Katsuki es un chico que se enamoró de su mejor amigo de la infancia Izuku, para no expresar sus sentimientos hacia las personas decidió escribir en un diario íntimo. Este libro es aquel diario el cual Katsuki escribía todos sus pensamientos y sentimientos a lo largo de los días.
NovelToon tiene autorización de 🪷daisies🪷 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
arreglo
El sol brilla con una intensidad que no había notado antes. Quizás es porque hoy, después de la oscuridad de la tormenta, ha llegado la calma. Después de la pelea más devastadora que hemos tenido Izuku y yo, hemos vuelto a encontrarnos. No ha sido un camino fácil, pero el viaje ha valido la pena.
Recuerdo la intensidad de la discusión, las palabras hirientes que volaban como proyectiles, cada una golpeando un punto sensible en nuestro vínculo. La acusación de mi parte de su indecisión, su respuesta sobre mi terquedad y mi miedo a mostrar mi vulnerabilidad... Todo resonaba en mi cabeza como un eco doloroso. El silencio que siguió fue aún más lacerante, un vacío que parecía crecer con cada segundo que pasaba. Me sentía solo, perdido en un laberinto de arrepentimiento, un sentimiento tan abrumador que casi me sofoca.
Pasamos la mañana siguiente en una tensión palpable. El aire entre nosotros era denso, cargado de una incomodidad que se podía cortar con un cuchillo. Evitar su mirada se convirtió en una tarea casi imposible, cada encuentro accidental con sus ojos me recordaba el daño que había causado. Intenté disculparme, varias veces, pero las palabras se me atascaban en la garganta, traicionadas por mi orgullo herido.
Fue él quien finalmente dio el primer paso. Lo encontré en la sala de entrenamiento, practicando con una intensidad casi frenética. No era su usual práctica enfocada y estratégica; era una práctica impulsiva, casi desesperada. Se veía cansado, agotado, pero su determinación era inquebrantable. Me acerqué con lentitud, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho, sin saber qué esperar.
Nos miramos por un largo momento, un silencio cargado de emociones contenidas. No hubo palabras, solo miradas que hablaban volúmenes. En sus ojos, vi una mezcla de dolor, de decepción, pero también... de esperanza. Una esperanza que me dio fuerzas para romper el hielo.
Comenzamos a hablar, lentamente al principio, con cautela. Admití mis errores, no solo las palabras hirientes, sino también la raíz de mi conducta: mi miedo a la vulnerabilidad, mi incapacidad para confiar plenamente en él, mi necesidad de controlar todo. Él, con una paciencia infinita, me escuchó, me comprendió. Me hizo ver que mi terquedad no era una muestra de fuerza, sino una máscara para ocultar mis inseguridades.
A su vez, él compartió sus propias frustraciones, su deseo de ser más asertivo, su miedo a que mi fachada de bravucón ocultara un corazón distante e inaccesible. Hablamos de nuestras expectativas, de nuestras necesidades, de nuestros sueños para el futuro. Fue una conversación larga, agotadora, pero también profundamente liberadora. Una conversación que nos permitió reconstruir el puente que habíamos destruido.
Al final, nos abrazamos. No fue un abrazo apresurado, sino un abrazo profundo, un abrazo que selló nuestra reconciliación. Un abrazo que me llenó de una paz que había estado ausente durante días. Un abrazo que me hizo entender que, a pesar de las tormentas, nuestro amor es más fuerte que cualquier obstáculo.
Hoy, más que nunca, aprecio la fuerza de nuestra relación. Hemos aprendido una lección valiosa: que la comunicación, la comprensión y el perdón son esenciales para cualquier vínculo duradero. Y que, a pesar de las peleas, el amor puede superar cualquier obstáculo.
KB
