¿Cuál Es La Verdadera Cara de Julieta Sanz?
Julieta Sanz una joven que ha vivido su vida bajo el control de su madre y religión. Aparentemente teniendo la vida perfecta, con el novio perfecto siendo incluso admirada y envidiada por la máscara perfecta que lleva consigo.
Todo eso cambia cuando conoce a Magnus, un hombre que cambia por completo su vida.
Israel es un viejo amigo de Julieta que ahora es policía y se ve involucrado en la historia cuando una llamada lo despierta en mitad de la noche.
¿La verdadera cara de Julieta, será realmente la de un mounstro o la de un simple humano?.
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Capitulo 11: Antidepresivos
Después de media hora, la noche había caído sobre nosotros. Magnus había dejado de llorar y parecía estar bien mirando las estrellas que se veían en el cielo.
— Perdón por traerte a la fuerza — dijo Magnus volviendo a ser el mismo— Creo que te juzgue mal cuando te vi por primera vez.
— ¿Cómo creías que era?— pregunté.
— Creí que eras superficial, pero eres interesante— contestó queriendo tomar mi mano pero yo la aleje— y siento que debemos irnos antes de que sea más noche.
Asentí, aun sin tener noción del tiempo que llevaba ahí, sin importarme siquiera las llamadas perdidas que tenía en mi teléfono Realmente quería estar ahí y jamas volver a casa, no quería volver a mi vida perfecta.
Pero sabía que no podía renunciar a todo lo que había logrado y trabajado toda mi vida, incluso había sacrificado mi corazón y si abandonaba todo eso significaría que fue en vano cada lágrima,cada vez que senti que mi corazón estaba irremediablemente roto.
Magnus se subió a la motocicleta y yo me subí después de él, lo abrace para no caerme, bajo esa excusa pude sentir el calor de su cuerpo.
— ¿Te llevo a tu casa?— preguntó con voz alta— después de todo fui yo quien te trajo a este lugar.
Le dije mi dirección y no tardamos más de 10 minutos en llegar. Baje de la motocicleta y le di el casco.
—Gracias— dije trás un largo suspiro— Nunca volvamos a vernos.
Pero en mi mente realmente deseaba volver a encontrarlo.
El sonrió creyendo que era una broma sobre no volver a vernos. Pero yo lo dije en serio, no podía volver a verlo, después de todo tenía a un novio a quien amaba. No podría perdonarme el hecho de salir con un hombre a sus espaldas.
Me di la vuelta y entre en mi casa, por suerte mi madre aún no llegaba. Pude entrar sin el temor de que me preguntará por qué vestía así. Al mirarme en el espejo que estaba atrás de la puerta por primera vez me gustó lo que veía, ese estilo encajaba perfectamente conmigo.
Resonaban en mi mente las palabras de magnus, sobre como me veía bien así.
Envidie a todos los que podían actuar, vestirse y hablar como ellos querían, me sentía miserable al verme en retrospectiva: pues era una mujer que lo único que había hecho bien en la vida era fingir, actuar de un modo que agradará a todos.
Ese sentimiento siguió invadiendo mis pensamientos arraigandose en mi alma, y cuando algo se arraiga en tu alma termina corroída.
Lo que antes me causaba un poco de felicidad, como ver la sonrisa de Joshua o que tomara mi mano, ver a mi madre mostrándose orgullosa de mi, escuchar elogios sobre lo devota y dedicada a dios que era ni siquiera me causaban alguna emoción de satisfacción.
Todo se había vuelto tan rutinario, todo había dejado de tener sentido. Terminaba agotada sin entender el por qué de repente todo se había vuelto gris. Estaba muriendo sin que nadie lo supiera, estába pidiendo a gritos que alguien me ayudara pero nadie se daba cuenta todos solo veían la máscara perfecta que llevaba puesta, todos creían que estaba bien y ni siquiera me preguntaron cómo me sentía.
Me estaba ahogando en mi miseria, implorando a dios que vivir era demasiado doloroso. Pero el no me escuchó pues el sabía que mi corazón estaba lleno de envidia.
