Catalina Miranda es una joven deslumbrante que persigue con fervor sus sueños, a pesar de las adversidades que la rodean. Su familia no cuenta con grandes recursos económicos ni ocupa un alto estrato social, pero cada día luchan con valentía para salir adelante. Para Catalina, su madre y su hermana menor son el centro de su mundo; sueña con conseguir un buen trabajo que les brinde la vida digna que merecen, convirtiéndolas en verdaderas reinas.
Catalina es una soñadora incansable, siempre dispuesta a extender su mano a quienes la rodean. Sin embargo, su vida da un giro inesperado en una oscura noche. Al escuchar murmullos inquietantes provenientes de las afueras de su hogar, se siente atraída por la multitud de vecinos congregados. Con el corazón en un puño y temiendo lo peor, se acerca lentamente, solo para encontrarse con una escena desgarradora que cambiará su vida para siempre.
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Capítulo XII Sin involucrar sentimientos
Punto de vista de Gabriel
Salí del baño y Catalina había comido y llevaba una de mis camisas puesta, estaba parada frente al gran ventanal mirando hacia el cielo, se veía realmente hermosa. Camine hasta ella y la abracé por la espalda.
"Los que le hicieron daño a tu familia pagarán muy caro, te doy mi palabra", dije con sinceridad.
"Eso espero, estoy confiando en ti. No me decepciones".
Se volteó y nuestras miradas se encontraron, sin pensarlo dos veces me adueñe de sus labios con pasión, la alcé en mis brazos y la lleve hasta la gran cama.
"Estás temblando", me detuve al sentir como su cuerpo temblaba.
"Estoy bien, no te preocupes", tras decir esas palabras tomo la iniciativa y me devolvió el beso. Mis manos empezaron a recorrer cada centímetro de su piel, mientras que ella recorría mi espalda con suavidad.
"Esta noche te haré sentir lo que ningún hombre ha podido lograr", tras decir esas palabras el cuerpo de Catalina se tenso, algo había cambiado en ella. "¿Dije algo mal?", pregunté preocupado.
"Debo confesarte algo antes de swguir", respondió mientras se sentaba en la cama.
Se quedó en silencio mirando al piso como si no encontrara las palabras para decirme lo que estaba pasando. "¿Te arrepentiste de estar conmigo?".
"No, no es eso", se apresuro a responder.
"¿Entonces que es?", insistí.
"Te lo diré, solo espero que no cambies tu opinión de mí", dijo como si estuviera apenada.
"Solo dime que esta pasando, sa re entenderte", respondi con sinceridad.
"Yo... yo...".
"Dime de una vez que esta pasando, no me gustan los rodeos", ya había empezado a perder la paciencia, esto era algo que no podía soportar.
"OK, aquí va... Yo nunca he estado con ningún hombre", después de confesar lo que le incomodaba, salio corriendo al baño. Me quede inmóvil en mi lugar, no sabía como procesar lo que estaba pasando, siempre había pensado de que Catalina había estado con otros hombres, pues su belleza era inigualable, pero ahora resulta que ella es pura.
Mire a la puerta del baño y camine hasta ella. "Por favor sal de ahí", le dije con suavidad.
Espere por un par de minutos a que saliera; sin embargo, Catalina se rehusaba a salir. Debía tomar otras medidas, algo más extremo.
"Catalina Miranda sal del baño en este momento, si no olvídate de nuestro trato".
Nada funcionaba, así que fui por las llaves de toda la casa y regrese a la habitación, al volver la vi sentada en la orilla de la cama. "Al fin saliste".
Al escuchar mi voz levanto la mirada y se veía algo tensa. "Lo siento, necesitaba estar sola por un momento", respondió con inocencia.
"Te entiendo, pero eso no quita que estuviera preocupado", me senté a su lado e hice que subiera a mis piernas. "Ahora te deseo aún más, el saber que nadie ha tocado esta delicada piel me vuelve loco".
Catalina volteó a verme sorprendida. "Pensé que no te gustaban las mujeres inexpertas", comentó con la confusión marcada en su rostro.
"La verdad no me gustaban, hasta que te conocí a ti, quiero ser yo quien te enseñe todo en la cama y fuera de ella. Aunque al parecer no necesitas ayuda en defensa personal", bromee para quitar un poco la tensión del momento.
"Perdón por arruinarte la cena con tu familia, pero no iba a permitir que la estúpida esa anduviera diciendo que ella es tu prometida", sentí su cuerpo relajarse al hablar de la cena.
"Olvídate de eso, ya no tiene importancia. Además, hoy dejaste en claro que no pueden pisotearte", respondí con seguridad.
El silencio se hizo presente nuevamente en la habitación.
"Vamos a dormir, debes estar muy cansada", dije llevándola en mis brazos a la cama.
Después de arroparla me dispuse a salir de la habitación, pero ella me tomó de la mano y me miró con esos ojos brillantes, luego se levantó. Una vez estuvo frente a mí me empujó para que cayera en la enorme cama. Me dedico una sonrisa, acto seguido empezó a desbordarse la camisa haciéndolo de manera sensual.
"¿Qué haces?", pregunté sorprendido.
"Dijiste que serías mi profesor. Entonces porque no empezar las clases de una vez". La osadía en sus palabras encendieron mi fuego. La atraje hacia rápidamente hacia mí, me apoderé de las partes prohibidas de su cuerpo, haciéndola estremecer con cada toque, con cada beso, con cada caricia...
"No hay vuelta atrás, una vez seas mía no serás de nadie más", sus pupilas se dilataron al instante, era como si me dijera que estaba de acuerdo. El deseo nos llevó por caminos nunca antes experimentados, Ya que debo confesar que nunca me había sentido tan dichoso después de estar con una mujer, Catalina era distinta y en este momento entendí que ella se había adueñado de mi corazón y que ahí se quedaría hasta que mi corazón dejara de latir.
Después de una exquisita noche, nos quedamos dormidos. Estábamos exhaustos del día, pero el poder compartir este momento fue inigualable y no lo cambiaría por nada y tenía la idea de que Catalina también sentía lo mismo, hasta que recibí un mensaje de mi madre explicándome lo que la mujer a mi lado había dicho.
Punto de vista de Catalina
Despertar entre los brazos de Gabriel fue algo maravilloso, nunca imagine que estar con él se sintiera tan bien, aunque me dolía todo el cuerpo y estaba segura de que se había contenido para no lastimarme; sin embargo, me dolía todo.
"Es hora de volver a la ciudad", su tono era frío y distante, algo que me pareció extraño.
"Sí, supongo". Respondí indiferente, no le permitiría que se diera cuenta de que me afectaba su actitud.
"Alístate para salir", dijo levantándose de la cama sin voltearse a verme.
Como pude me levante de la enorme cama cubriendo mi cuerpo con la sabana, busque mi ropa y me fui a uno de los baños de las habitaciones contiguas. Entre a la regadera y deje caer el agua sobre mi cuerpo, queriendo borrar cualquier huella que hubiese dejado Gabriel en mí. Nl podía ser débil, no podía dejar que nadie mas me viera llorar. Sabia que esto solo era un negocio y que no podía involucrar sentimientos.