Entre Siglos Y Maldiciones

Catalyn realmente no se había desmayado, solo se había quedado dormida en los brazos de Derek. Todo en ella rechazaba la idea de que él tuviera que llevarla, pero se sentía tan exhausta que apenas si resistía estar de pie. Quería llorar y gritar, quería salir corriendo y solo dejar libre su magia, porque, después de todo, lo único que había podido hacer era respirar tan profundo como podía y sentir que su magia se reprimía en sus venas. No entendía por qué su mamá había causado tanto alboroto por un hechizo que ni siquiera había intentado, pero le había dolido mucho más que las veces anteriores en donde habían discutido. Su mamá la veía con rabia y miedo, como si fuera un animal peligroso, pero herido. Había destruido su grimorio, sus libros, sus dibujos..., todo lo que representaba la naturaleza de Catalyn. Había llegado muy lejos, pero ella sabia... que no tenia la fuerza para oponerse a su mamá. No después de la muerte de su papá.

Cuando despertó, aún le dolía el pecho y sentía las lágrimas en el borde de sus ojos al recordar lo sucedido, pero se obligó a mantenerse lo más estable posible cuando se dio cuenta de que estaba en una habitación demasiado ostentosa como para ser algo relacionado a Derek. A él le gustaba ser sencillo. Luego se dio cuenta de que pertenecía a Victoria cuando ella salió del baño con un par de frasquitos de color rosa y violeta pálido.

Dos veces en una semana se había encontrado con ella en circunstancias para nada agradables.

Sin embargo, se sorprendió al notar que Victoria lucía verdaderamente aliviada de verla despierta.

- ¿Cómo te sientes? - le preguntó y se sentó frente a ella, dejando los tubitos en la mesa a su lado y destapando el de color violeta. Olía a lavanda suave.

- Estoy bien - respondió sonriendo -, ¿por qué estoy en tu habitación?

- Derek te trajo aquí después de que...

- Te contó lo sucedido -. Se sintió avergonzada, de seguro una bruja de su calibre debía de atender asuntos más importantes que solo los problemas de una chica que ni siquiera sabía cómo usar su poder.

- Catalyn, no entiendo por qué tu mamá hizo lo que hizo, pero estoy segura que se preocupa por ti y por lo que pueda sucederte.

¿Pero por qué la hacia sentir como si fuera un monstruo...? Catalyn se limitó a asentir y a darle una sonrisa.

- Perdóname molestarte, creo que lo mejor es que regrese a mi casa.

Comenzó a ponerse de pie, pero aún se sentía como si su magia vibrara en su interior y se arremolinara. Estaba temblando y su corazón latía con fuerza. Era un mal momento para empezar a sentirse de ese modo.

- Puedes quedarte un rato, si quieres -. Victoria hablaba con tanta suavidad y tranquilidad que Catalyn estuvo tentada a quedarse, pero no quería más problemas con su mamá -. Sé lo que estás pensando, pero por favor, hablemos.

Catalyn miró hacia el suelo y cerró los ojos. Ahora la habitación vibraba igual que su magia.

- No hay problema - continuó hablando Victoria -. No vas a causar ningún desastre con tu magia aquí.

Eso la hizo sentirse más tranquila, pero no menos avergonzada.

Se sentó de nuevo y miró a los ojos a Victoria.

- ¿De qué quieres hablar? - le preguntó con tanta calma como pudo.

- De ti, puedo ver que mis libros están temblando y que mis floreros se están empezando a quebrar, ¿vas a seguir negando que te sientes mal?

Catalyn sintió las lágrimas de nuevo y el nudo en su garganta.

- Lo siento mucho, no es mi intención - Victoria posó una mano sobre la de ella -. Prefiero no hablarlo - contestó, cerrando sus puños. Los objetos dejaron de vibrar -. Mejor, ¿por qué no me cuentas que son todas estas cosas?

La curiosidad de saber cada mínimo detalle de Victoria aún seguía rondando su mente, pero, en ese momento, no podía dejar de pensar en su mamá. Sentía que la había defraudado, que aunque estuviera siendo injusta ella tenía la culpa. Pensaba en lo muy enojada que estaría cuando regresara a casa y los gritos e insultos que le diría cuando se atreviera a practicar magia de nuevo.

Necesitaba distraerse.

- Muchos son regalos de mi jefa o implementos que me dio para realizar mi labor como vidente. Ella es la líder del aquelarre -. Catalyn intentó prestarle atención cuando Victoria empezó a hablar -. Ella es demasiado poderosa y muchos le temen, pero en realidad es bastante comprensiva y amable, cuando se lo propone. Ella me recogió cuando era una adolescente, a mi y a mi sobrina.