Al final del día, tomaría todo el frasco de antidepresivos que tenía escondidas en la toallas de baño y moriría. Después de regresar de la cita que tenía con Joshua, había decidido quitarme la vida.
Joshua me miraba emocionado mientras sostenía un helado en sus manos. Sin imaginar lo que planeaba después de nuestra cita.
—¿Te imaginas cuando tengamos hijos y les contemos como nos conocimos?— preguntó tomándome la mano— ¿Les diremos que fue amor a primera vista?
Sonreí para que no sospechara de lo que tenia en mente.
— Claro que sí— dije, tratando de sonar convincente. —Les diremos que fue amor a primera vista.
Joshua sonrió y me dio un beso en la mejilla. Yo sonreí también, pero por dentro me sentía vacía.
— Y si terminamos— le dije con mi corazón lleno de angustia.
El sonrió y me jalo la mejilla.
— Terminaremos el día que uno de los dos muera— dijo como si fuera una amenaza.
Después de la cita, Joshua me llevó a casa. Me dio un beso en la mejilla y se fue. Yo entré en mi casa, cerré la puerta y me dirigí al baño. Lave mi rostro hasta que sentí que sus labios ya no estában sobre mi mejilla.
Saqué el frasco de antidepresivos de la toallas que tenía dobladas en un mueble que estaba en el baño y lo miré fijamente. Me sentía tan cansada, tan agotada. No podía seguir viviendo de esta manera, todo se había vuelto más infernal, desde que Magnus había aparecido en mi vida, haciéndome replantearme si está vida era lo que quería.
Había pastillas antidepresivas en mis manos, esas pastillitas blancas, tan pequeñas que eran capaces de matarme. Esas se volverían en mis asesinas y mis liberadoras de la prisión en la que vivía.
Estuve a punto de tomarlas, cuando la voz de mi madre me llamó, y no tuve el valor de continuar con mi plan. No tuve el valor de dejar que viera mi cadáver, y viera la manera tan patética en que decidí acabar con mi vida.
Volví a meter las pastillas en su frasco, y las escondí de nuevo. Era la segunda vez que mi plan fracasaba, esa idea de morirme. Recordé a Magnus quien me había salvado la primera vez.
Por alguna razón tenía ganas de abrazarlo, así como el lo había hecho conmigo, quería llorar en esa espalda calida, quería llorar a su lado por qué me tranquilizaria el hecho de que no sabían nada sobre mí, solo mi nombre.
Me hice la que estaba dormida y cuando mi madre me vio, no quiso despertarme. Espere hasta que ella durmiera para salir de casa, me puse un pantalón flojo y un suéter holgado. Abajo tenía la ropa que Magnus me había regalado así que detrás de un auto que era enorme me quite la ropa de encima y la puse en la mochila que tenía.
— ¿A dónde vas?— me preguntó una voz varonil detrás de mí.
Esa voz me era conocida así que voltee de inmediato. No pude disimular la emoción que embargaba mi cuerpo en ese instante.
—¿Magnus?— pregunté, sorprendida. —¿Qué haces aquí?
Magnus se acercó a mí, con una sonrisa en su rostro.
—Te estaba buscando— dijo. —No pude dejar de pensar en ti después de que nos separamos.
Me sentí un poco incómoda, por que era realmente extraño que hablara así de mí.
—¿Qué haces aquí, exactamente?— pregunté de nuevo.
Magnus se encogió de hombros.
—Estaba pasando por aquí y te vi cambiando de ropa detrás de ese auto, lamentablemente no pude verte desnuda de nuevo— dijo acercandose a mi—¿A dónde vas?
Me sentí un poco avergonzada, pero decidí ser honesta con él.
— Pensaba en irte a buscar— dije con seriedad — se que está mal lo que estoy haciendo, sobre todo cuando todos esperan tanto de mi... pero cuando estoy a tu lado siento algo que no sabía que existía.
Continúaraa.