En un mundo donde las jerarquías de alfas, omegas y betas determinan el destino de cada individuo, Hwan, un omega atrapado en un torbellino de enfermedad y sufrimiento, se enfrenta a la dura realidad de su existencia. Tras un diagnóstico devastador, su vida se convierte en una lucha constante por sobrevivir mientras su esposo, Sung-min, y su hija, Soo-min, enfrentan el dolor y la incertidumbre que su condición acarrea.
A medida que los años avanzan, Hwan cae en un profundo coma, dejando a su familia en un limbo de angustia. A pesar de los desafíos, Sung-min no se rinde, buscando incansablemente nuevas esperanzas y tratamientos en el extranjero. Sin embargo, la vida tiene planes oscuros, y la familia deberá enfrentar pérdidas irreparables que pondrán a prueba el amor que se tienen.
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Entre sueños
Reí suavemente, dejando que mis ojos se encontraran con los suyos. Había algo seductor en su mirada, algo que me invitaba a continuar. "¿No me vas a invitar una copa?", le dije, con un tono suave pero insinuante.
Pareció pensarlo por un segundo antes de darme una lata de cerveza y sentarse junto a mí. Fingí beber, pero era él quien terminaba tomando cada sorbo. Lo observé con detenimiento, midiendo cada uno de sus movimientos, esperando el momento adecuado para actuar.
Cuando lo besé, su respuesta fue inmediata. No fue solo el contacto físico, sino la vulnerabilidad que sentí en él lo que me hizo seguir adelante.
Me llevo a su habitación, desvestí primero mi cuerpo, dejando que la poca luz que se filtraba desde la ventana creara sombras sobre mi piel, y luego a él, despacio, como si cada prenda fuera parte de un ritual.
Sus manos me tocaron, y aunque me sentí atrapado por su calor, mi mente no dejaba de pensar en el plan. Lo observé con cuidado, midiendo cada reacción, cada respiración entrecortada.
Mientras nuestros cuerpos se acercaban más, noté que el cansancio y el alcohol comenzaban a hacer efecto en él. Poco a poco, sus movimientos se volvieron más lentos, más pesados, hasta que finalmente, sin darse cuenta, cayó profundamente dormido.
Una sonrisa sutil se dibujó en mi rostro. Esto era exactamente lo que necesitaba. Que no recordara nada al despertar. Mi plan estaba funcionando mejor de lo que esperaba. Lo observé un momento más, asegurándome de que su respiración fuera tranquila y regular. Lo acomodé en la cama con delicadeza, dejando que su cuerpo se relajara completamente en el colchón.
Sabía que, cuando despertara, no tendría ningún recuerdo claro de lo que había sucedido. Yo me encargaría de llenar los vacíos en su mente, de hacerle creer que habíamos compartido algo especial, algo inolvidable.
Quería que pensara que estábamos atados ahora, unidos por una noche que nunca existió. Que sintiera que me debía algo, una deuda invisible que solo yo podía cobrar.
Ahora, si lo había desvestido por completo, quedé asombrado por su cuerpo y por su tamaño. Era imposible que fuera un omega; su cuerpo desnudo lo delataba.
También me desvestí completamente y, con cuidado, coloqué sus brazos alrededor de mí. Esperé que el día de mañana llegara. Estaba tan medicado que no podía estar ni nervioso ni completamente cuerdo. En ese instante, no necesité nada más. Su olor, sus feromonas, envolvían la habitación con una dulzura que me relajó completamente. Dormí como nunca lo había hecho antes, sintiéndome desprotegido, pero en paz. Pensé en levantarme primero, pero fue Lee quien despertó antes.
Se había vestido rápidamente con su traje, pero su mirada estaba confusa, acelerada, y antes de que pudiera decir algo, se encerró en el baño.
Desde la perspectiva de Lee:
Lee despertó en la madrugada, sin comprender del todo las intenciones de Ryu. Lo había acomodado en una esquina de la cama, como la noche anterior. Al sonar la alarma por la mañana, se sorprendió al encontrar a Ryu acostado sobre su brazo, completamente desnudo. La imagen era desconcertante: un hombre de belleza increíble dormía plácidamente junto a él. Lee se miró a sí mismo, notando las marcas de besos en su cuerpo y en el de Ryu. El pánico se apoderó de él, y sin pensarlo dos veces, corrió a darse una ducha.
me encanta la escritura....
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