- ¿Tu sobrina? - preguntó Catalyn, frunciendo el ceño al notar que el rostro apacible y hermoso de Victoria ahora reflejaba mucho más que tristeza. Era arrepentimiento.

- Murió hace tiempo - le dijo ella sonriendo, aunque sus ojos no podían esconder lo que sentía -. Muchos de los grimorios que tengo le pertenecían.

- Lo siento mucho, no quería recordarte malos momentos.

- Está bien -. Victoria se puso de pie y se acercó a un gran estante lleno de libros que parecían que se harían cenizas con tan solo tocarlos. Sacó uno de ellos, que aunque pareciera bastante antiguo, estaba brillante y parecía reflejar la luz del sol como si fuera un prisma. Se lo ofreció a Catalyn -. Este era uno de los suyos. Quédatelo.

Catalyn la miró sin creérselo y se sintió avergonzada de recibirlo.

- ¿Estás segura? Es un recuerdo de tu sobrina.

- Está mejor contigo.

- Pero si mi mamá se entera va a destruirlo.

- Que lo intente - le sonrió Victoria, ahora mirándola con perspicacia -. Te recomiendo que lo guardes, no dejes que lo vea. Pero si lo encuentra puedes estar tranquila, no podrá destruirlo. Y... si puedes recuperar el que te dio Derek, sería un muy buen complemento.

Catalyn asintió y lo apretó contra su pecho, como una niña que recibía una muñeca que había querido por años.

Se sentía más tranquila, a salvo. Estar con Victoria era como estar con su papá. Alguien que no la juzgaba por lo que era y que estaba dispuesta a enseñarle sin miedo ni prejuicios. Él no sabia nada sobre hechizos ni brujería, pero no la había rechazado cuando de niña habían aparecido sus poderes. Se había esmerado en investigar y leer lo suficiente como para saber cómo debía tratarla y educarla. Por él había aprendido a controlar casi siempre los elementos y a enfocar su concentración para aumentar su audición. Había aprendido a sanar plantas y quemaduras, a encender velas y apagarlas solo con mover su mano y a reconocer que se enfermaba con facilidad porque sentía la emociones negativas de los demás. Había podido avanzar tanto con su poder que casi se había sentido orgullosa.

Y, entonces, lo perdió.

Al recordarlo... las escenas del incendio y de la pelea con su mamá pasaron frente a sus ojos y su corazón volvió a acelerarse.

Cuando menos lo esperó, se dio cuenta que Victoria le hablaba y que se había quedado con la mirada perdida.

- Catalyn - la llamó ella -, ¿me estabas escuchando?

- Perdona, ¿puedes repetirlo? - dijo apenada, aún con el grimorio contra su pecho.

- Te decía si querías algo de comer o si querías que continuara hablándote sobre mis cosas.

- Puedes continuar hablando de ti, si lo prefieres - contestó, pero no sentía que fuera capaz de concentrarse en lo que le dijera. Aún le bailaban los recuerdos en la cabeza.

- Catalyn, dudo mucho que me prestes atención estando como estás  - le dijo Victoria y ella se sintió más culpable -. Cuéntame sobre ti, ¿donde está tu padre?, ¿tienes algún familiar más que te pueda recibir en su casa?

Catalyn sintió una punzada en su pecho.

- Mi papá... mi papá falleció hace cuatro años. Y no, mis abuelos paternos murieron antes de que yo naciera y mi mamá se alejó de su familia. No conozco a nadie...

Deseaba tener a alguien más, pero estaba sola.

- Oh, lo siento mucho, Cat. No lo sabía.

- ¿Derek no te lo dijo?

- No es alguien que suela hablar mucho.

Catalyn asintió y apartó la mirada.

Extrañaba tanto a su papá, sobre todo cuando discutía con su mamá. No tenía a nadie más, ni tíos, primos o hermanos que la hicieran sentir que estaba en un ambiente seguro. Quería a su mamá, pero a veces la lastimaba más de lo que ella podía resistir. Lo único que quería en ese momento era ver a su papá de nuevo, aunque fuera solo unos segundos.

Catalyn sintió las lágrimas en sus mejillas cuando Victoria se acercó y la abrazó. Se estaba sintiendo realmente ridícula, pero no podía parar.

- Él... él murió en un incendio - comenzó a hablar -. Todo lo que recuerdo es borroso, pero...

Le dolía demasiado el pecho, le ardía como si se estuviera quemando.

