Catalina Miranda es una joven deslumbrante que persigue con fervor sus sueños, a pesar de las adversidades que la rodean. Su familia no cuenta con grandes recursos económicos ni ocupa un alto estrato social, pero cada día luchan con valentía para salir adelante. Para Catalina, su madre y su hermana menor son el centro de su mundo; sueña con conseguir un buen trabajo que les brinde la vida digna que merecen, convirtiéndolas en verdaderas reinas.
Catalina es una soñadora incansable, siempre dispuesta a extender su mano a quienes la rodean. Sin embargo, su vida da un giro inesperado en una oscura noche. Al escuchar murmullos inquietantes provenientes de las afueras de su hogar, se siente atraída por la multitud de vecinos congregados. Con el corazón en un puño y temiendo lo peor, se acerca lentamente, solo para encontrarse con una escena desgarradora que cambiará su vida para siempre.
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Capítulo XIII Robo mi corazón
Punto de vista de Catalina
Salí de la habitación de invitados y fui directo al auto que nos llevaría hasta la pista de aterrizaje.
En la sala me tope con Gabriel quien al verme frunció el ceño; sin embargo, camine a un lado de él con paso firme. Subí a la camioneta y esperé a que el todopoderoso Gabriel Lombardo hiciera acto de presencia.
"Espero que lo ocurrido anoche no te haga creer que tienes algún derecho sobre mis cosas", menciono Gabriel una vez estuvo en el vehículo.
Con una sonrisa irónica volteé a verlo. "Ni tú, ni tus cosas me interesan, es más pienso que deberíamos dejar el estúpido contrato de lado y que cada quien siga su camino", dije con determinación.
"Eso no pasará, recuerda que eres mía hasta que me canse de ti", dijo como si yo fuera una cosa.
"Le recuerdo que yo lo he firmado nada, así que soy libre de irme cuando me dé la gana", respondí segura de cada una de mis palabras.
Gabriel se acercó a mí, su cercanía me había puesto nerviosa, pero logré controlar mis emociones, estaba cansada de que me vieran como una niña indefensa, de ahora en adelante me defendería hasta del mismo Gabriel si era necesario. "Eres mía y lo vas a seguir siendo hasta que yo lo diga".
"Vete al diablo, yo no soy de nadie y apenas volvamos a la ciudad me iré de tu estúpida casa y haré mi vida como me dé la gana y ni tú ni nadie me detendrá".
"Eso no pasará, no te irás de mi lado..."
"¿Cómo piensas detenerme?, ¿Acaso me encerrarás en tu fortaleza?, pues déjame decirte que conseguiré la forma de escapar y en este momento prefiero morir que estar contigo", dije con llena de rabia y con ganas de partirle la cara al imbécil frente a mí.
"Es precisamente lo que haré, te mantendré a mi lado y serás mi mujer las veces que yo quiera así me desprecies".
Decidí no discutir más con él, estaba furioso y yo también y así no llegaríamos a nada. Pensé que pondría en marcha el auto, pero para mi sorpresa baja del vehículo y con voz fría me ordeno que entrara a la casa, esto se estaba volviendo cada vez más insostenible, no quería quedarme en ese lugar, yo quería ser libre, quería conseguir a los mxxxxxxx que lastimaron a mi familia.
Baje del auto con una actitud desafiante, "sea hoy o sea mañana o dentro de mil años, pero seré libre de tu atadura eso te lo aseguro Gabriel Lombardo".
"Di lo que quieras, pero nunca te dejaré libre. Eres mía y lo seguirás siendo", dijo antes de entrar a la casa y dejarme sola. No entendia por que la vida me estaba tratando así, no era suficiente con haber perdido a mi familia, ahora tenía que soportar la bipolaridad de este hombre, tenía que saber lo que había pasado para que el cambiara tanto, anoche se había comportado de manera diferente, algo debió haberlo hecho cambiar tan radicalmente.
Entre a la casa y me fui directamente a la habitación, estaba enojada y solo quería desahogar mi furia.
Rompí todo lo que pude, grité lance cosas me desespere ante la impotencia de no poder hacer nada para vengar a mi familia, por no poder darle su merecido a Gabriel, tenía tanta impotencia que fue la única forma que encontré para desahogarme.
"¿Qué crees que estás haciendo?", la voz de Gabriel me trajo de nuevo a la realidad.
"Es obvio, quiero acabar con todo lo que me recuerde a la mxxxxxx noche que pasamos juntos, quiero borrar cada rastro de nosotros en esta habitación", dije llena de odio.
"La única forma de que eso suceda es que ambos muriéramos, ya que las huellas de anoche están en nuestros cuerpos", sus palabras me llenaron de mucha más ira, así que vi en el suelo un jarrón de cristal hecho pedazos, tome uno de los trozos y lo coloque en mi garganta. Entonces terminaré con esto. Estuve a punto de introducir el pedazo de vidrio en mi piel, pude sentir el filo del mismo rasgando un poco mi piel, pero Gabriel fue mucho más rápido, se abalanzó sobre mí quitándome el cristal y arrojándose al piso.
"No puedes morir, entiende eres mía y no te lo permito", susurró a mi oído mientras me abrazaba con fuerza.
"No quiero esta vida, yo no he hecho nada malo para merecer tanta injusticia, yo solo quería poder salir adelante, ayudar a mi familia y encontrar a un hombre que me amara y vivir felices juntos. Yo no quería terminar siendo la amante de un mafioso y que mi familia muriera, por eso prefiero irme con ellos, por eso ya no quiero más esta vida. Finalmente, mis sentimientos salieron, haciéndome desplomar y perder las fuerzas que tanto me había costado obtener, las lágrimas salían de mis ojos como una cascada sin fin y la desesperación se apoderó de cada célula de piel, hasta que finalmente perdí el conocimiento.
Punto de vista de Gabriel
Estaba siendo una verdadera bestia con Catalina, ella era inocente y entregó esa inocencia a mí, pero por querer tener una barrera entre lo que estaba sintiendo y mi orgullo creí en las palabras de mi madre, en el fondo sabía que si ella lo había dicho era solo para mantener esa imagen de mujer fuerte que le pedí mantener. Pero ahora al verla frágil acostada en esa cama y sin conocimiento me di cuenta de que no puedo negar que esa niña me gusta y que se robó mi corazón, ahora no sé cómo resarcir el daño que le he ocasionado, creo que no me lo perdonara, ya que el recuerdo que predomina en su mente soy yo tratándola como a una cualquiera.
Me acerqué a ella cuando vi que estaba reaccionando, viendo en su mirada la tristeza y desconsuelo, "¿cómo te sientes?", le pregunte con miedo.
Catalina no me respondió, en vez de eso volteó la mirada hacia la ventana y así se quedó el resto del día, estaba como perdida en sus pensamientos y eso me preocupaba mucho, pensé que había perdido la razón.