Arderá Mi Alma

Todo había terminado y mi estadía en el formatorio comenzaba recorriendo las instalaciones junto a los otros seleccionados. Solo cuatro o cinco eran de mi misma edad. El resto parecían de más de cuarenta y alguno que otro no llegaba ni a los veinte.

Polvorientos, sucios y apestosos nos presentaron al resto de los cursantes ya más avanzados. Éramos el hazmerreír de todos. Yo ni siquiera podía pararme correctamente. Mis costillas dolían tanto que me obligaban a caminar mal. Nunca solté a Baell de mis brazos. No sabía si el punto de atención era él o mi estúpida pose.

Un grupo de médicos, supuse que lo eran por como vestían, nos separaron y llevaron a una sala privada. Nos quitaron la ropa y limpiaron como a un inválido. La mujer que se encargó de mí, de cabellos blancos y grandes surcos en su rostro me mostraban su avanzada edad y experiencia en lo suyo. Me sentí tranquila y confiada para dejar a Baell a un lado.

Luego nos dieron ropas que nos diferenciaban por colores. A mí me había tocado el negro. Supuse era al azar, pero resultó que no. Todo aquí tenía un porqué. Esto lo supe mucho después.

Una vez ya estábamos limpios y perfumados volvieron a asignarnos una etiqueta en el pecho. Esta vez me tocaba el número diez. Última en todo.

El dolor que sentía cada vez era más agudo y ya no podía disimularlo. Baell se había vuelto un tanto nervioso. Sabía que no me encontraba bien. Su actitud había llamado la atención de uno de los postulantes y no tuvo mejor idea que tomarme de la cintura y tocar mí costado. El grito que se escapó de mi boca dejó en silencio la habitación. Una doctora se acercó y me llevó directo a enfermería. Un buen sermón fue el que recibí allí. No por interrumpir al instructor. Si no por poner en riesgo mi salud ocultando mi grave estado.

Me recostó en aquella dura cama y me cubrió hasta la cabeza con una sabana. No podía ver a través de ella. Solo oía como pasaba mi diagnóstico a otra mujer que por el tono de voz supe era un poco más mayor que yo.

Su sombra sobre mi me indicó lo cerca que estaba. Pensé en como Baell la alejaría como hacía con todos. Pero su tranquilidad me llamo mucho la atención. Sus manos se posaron delicadamente en mis costados más golpeados y un calor incómodo me abrazo de inmediato. No podía creer como en pocos segundos el dolor había desaparecido. La sensación de sentir como mis huesos volvían a su lugar me daba escalofríos. Era como si esa mujer dominará mi interior como a un títere. Quise ver su rostro, pero para cuando quite la sabana que me cubría, me encontré sola con Baell acicalándose.

Me sentí frustrada y muy agotada. El sueño me había obligado a acomodarme en la cama y dormirme profundamente.

_ HIJA MÍA HAS REGRESADO AL FIN.

¡No de nuevo! ¡¡Despierta maldita sea!!

El paisaje de aquella habitación se había vuelto en cenizas chispeantes de dolor y sufrimiento. Había regresado a aquel lugar nuevamente.

_ ¿TE DIVIERTES EN TU NUEVO LUGAR?

_ Déjame ir. ¡Devuélveme a donde estaba maldito desgraciado!

_ VEO QUE TIENES COMPAÑÍA. ESPERO TE HAYA GUSTADO MI REGALO.

¿Regalo? ¿A qué se refiere? Imposible... El nunca sería súbdito tuyo.

_ NECESITABA ALGUIEN QUE TE GUIE Y ENSEÑE COMO VIVIR SIN TU SOMBRA. ERES AFORTUNADA. ES UNO DE MIS MEJORES DEMONIOS.

Sentí tanto terror de que mi suposición sea real. No podía ser cierto. Baell es solo un gato. ¿O acaso se refiere al Dr. Gabriel?

_ ESPERO ENTRES EN RAZÓN UNA VEZ QUE DOMINES TU MENTE Y SOMBRA EL DÍA QUE LA TENGAS DE REGRESO. PORQUE SERÁ AHÍ CUANDO PODRÁS GOBERNAR ESTE LUGAR.

_ Jamás vendré aquí y seguiré tus pasos. No soy como tú. No soy tu hija. Pero si seré quien te mate y acabe con todo esta mierda.

_ ES HORA DE QUE REGRESES HIJA. TU MENTE AUN NO ESTA PREPARADA PARA TOMAR ESE TIPO DE DECISIONES. PERO NO FALTARA MUCHO PARA QUE LO ENTIENDAS.

Mi mirada de odio era tan inútil como mi insignificante existencia en este lugar. Era tan tonta la idea de que yo fuese a tener el dominio de este infierno. Acabaré con todo esto ni bien pueda recuperarme.

