Eloisa se encontraba llena de tristeza mirando el cielo rojo que se pintaba con el atardecer, en su mente las imagines de su madre se hacían presente, recordaba con dolor la traición del hombre que le juro amor eterno, sentía que su vida ya no tenía sentido en tan poco tiempo había perdido tanto. No tenía idea por dónde comenzar, mientras caminaba perdida por la arena de la playa, se encontró con un perro, este la siguió por todo la playa, cuando Eloisa estaba apunto de subirse a su auto, el perro le ladro. Ella dejo que el perro entrara a su auto en la parte trasera, cuando llegó a su departamento, acomodo al perro en una esquina del pequeño balcón que tenía, le colocó agua y comida. Desde ese día su vida de Eloisa a cambiaría por completo, descubre que el pequeño perro que adopto es miembro importante de una numerosa familia que llevan semanas buscando al pequeño perro, ya que el dueño es el hijo mayor de la familia quien se encuentra en un viaje.
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una copa
Lo que no sabía Eloisa es que Gonzalo cada fin de mes revisaba las cámaras de la mansión, cuando miró a su madre y a Eloisa subiendo al auto con peludo golpeó la mesa donde se encontraba el monitor.
Esa noche tocó la puerta de la habitación de Eloisa como loco.
Eloisa abrió la puerta rápido y miro a Gonzalo molesto.
- Mis órdenes fueron no sacar a peludo de la mansión que eres idiota, le gritó en la cara.
Eloisa se quedó inmóvil, el tenía su cuerpo acorralado en la puerta de su habitación.
- No soy estúpido, niñita por si no lo sabes todo mi casa tiene cámaras, acabo de ver cómo sacas a mi perro y a mi madre, si les pasa algo juro que acabaré contigo, decía enojado.
- Tu madre odia estar encerrada, al igual que rojo, pero ya entendí no volverá a pasar, dijo sería Eloisa.
Gonzalo la miraba con furia.
- Si vuelve a pasar, toma tus cosas y te vas. Gonzalo se marchó.
Eloisa se quedo asustada, se encerró en su habitación y comenzó a llorar, ella estaba enojada, lo odiaba, pero al final el era su jefe.
En la mañana la señora Fabiola entro a la habitación de Eloisa, había escuchado a su hijo gritándole a Eloisa.
La señora Fabiola la abrazo.
- Si quieres renunciar, puedes hacerlo Eloisa, mi hijo es un tonto, no puede tratar así a la gente.
- Escucho lo que dijo, decía Eloisa triste.
- Todo linda.
- ¿Usted sabía que había cámaras?
- No, bueno se que tenemos un equipo de seguridad y que las cámaras estaban en la puerta principal, pero no en la cochera, por eso te dije que subieras a rojo al auto mientras aún estaba en la cochera.
- No voy a renunciar, ya me pagó y ese dinero no pienso devolverlo.
- Yo te voy a pagar más, decía la señora Fabiola.
- Ya no, por favor.
- Eres una mujer con un corazón muy bueno, linda.
- Me agrada pasar tiempo con usted.
Paso una semana desde que Gonzalo le gritó a Eloisa.
La hermana de la señora Fabiola llegó a la mansión junto a sus dos hijos, la señora Fabiola había organizado una comida.
Le comento a Eloisa que tenía mucho tiempo que no veía a sus sobrinos, que cuando su esposo vivía siempre en vacaciones se reunian para comer y pasar tiempo en familia.
Eloisa ayudo a la señora Fabiola a decorar la mesa en el jardín y a preparar todo para la pequeña reunión, ella se puso un vestido amarillo.
Su hermana entró primero acompañada de su hija Lourdes, ella tenía casi la edad de Ximena, la señora Fabiola la abrazaba con mucha alegría.
Le presento a Eloisa, ella miró asombrada a Eloisa.
- Mucho gusto, decía Eloisa.
Su sobrino Samuel entro después a la mansión, el abrazo a su tía y miró asombrado a Eloisa.
- Hola hermosa, dijo sonriendo mientras saludaba de beso a Eloisa.
- Es mi compañera, decía la señora Fabiola sonriendo.
El tipo sonrió y se le acercó al oído de Eloisa.
- Puedo contratarte después, yo necesito una compañera.
- Estaré ocupada, decía Eloisa sería.
- No le hagas caso a mi sobrino Eloisa, el siempre es así de molesto.
- Soy tu sobrino favorito, tía; decía tomándola de la mano y caminando con ella hacia el jardín.
Todos se sentaron en la mesa, Samuel no dejaba de hablar y contar sus anécdotas sobre los trabajos que hacía para ayudar a las personas que perdían todo en las inundaciones de los países pobres.
También le contaba a su tía sobre sus viajes visitando todo el mundo.
Eloisa lo escuchaba, después de todo el tipo no era tan presumido, el era una persona sencilla, pensaba.
Llegó la hora del té, Samuel se acercó a Eloisa.
- ¿cómo soportas trabajar para mí primo?, es un tirano.
- Me amenazó, dijo Eloisa sería.
- Ese idiota, algun día tendrá su merecido. Oye se que fui muy directo hace rato pero es que eres muy linda y me encanta saber que cuidas a mi tía, ella es una mujer muy buena, no merece estar sola.
- No, la verdad es que yo no quería ningún pago, pero ella insistió.
- Mi tía siempre es un amor.
- También supe que entrenas a su perro, recuerdo que el perro era un desastre el año pasado. Ahora veo que sabe obedecer.
- si, rojo es un gran perro.
- Eres un ángel Eloisa, dijo sonriendo.
Eloisa se puso roja y se alejo de Samuel con vergüenza.
Samuel, se acercó a ella.
- ¿quieres ir a tomar algo? ¿A qué hora sales de tu trabajo?, decía sonriendo .
- No tengo horario de salida ni entrada, sonrió ella.
- Tía, estoy invitando a tomar algo a Eloisa, pero se niega por qué no tiene horario de salida en su trabajo.
La señora Fabiola sonrio.
- Eloisa no quiere salir contigo hijo.
- No, Samuel miró asombrado a Eloisa. No te voy a cortejar Eloisa solo quiero platicar contigo, invitarte una copa.
Eloisa sintió pena por Samuel.
- Salgo a la diez de la noche, puedes pasar por mi.
- perfecto, decía Samuel sonriendo.
La familia de la señora fabiola se marchó, Samuel se despedía de Eloisa con un beso en la mejilla.
- Te veo a las diez.
La señora Fabiola estaba en su habitación, Eloisa le pasaba sus medicinas y le preparaba la cama.
- Yo puedo cariño, deberías de ponerte algo lindo, mi sobrino es muy guapo y simpático, tal vez puedan llevarse bien, dijo sonriendo la señora Fabiola.
- Si es muy guapo, pero aún tengo miedo a iniciar algo, usted sabe por lo que pase.
- Por eso es bueno que conozcas a alguien más, tal vez pueda ser un gran amigo.
Eloisa se despidió de la señora Fabiola y se puso un vestido negro con una chaqueta, miró la hora y salió en silencio, no quería que Samuel tocará la puerta, además por la hora Gonzalo ya se encontraba durmiendo.
Samuel llegó en su auto la miró y sonrió.
En el auto, Samuel iba contándole a Eloisa sobre su fundación.
El le preguntaba si quería trabajar con el cuando terminara de trabajar con su primo.
Le dijo que no iba a pagarle mucho, pero que necesitaba gente como ella,
Eloisa le respondió que lo pensaría, por qué ella ya tenía un trabajo en la agencia de su amiga.