Sinopsis
En México, en vísperas del fin de la intervención francesa, hubo una época de cambios pero también de inestabilidad económica. Sobre todo para los grandes aristócratas del país, esta es la historia de Valeria Cortina González de Noriega, una joven soñadora y de alma libre que idealizaba el amor, pero a su vez tenía miedo de un matrimonio arreglado.
Su padre Don Francisco, estaba lleno de deudas, además de que estaba al borde de la quiebra, lo único de valor que conservaba era su apellido honorable. Su única salvación era pagar su deuda a Luis Pimentel para poder conservar su hacienda, Luis era el terrateniente más poderoso de esa época y etiquetado como un verdadero tirano, Don Francisco estaba dispuesto a todo, incluso entregar a su amada hija a cambio de salvarse de la ruina. Será que el pago de una deuda, se pueda volver en un amor duradero y sincero.
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Rumores
Capítulo 12
Valeria estaba dando las clases de catecismo a los niños del orfanato, al mismo tiempo Regina su mejor amiga llegaba para darles a esos pequeñitos dulces y galletas. Valeria era muy cariñosa con ellos, los niños la adoraban.
—Los hace tan feliz verte.—expresaba Regina
—Ellos me llenan de energía, gracias por traer todo esto para que los pequeños disfruten.—
—No tienes que agradecer, ¿Cuando se van a la capital?—
—En cuanto mi padre esté recuperado, por cierto mañana es mi cumpleaños y esta vez no habrá una gran celebración. Creo que es el inicio de nuestra nueva realidad.—
—Para mí todo será exactamente igual, sabes que conmigo siempre podrás contar, siempre seré tu amiga.—
—Lo sé.—
—Valeria, ¿has escuchado los rumores?—
—Sobre qué.—
—Sobre don Luis Pimentel, dicen que está peor que nunca, que es demasiado cruel con sus peones. Además lo han visto pasear con la mujer que administra su casa, restándole incluso autoridad a doña Gertrudis. Dicen que esa mujer es su querida.—
—Los hombres como don Luis acostumbran a tener queridas, además él es viudo no tiene a quien faltarle, aunque conmigo no ha mostrado su verdadero ser, supongo que los rumores son verdad, hay algo en el que me mantiene alerta.—
—Doña Gertrudis quería que tú te convirtieras en la esposa de su hijo, pero después se retractó.—
—Yo casada con ese hombre, mi padre no lo permitiría. Él prometió que no me obligaría a casarme con nadie.—
—Si Valeria, pero si llegas a casarte en este momento y no me refiero que lo hagas con don Luis, con quien sea. Esa persona podría salvar a tu padre de vivir sus días en la miseria y la vergüenza.—
—No, eso sería muy cruel. Sería un intercambio injusto. Prefiero trabajar toda mi vida, antes que casarme. Imagínate si me llegara a casar con Alfredo A la torre que es la burla de todos, o Mariano Cuesta del que todos dicen que su madre maneja y decide todo en su vida, quien quiere a una suegra metida en tu matrimonio.—
—¿Y Luis?—
—Tu misma me lo acabas de decir, es un hombre cruel, despiadado y como bien lo dijiste hasta con querida incluida. Sería mejor vivir en el infierno, que a su lado.—
Mientras ellas estaban en el orfanato, Luis estaba en las ánimas esperando hablar con el papá de Valeria. María Luisa lo hizo pasar a la habitación ya que Francisco seguía convaleciente.
—Adelante don Luis está en su casa.—
—Es realmente desafortunado todo lo que ocurrió.—Luis sentía esa necesidad de confrontarlo y exigirle que le hiciera saber el motivo por el cual traicionó a su hermano, pero lo haría en el momento correcto.
—Por algo pasan las cosas, pero me alegra verlo. Necesitamos hablar sobre el pago de la deuda.—
—Si, a eso precisamente vine. Tengo una propuesta que hacerle y estoy seguro que no la va a rechazar.—
—Adelante lo escucho.—respondió intrigado Francisco.
—Estoy dispuesto a perdonarle la deuda y ayudarlo económicamente a salir de la ruina, a cambio de casarme con Valeria.—Francisco se sorprendió con tal petición, pero inmediatamente le dio una respuesta sin pensarlo.
