Memorias Del Corazón

Galt.

Al separarnos volví a besarla, apretándola más hacia mi cuerpo. No quería que esto fuera un sueño o algo tan irreal. Pero era verdad los dos estábamos aquí, uno frente al otro.

Seguí besándola mientras acariciaba con mis manos su cintura, nos separamos y ella sonrió asintiendo.

Desate los cordones del vestido, quite el faldón junto a la parte de arriba, y mientras seguía besando con delicadeza su piel, desate el corsé, al quitárselo sonreí.

La cargue llevándola a la cama, la acosté con delicadeza, bese cada lugar de su piel sensible, quite mi ropa, me posicione, la veía un poco nerviosa y solo la besé para que olvidara y comenzará de nuevo.

Sonrió y asintió dándome a entender que estaba lista, acaricie su cuerpo, estaba dar el siguiente paso cuando un ruido proveniente de afuera me puso alerta.

Me levanté haciéndole señas a Athena qué no hiciera ruido, al asomarme pude ver que andaban guardias del castillo merodeando por el lugar.

Nadie sabía donde estaba esta cabaña, pero pudieron haberla seguido, de inmediato comencé a cambiarme y le di ropa.

—Athena, cámbiate— no pidió explicación y solo se cambió con rapides, al estar listos la llevé por un pasadizo para salir por atrás, silbe y apareció Volga, subí y extendí mi mano hacia ella— ¿te irías conmigo?.

Ella solo me veía, mientras que las voces junto a los caballos relinchar se escuchaban más cerca de la cabaña.

Suspiro hasta tomar mi mano y de inmediato la subí delante de mi— te dije Galt, que jamás no separaremos.

Asentí besando su hombro, tome la rienda y le di la orden a Volga qué nos fuéramos, nos fuimos por el camino opuesto entrando al bosque frondoso, al menos entre los árboles no seríamos tan fácil de encontrar.

Hicimos dos paradas para comer, hice una fogata y casé, para después retomar el camino, hasta que llegamos a un pueblo a dos días del reino de Isemfot.

— Galt, ¿donde estamos?— seguimos en camino bajo la mirada de algunas personas.

— es el pueblo de Adenar, y nos quedaremos aqui por algún tiempo— ella solo asintió.

Seguimos el camino de piedra, nos detuvimos frente a un hostal, bajamos y entramos para pagar un dormitorio...

Los días habían seguido y yo pude conseguir trabajo y gracias a eso alquilé algo mejor donde nuestra privacidad fuera mejor...

Baje del caballo y entre a la casa y la vi sentada en medio del llanto— ¿qué sucede?, Athena, ¿estás bien?.

— no estoy bien, porque no puedo hacer las cosas bien, hoy quería tener la comida lista para cuando llegaras, pero se quemó y me corte.

Sonreí al escucharla, porque era tan linda y hermosa al intentar hacer cosas por mi: la abrace hasta darnos un profundo beso.

— tranquila, yo haré la cena— ella asintió mientras revisaba su herida, curándola.

Y solo la cargué llevándola a nuestro dormitorio, donde cada amanecer despertaba a su lado.

Quite su ropa al igual que la mía y volvimos a besarnos, su respiración era más rápida al igual que la mía, mis manos acariciaban su cuerpo con delicadeza.

Hasta que la lleve a la cama, recostándola con suavidad, bese su piel mientras que escuchaba sus profundos suspiros acompañados de pequeño gemidos.

Me subí, y besé sus labios con paciencia, entrando poco a poco en ella, sentí sus pequeñas manos en mi espalda, me detuve un poco.

E hice movimientos pequeños, sutiles y muy placenteros, donde su melodiosa voz la escuchaba,

Cada movimiento era más rápido, fuerte y ese mismo hacía que Athena me pediera más, nuestros cuerpos estaban mojados y nuestra sed seguía, pero me detuve porque mi hermosa Athena estaba cansada.