Todo aquello que mis ojos veían se había nublado y convertido en una bola de pelos frente mi rostro. La comezón de mi nariz era tan insoportable que de un estornudo me despertó repentinamente. El aroma al azufre seguía impregnado en mi boca. Era como si se hubiese prendido de mis pulmones y viviese allí.

Baell se despertó y estiro sus patitas para incorporarse más cómodo en mi regazo. Sus ojos penetrantes me veían y recordé aquello que me había dicho. No puede ser que esta pequeña bola de pelos sea el mejor demonio de aquel lugar.

_ ¿Tú eres aquel peligroso demonio Baell? jaja no lo creo.

_ Veo que estás de humor. _ Dijo el Dr. Gabriel a un costado de la cama. No lo había notado. Era como si un fantasma apareciera de repente. Baell encrespado se puso delante de mí para protegerme. Sabía que algo no andaba bien. Era casi obvio quien era el enviado de aquel lugar.

_ Dr. Gabriel no debería estar aquí. Esta zona es reservada solo para personal autorizado. _ Dijo una mujer mientras tomaba mi historial del pie de la cama. Esa voz la reconocí inmediatamente. Esa era la misma que me curo bajo las sabanas.

Sus ojos azules y su cabello largo y dorado me habían traído de regreso dolor y nostalgia en mi pecho. Un nudo en la garganta me presionaba sin saber por qué. ¿Quién era esa mujer? ¿Acaso la conocía de antes? Pero su actitud indiferente respondía mi pregunta. Era más que obvio que no me conocía. Su voz me era tan familiar que quería seguir oyéndola. Que patética era en esa situación donde me vi tan amenazada por la presencia del Dr. Gabriel y ahora tan curiosa por esta desconocida.

Baell terminó por correr al Dr. con tan solo un zarpazo de sus garras. Su sangre lo había hecho enojar.

_ Maldito gato. Deberías agradecer que no te lleve de regreso a la calle.

_ ¡Deberá pasar sobre mí si piensa hacerle el más mínimo daño a Baell! Lárguese de aquí o me lanzaré sobre usted y haré que pierda más sangre...

El Dr. me vio sorprendido ante tal amenaza. No estaba bromeando. Sabía que no era quien aparentaba ser. Debía estar alerta.

_ Ya hoyo doctor. Será mejor que se retire si no quiere estar en problemas. Usted sabe perfectamente como es el protocolo aquí. Y lo acaba de romper.

_ Bien bien me iré. Pero Lilit escucha con atención. Si no quieres regresar a aquel lugar, sabes perfectamente lo que debes hacer.

Sus palabras capciosas no dicen a que lugar se refiere. Ya no me engañarás más maldito demonio. Sé perfectamente cuál es tu plan. Y no seguiré nada que me ordenes.

_ Dr. es hora que se vaya o llamaré a seguridad.

Baell había logrado calmarce luego de su retirada. Me sorprendia su templanza ante esta desconocida. Puedo llegar a saber quien tiene buenas o malas intenciones gracias a él. Y esta mujer no es ninguna amenaza al parecer.

_ Así que tu nombre es Lilit.

No conteste. Deseaba seguir escuchando aquella voz.

_ Vaya suerte la tuya.

Extraño. _ ¿Por qué?

_ El Dr. Gabriel es uno de los superdotados más reconocidos. No por su fuerza o su don. Si no por su curiosidad y asertividad. Cuando encuentra algo que le llama la atención buscará sus propias respuestas. Y si no las encuentra lo lleva a su laboratorio. ¿Sabes que hace en ese lugar?

_ No.

_ Cuando no obtiene respuestas claras, buscará hasta en lo más profundo de su nueva rata de laboratorio y la encontrará. Por lo visto tú eres como esa rata.

Yo ser como esa rata. Baell me miró y sentí esa necesidad de abrazarlo y descargar esta angustia que nuevamente golpeaba en mí.

_ Eres su nueva obsesión. Y si vio algo en ti y no te abrió como una rata es por que algo muy valioso encontró. Debemos mantenerte alejada de él. O terminarás de regreso y no será bueno lo que te ocurra.

¿Por qué está mujer se preocuparía tanto por mí? Seguramente fue influenciada por aquel demonio o hasta podría llegar a ser una de ellos. Debo tener tanto cuidado. Por suerte Baell esta conmigo. Lo llevaré a donde sea y será mis ojos. Aunque ahora mismo me siento en paz. Llevaba largo rato que no me sentía así. Supongo puedo relajarme un poco con esta extraña.

_ Cuando sientas algun dolor o malestar puedes acercarte a enfermeria o a mi oficina si te es más comoda. No creas que esto que hago es un trato preferencial. Es algo que hacemos con los nuevos. Sientete segura y confiada de hablar lo que quieras aqui. Nadie les hara daño en mi presencia. Por cierto... Soy la directora de enfermeria y me llamo Genesis.