Mi Hija Es Del CEO

Chamo por ella. Noto el cuerpo de ella todo se enrigesser al oír mi voz. Ella se gira, y sonríe débilmente para mí.

— Estaba esperándote. ¡Qué bueno que llegaste! Vamos, hasta mi oficina. Allí conversaremos sobre tu función aquí.

Miro a Mónica agradecido. Ella sonríe en respuesta, y sale de allí dejándome solo con Sofía.

Sofía me mira indescifrable. Nerviosa diría. Pero me voy a hacer el desentendido. No voy a dejarla salir de aquí. No hasta que me escuche.

— Vamos Sofía. Te muestro dónde es el lugar.

La llamo una vez más. Y finalmente escucho su voz.

— ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué me quieres decir lo que realmente está pasando?

Ella me pregunta dudosa. Las personas ya están mirando aquí, de forma curiosa. Entonces actúo sin pensar. Cojo su brazo, tirando de ella hacia el ascensor. Escucho cómo resopla mientras intenta volver a tirar del brazo hacia sí misma.

Una vez que la puerta del ascensor se cierra, la suelto y miro en dirección a los ojos enfadados de la mujer que me mira con los brazos cruzados.

— ¿Qué te crees que estás haciendo? ¿Qué derecho tienes para salir tirándome así?

— Perdona. Solo quería hablar contigo, lejos de las miradas curiosas. No me gusta tratar asuntos de trabajo delante de mis empleados.

— ¿Y quieres que crea que es solo por eso que estoy aquí?

Qué mujer astuta. Sí, quiero que estés aquí cerca de mí. Pero voy a hacer las cosas despacio. No quiero asustarte.

— ¡Claro! ¿Qué otro motivo tendría?

Pregunto, y la veo callarse. Ya imagino lo que debe estar pasando por su cabeza ahora. Que se equivocó sobre lo que quiero con ella. Sonrío interiormente ante la expresión desconcertada con la que mira hacia la esquina del ascensor. Y pronto habla.

— Perdóname. Creo que pensé demasiado.

Levanto una ceja hacia ella, solo para que piense que realmente se equivocó. La puerta del ascensor se abre, extiendo la mano indicándole que salga primero. Y ella sale.

Mis pensamientos eran correctos. Huiría, si supiera que la quiero. Por ahora voy a actuar solo como el empresario que contacta a su empleada.

Salgo junto a ella por el pasillo. Pasamos por mi secretaria que mira a Sofía con una expresión de rabia.

No. Con mi pequeña no te metas. Miro a la mujer con una mirada de rabia. Y la veo ponerse pálida como un papel. Por suerte, Sofía, absorta mirando a su alrededor, no se da cuenta.

Pronto los ojos de Sofía se encuentran con los de la secretaria. La veo sonreírle a la descarada, que me mira antes de sonreír a Sofía. Así es. Espero que ahora te des cuenta de cuál es tu lugar aquí. Y que se atreva a hacer cualquier cosa que sea con mi pequeña.

Me acerco a mi oficina, abro la puerta y dejo paso para que Sofía entre. Y así lo hace. Antes de cerrar la puerta, miro a la mujer detrás del escritorio una vez más. Ella percibe mi mirada de descontento y baja la cabeza.

Cierro la puerta, indico el asiento frente a mi mesa a Sofía. Ella se sienta, y voy hacia mi lado de la mesa.

— Imagino que estás confusa. Pero voy a explicarte lo que estás haciendo aquí... Vi tu desempeño en el trabajo con Lui. Tu dedicación en lo que haces. Y necesito eso en mi empresa.

— Perdóneme, señor Henrique, pero...

La miro con una ceja arqueada, y creo que ella ha entendido mi mirada.

— Perdona. Henrique. Pero sigo confundida. ¿Por qué fuiste a Lui para que viniera a trabajar contigo?

Sabía que haría esa pregunta. Por suerte, tengo un as bajo la manga. Y espero ser convincente. Después de todo, no es del todo mentira. Solo estoy juntando lo útil con lo agradable.

— Porque vi tu talento. Y lo necesito.

Ella me mira dudosa. Pero qué mujer desconfiada.

— Necesito que ocupes el puesto de Analista en la empresa. ¿Qué dices?

— Espera. Analista? Yo soy secretaria. No sé si...

— No es lo que dice tu currículum. Cursaste estudios de posgrado, fuiste la número 1 en todos los trabajos. Excelentes notas. Creo que tu currículum habla por sí mismo.

— Bueno. Sí. Pero. Analista? ¿Y si lo hago mal? ¿Y si no cumplo como piensas?

— Lección número 1, Sofía. No muestres debilidad. Principalmente frente al jefe...

Sonrío hacia ella, ella me mira incómoda, mordiéndose levemente el labio. Joder. Mi cordura se está yendo a la mierda. Rasco mi garganta, intentando recuperar mi cordura en su lugar correcto. Poco probable, con esa mirada suya sobre mí. Por suerte, parece que ella no se da cuenta.

Cojo un papel en el cajón debajo de mi escritorio. En él están todos los beneficios que ella obtiene al ser mi Analista. Y algunas cositas más. Se lo entrego a ella, que rápidamente los coge y comienza a leer. Sus ojos brillan, pronto vuelve a mirarme.

- ¿Ese... valor está correcto? - Pregunta ella con dudas.

- ¡Sí!

- Espera. Aquí dice que tengo que tener disponibilidad para viajar. ¿Pero no seré Analista?

- Serás Analista. Pero habrá ocasiones en las que necesitaré que estés conmigo. Necesito a alguien que hable varios idiomas a mi lado. Y tú eres fluida en cinco de ellos.

Ella me mira con dudas. Pensé que el salario y el plan de salud la harían querer el empleo. Pero con esa mirada suya, estoy empezando a tener miedo.

- ¿Qué hay de malo\, Sofía? Puedes decírmelo. Y veremos qué hacer.

- No hay nada malo. Solo estoy sorprendida. El cargo es alto. Y de gran responsabilidad.

- Sé que tienes potencial de sobra para esto. Y si tienes alguna duda. Puedes acudir a mí. O a Samuel\, el Director\, y mi mano derecha aquí.

Fue tan bueno el tiempo que pasé con ella aquí en la oficina. Lástima que se haya ido. Solo tengo mis reservas. Ella dijo que quiere pensar un poco. Y me dará la respuesta mañana. Dijo que necesita hablar con su prima.

No entiendo eso. Pero lo respetaré. Pero creo que el problema está relacionado con los viajes. Ella mostró cierta reticencia cuando estaba leyendo sobre eso. Creo que se siente incómoda viajando conmigo.

Esperaré hasta mañana. Si me dice que el problema es ese. Cambiaré de estrategia. Pero no la dejaré alejarse de mí. De ninguna manera.