- Está bien - le dijo Victoria, aún sin soltarla. Hablaba con tanta dulzura, como si estuviera cantando una canción de cuna, que Catalyn decidió seguir hablando -. Puedes hablar todo lo que quieras.

- Recuerdo que los bomberos me dijeron que no habían podido rescatarlo, que las llamas eran demasiados intensas...

- ¿Cómo saliste?

Catalyn lloró más fuerte.

- Por él..., aún no sé lo que sucedió, pero me desperté en medio del fuego, tosiendo y confundida. De algún modo mi papá derribó la puerta de mi habitación y me sacó corriendo, mi mamá gritaba desde el piso inferior. Creo que... creo que la casa se estaba derrumbando, porque mi papá me empujó justo en el momento en que una viga se cayó. Rode por las escaleras y caí al primer piso con mi mamá, y lo último que vi fue que un muro de fuego nos separaba de mi papá. Cuando desperté... estaba fuera, con una máscara de oxígeno. Mi mamá lloraba..., había muchas voces - dijo, ahogada en lágrimas -. Luego me dijeron que... mi papá había quedado atrapado y que se había asfixiado... y...

- Ay Catalyn - exclamó Victoria, acariciando su cabello -. Lo siento mucho, de verdad.

- Escuché eso muchas veces...

- Pero yo lo digo de verdad. Cuando pierdes a alguien que amas, su recuerdo no se borra, su recuerdo duele. Todo el mundo te dice que podrás seguir adelante, pero tú sabes que una parte de ti murió también -. Escucharla hacía que su dolor se hiciera menos agudo, pero no podía parar de llorar -. La vida pierde color, pierde esperanza. Pero... después de un tiempo aprendes a vivir con el dolor, lo conviertes en algo hermoso. A mi... - a Victoria le tembló la voz, pero siguió hablando - a mi me gusta pensar que Helena sigue aquí. Que vive en las flores, en cada hechizo que escribió, en las brisas de verano, en mi corazón. No creo en el Cielo, pero ella está conmigo. Su alma está conmigo.

Catalyn la miró a los ojos y forzó una sonrisa entre las lágrimas.

- Es una hermosa forma de verlo - dijo, permitiéndose cerrar los ojos -. Derek... Derek estuvo conmigo ese día. Me sostenía la mano mientras yo me desmayaba y recobraba la consciencia, una y otra vez. Estuvo conmigo los días siguientes, en el funeral, en las reuniones de la iglesia de mi mamá. Ella encontró consuelo en su fe, yo en mi magia. Y también en él...

Reconocerlo era un trago amargo que no había querido recibir, pero sin él no habría podido seguir viviendo.

Victoria lanzó un suspiro.

- Pero ahora tu mamá te prohibió practicar.

- Y se siente como si estuviera rechazando una parte de mi, mi naturaleza, mi esencia. Nunca le gustó que yo fuera bruja y muchas veces discutió con mi papá por esa razón, pero... llegó demasiado lejos esta vez. Y... siento que mi magia es lo único que tengo de mi padre. Aunque... aunque no sepa controlarla... aunque a veces sienta que... - dejó la frase colgando, decir que se sentía como un desastre era demasiado.

- Estoy aquí contigo - le dijo Victoria y le limpió las lágrimas con suavidad -. Puedes llamarme, puedes venir cuando quieras. Te prometo que voy a cuidar de ti.

- ¿Por qué te preocupas tanto por mi? - preguntó, necesitaba saber por qué la cuidaba tanto aun cuando la conocía de hace apenas un día.

Victoria intentó sonreír.

- Me recuerdas a Helena. Y una bruja siempre ayuda a sus compañeras.

Catalyn la abrazó con más fuerza y sintió como si estar con Victoria fuera su verdadero hogar.

Pero... aun así quería arreglar las cosas con su mamá.

- Gracias, Victoria - le dijo, sin realmente poder encontrar las palabras para decirle lo muy agradecida que estaba y lo mucho que deseaba poder devolverle el favor -. Tal vez soy solo una niña, pero tú tampoco estás sola.

- Lo sé - Victoria sonrió y le puso a Catalyn en el cabello una florecita rosa pálido de su tocador -. Somos brujas, nunca estamos solas.

A Catalyn eso la hizo sonreír.

- Tal vez sea bueno que regrese, quiero... quiero hablar con mi mamá.

- Espero que puedas llegar a un acuerdo. Si me necesitas, solo piensa mi nombre y llámame. Puedo sentir esos pensamientos.

Catalyn asintió sorprendida y se atrevió a darle otro abrazo a Victoria, pero en ese momento entró Derek.

Parecía agitado y un poco pálido.

- Necesito contarles algo.