirara hacia atrás. Su instinto había sido pésimo, su percepción de la realidad se difuminaba con frecuencia y terminaba por confundirse y hundirse mucho antes de que él se percatara, pero esta vez era diferente. Era fuerte, claro, ensordecedor, como cuando... como cuando se acercaba la muerte.

Volteó a ver hacia atrás.

El padre Nicolás y Vanessa estrecharon sus manos, aunque no veía a Alice en ningún lugar. Con suerte, estaría lejos.

《Algo está mal》

Giró hacia su izquierda y se aseguró de que no lo vieran, cualquier cosa que involucrara a un sacerdote y a una bruja de muerte era una alarma. No solía tener las mejores ideas, así que decidió esconderse detrás de los contenedores y los arbustos a un costado de la iglesia y esperar a que su audición fuera lo suficientemente buena.

《Está mal espiar》dijo su consciencia.

- ¿Qué pasó con Catalyn? - preguntó Vanessa.

《Es peor que quieran hacerle algo a Cat》 pensó al instante.

- Conflictos con su mamá, su poder crece.

- ¿Quiere que siga esperando?

- Tú fuiste la que quiso investigar y terminaste cometiendo el pecado con esa niña Alice.

- No metas a Alice en esto, ella no es parte del trato.

- Son mejores amigas, se conocen desde pequeñas. Pero Alice no puede pasar por lo mismo que Mary. Catalyn no puede seguir haciendo daño.

Vanessa permaneció callada por unos segundos, pero luego dijo.

- Ya veré que hacer con Alice cuando me encargue de Catalyn, ¿crees que es bueno que comencemos ya?

- No, no sin que nos aseguremos que ella no practique magia. Te supera por mucho en poder y fácilmente podría dejarte inconsciente.

- No tiene que decirlo -. Vanessa hablaba suave, pero con voz clara y concisa -. ¿Qué piensas hacer?

- Lillian aún tiene esperanza, pero ya dio el primer paso. Es solo cuestión de días para que acepte mi propuesta.

¿Obligaría a Catalyn a ir un convento?, ¿en qué se relacionaba eso con Vanessa?, ¿qué era lo que pretendían? Derek quiso acercarse más, pero necesitaba información sin ser descubierto. Todo en su interior picaba y sus pensamientos se arremolinaban como voces que se acercaban y se alejaban de sus oídos. Quería saber en ese preciso instante que tramaban y poder alejar a Catalyn del peligro tanto como fuera posible, pero debía mantenerse oculto.

- Continuaremos con el plan sin involucrar a Alice, ¿entendido? - contestó Vanessa - Ella es humana.

- Ella es tan culpable como Catalyn y tú, pero desgraciadamente te necesito, Vanessa. Así que tenemos un trato -. El sacerdote bajó la voz y murmuró un par de palabras que se le hicieron imposibles de entender a Derek. Intentó acercarse más, pero pisó sin querer un montón de plásticos y vidrio quebrado.

Permaneció tan quieto como un árbol, pero vio cómo Vanessa se acercaba a donde estaba.

《Seria útil tener magia ahora mismo》 pensó mirando a su alrededor.

- ¿Qué fue eso? - preguntó Vanessa.

《Es medio día, maldición. Puede ser cualquiera. No tienes que investigar》

Para su suerte, al padre Nicolás lo llamaron a su teléfono y tuvo una conversación que logró distraer a Vanessa.

- Hecho - dijo el sacerdote, colgando la llamada -. Era Lillian. Parece que vamos a proceder más rápido de lo que pensábamos.