Fue un pequeño respiro y volvimos a retomar, sus gemidos eran ahogados en mi hombro, mientras que sus uñas dibujaban con sutileza unas líneas finas en mi espalda.

Hasta que llegamos a la cúspide de nuestra saciedad. Me recosté a su lado, la abrace y mientras acariciaba su cabello escuche su dulce voz.

—Galt, es necesario que sepas todo — toque su mentón para que me viera a los ojos — espero que después de escucharme aun sigas viéndome así.

Solo asentí mientras la atraía más a mi pecho, recostó su cabeza, suspiro y la escuche hablar.

Los reyes buscaron al mejor pretendiente, ¿basándose en juegos?, la casaron y Besimir la obligó sin importarle que ella aún era pura.

Y cuando hablo de su hijo me hizo recordar aquel día al encontrarla en el suelo en medio del llanto.

Cuando terminó de hablar suspiré, ella levantó su rostro y me vio a los ojos, sonreí dándole un corto beso, al separarnos carraspee y era mi turno de decirle lo que yo sabía sobre la muerte de sus padres.

— Athena, hay algo del que tengo que decirte— abrió sus ojos esperando a lo que le diría— es sobre los reyes, tus padres.

Ella asintió posando su mentón en mi pecho, volvía a aclarar mi voz— la guerra contra Adenel, fue guiada para un propósito y era acabar con el reinado del Rey Alev, y tomar su lugar por estar casado con su hija.

Abrió sus ojos y de ellos salieron lágrimas, no tuve de que decir nombres, ella era lista y sabía perfectamente quien era ese hombre que quería el trono de su padre.

Limpie con suavidad sus mejillas y continúe — por esa misma razón yo estaba en el calabozo, al llegar en apoyo al reino me di cuenta de que no era así, busque a tus padres hasta que los encontré e intente ponerlo alerta, pero el llego e intente defenderlos.

Ella solo suspiraba, mientras acaricia su cabello— pero por desgracia eran más que yo y me sometieron— guarde silencio y bese su cabeza.

—Galt— Suspire mientras seguía acariciando su cabello terminando en su espalda.

— ¿dime?.

— murieron por culpa de Besimir, ¿verdad?.

Suspire y con mi sonido proveniente de mi boca solo respondí a su pregunta, la escuche sollozar hasta que nuevamente levanto su rostro, viendo su nariz roja junto a las marcas de sus lágrimas.

— es un maldito y el merece la pena de muerte.

— lo sé, pero por tener poder y dinero, no lo condenarán— ella asintió con impotencia, limpie sus lágrimas hasta besar su nariz— pero conozco a alguien que nos ayudará a derrocar su trono y encontrar a tu hijo.

Sonrió y solo asintió, nos besamos con necesidad, ella se subió y volvimos a hacer el amor siendo solo uno.

Las semanas habían avanzado y una mañana un fuerte toque a la puerta hizo despertarnos de inmediato me cambié y fui, al abrir era uno de los hombres con quien trabajaba.

Volteo a los lados y hablo bajo— Galt, tienen que irse— me mostró un papel y vi mi nombre diciendo que había raptado a la princesa— han avisado que la caballería se aproxima.

— gracias y todo lo que deje, puedes quedártelo— él asintió y se fue.

Camine hacia el dormitorio, agradecía qué había tenido un buen compañero en ese trabajo y gracias a él tenemos tiempo de irnos.

Al entrar no hubo necesidad de decirle a Athena, ella ya estaba cambiada y con un pequeño costal con nuestra ropa.

Salimos de la casa, até el costal al caballo, subí y la ayude a subir, tome la rienda y salimos— ahora ¿a dónde iremos?.

— a cuatro pueblos más adelante, donde no nos encuentren— ella asintió, jale la rienda para que fuera más rápido, mientras sentí su cabeza recostada en mi pecho.

Sabía que venía dormida por ser muy temprano, pues el sol aún no salía, pero teníamos que salir o nos encontrarían.