—Permítame agradecer su ofrecimiento, pero no daré a mi hija a cambio de dinero. La hacienda es suya solo debemos hablar de la diferencia a pagar a mi favor, mi familia y yo volveremos a la capital y sé que encontraré empleo en el gobierno.—
—Por qué no lo piensa, después hablaremos de su respuesta, créame es un buen trato. Puedo salvarlos de la ruina y me encargaré de cuidar a su hija.—
—No tengo nada que pensar se lo prometí a mi flor de campo, no la obligaría a casarse con nadie, mi hija es lo más valioso que tengo y ser la causa de su infelicidad me mataría lentamente, pero aún así se lo agradezco.—
—Esta bien no voy a insistir, ahora me voy volveré después para hablar sobre el traspaso de la hacienda. Que se recupere pronto.—
—Gracias por su visita.—Francisco sabía de los rumores sobre Luis, por nada del mundo permitiría que su hija terminara en sus manos.
Salió Luis de la habitación, su plática con Francisco le hizo darse cuenta que no estaba equivocado. Valeria era lo que más quería don Francisco, así que no descansaría hasta que se la entregaran por su propia voluntad. Antes de irse se cruzó con María Luisa.
—Señora me retiro.—
—¿Tan rápido?—
—Si, don Francisco rechazó mi propuesta.—
—Lamento escucharlo, ¿puedo saber qué fue lo que le ofreció?—
—Por supuesto que si señora, y tal vez sea usted quien me ayude a convencer a su esposo de aceptar. Ofrecí perdonar la deuda y ayudarles económicamente a cambio de su permiso para casarme con Valeria. Prácticamente lo salvaría de la ruina.—
—¿Lo rechazo?—preguntó sorprendida.
—Así es, dijo que me entregara la hacienda en pago. Que volverán a la capital, lo que no entiendo es cómo planea mantener en pie su casa, vamos seamos honestos con un sueldo miserable como burócrata no podrá y tendrá que venderla, además Valeria y usted tendrán que trabajar también para ayudarle. Convenza a Valeria de aceptarme señora María Luisa, salvemos juntos su fortuna y el apellido tan distinguido de su esposo.—María Luisa sabía que no tendrían otra oferta de esa magnitud.
—Cuente conmigo, haré que Valeria lo acepte para que se case con usted, pero de esto ni una palabra a mi marido.—
—Tenemos un trato señora.—Luis besaba la mano de María Luis y se marchaba devuelta a su hacienda.
María Luisa sabía cómo obligar a Valeria para aceptar a Luis como esposo, no sería sencillo pero lo iba a lograr, ni si quiera le importaba los rumores que había sobre él, lo que le interesaba era salvarse de la miseria. Más tarde el doctor Machain revisaba las quemaduras de Francisco, y su estado anímico.
—Las quemaduras no están sanando correctamente, además la quemadura de la pierna a comenzado a necrosar, usaremos larvas para que coman el tejido muerto. Pero si no mejora, tendré que amputar la pierna.—
—No doctor, no puedo perder la pierna. No lo entiende, mi familia me necesita entero, por favor mi pierna no.—
—Tranquilo don Francisco esperemos funcione el tratamiento.—
—Calmate querido todo va a estar bien.—María Luisa trataba de darle ánimos a su esposo.
Francisco estaba incontrolable, pensar en la posibilidad de perder la pierna lo llevaba a la desesperación. Su familia lo necesitaba sano para salir adelante ante la adversidad. En ese momento llegaba Valeria a su casa en compañía de Irene.
—Déjanos a solas Irene.—le ordenó María Luisa.—Se puede saber ¿dónde estabas?—
—Estaba en la iglesia, ocurrió algo con mi papá.—
—Si, tu padre está apunto de perder la pierna.—
—Que! Eso no puedo ser, debe haber algo que podamos hacer.—lloraba Valeria de la angustia.
—Nada se puede hacer, si no funciona el tratamiento tendrán que amputarla, imagínate sin su pierna y en la ruina. Cómo vamos a sobrevivir.—
—Yo trabajaré lo que sea necesario para ayudar a papá.—
—Eres tan ingenua, lo que debes hacer es casarte con alguien que nos saque de la ruina y ayude a tu padre. Él te ha dado todo, no crees que sería bueno que dejaras de lado tu egoísmo y te sacrificaras para salvar a tu padre de la miseria.—
—Si madre, pero no a cambio de mi libertad.—
—Te recuerdo que en tu posición no tienes otra opción, si fueras la hija de un andrajoso tal vez trabajarías como una mula hasta el día de tu muerte, pero como eres la hija de don Francisco Cortina debes anteponer tus deseos a cambio de mantener el buen nombre y prestigio del apellido de tu padre.—
—No me voy a casar con nadie, no puede obligarme.—
—Lo harás porque yo lo digo, así te llevé arrastras hasta el altar.—
Valeria entró a su habitación se sentía atormentada y sin salida, le dolía la situación que estaba atravesando su padre, lo único que le quedaba era orar para que su padre no perdiera la pierna. Por primera vez sentía una gran desesperanza.