El Demonio De Altamar

Durante 6 años me concentré en todas aquellas misiones que los demás no querían hacer, volvíamos victoriosos con mis camaradas y teníamos el visto bueno del rey. Los ataques de piratas y flotas extranjeras habían disminuido drásticamente y siendo sinceros cuando tocábamos tierra, me perdía en alcohol y mujeres. Aunque jamás pude olvidar esos hermosos ojos azules.

¿No es hora de regresar a casa?- me dijo Luis mi mano derecha y mejor amigo.

No hay nada para mí allá, no sé porque debería regresar- dije mientras estaba acostado en mi catre, lo cierto es que la cabeza se me partía del licor de mala muerte que había encontrado en un barsucho del pueblo.

Pues deberíamos volver, quiero ver a mi familia y tú tienes responsabilidades, ¿no me dijiste que tu padre falleció y debes ocupar el cargo de Lord?- diablos, lo había olvidado.

Si es cierto, supongo que regresar no debería ser tan malo ¿verdad?- no lo mire, él era el único que sabía mi dolor.

No tienes obligación de ir a ese pueblo, solo debes volver al tuyo- me dijo y me dejó solo.

La realidad era que unos meses antes había recibido una carta del abogado de la familia donde explicaba que mi padre estaba en sus últimos días, no fue de hijo malo que no volvo, el problema fue que la carta la recibí casi un mes después de que la habían enviado, lo cual hizo imposible mi regreso porque nos encontrábamos en plena guerra. A los pocos días otra carta también de semanas anteriores anunciaba el deceso de mi padre y la obligación a cumplir por mi parte, ya que, al igual que yo mi hermano tampoco había regresado, ni contestado nada.

El viaje de regreso duró a penas una semana, el puerto estaba exactamente igual a lo que lo recordaba y el viejo Julio, abogado familiar, ya estaba esperándonos en el muelle. Luego de dejar el barco bien atado y comprobar que nada podría salir mal, me dirigí con mi amigo y el abogado a un café no muy lejos de allí.

Bien joven Black, aquí le dejo el traspaso del título de Lord en sus manos, así como también la posesión de la mansión Black y parte de los negocios que su padre tenía tanto como en el pueblo de White Horse como en el pueblo de Liders- la sola mención de ese nombre, revolvió dentro de mí sentimientos que pensé que ya había podido dominar -le pido por favor que se ponga al día con todas las reuniones aquí y luego se dirija a White Horse a terminar un par de negocios que quedaron pendientes allí-

¿Sabe algo de Aníbal?- pregunté mientras hojeaba las hojas que me acababa de dar.

La verdad no, desde hace más de dos años que no respondió ni una sola carta más, se peleó con Lord Black y desde allí nada más se supo. A pesar de eso su padre pidió que la casa de campo en Little Sea pasara a nombre suyo, pero no he podido dar con él para avisarle. Tampoco sabemos si se casó o si tuvo hijos- dijo agachando su cabeza.

¿Qué motivos lo llevaron a pelearse con mi padre?- pude notar como se tensaba y pensaba bien las palabras a responder, era como si no quisiera que supiera una verdad que seguramente luego por otra persona me enteraría.

Fue por la señorita Isabella- suspiro con miedo y a mí se me tenso el cuerpo completo ante la mención de ese nombre -su padre quería que Aníbal cumpliera con la parte del matrimonio, ya que, a usted no se lo encontraba por ningún lado. El joven se molestó en demasía y dejó de tener cualquier clase de contacto con él, hasta ese momento se escribían seguido e inclusive venía a visitarlo quedándose con él varias semanas- se notaba que recordaba los viejos tiempos con pena.

Es una pena oír eso, creí que a pesar de las batallas en tierra, ellos seguían manteniendo contacto- le dije fríamente mientras seguía leyendo los papeles.

Aquí tiene una última carta de su padre, me pidió que se la entregará en mano y me asegurará de que la leyese, así que le pido por favor que la abra y la lea delante mío- me dijo con un deje de orden mezclado con vergüenza.

Tome el sobre que me entregaba y pude notar que aún seguía en perfecto estado, al parecer lo habían cuidado muchísimo. Abrí con lentitud y saque dos hojas completas con la perfecta caligrafía de mi padre.

Querido Eric: durante toda tu infancia y la de Aníbal, quise inculcarles el honor y el amor. sé que quizás en lo segundo falle un poco, pues la ausencia de su madre cerró una parte de mí que lamentablemente jamás pude volver a abrir. Me dejó solo con dos pequeños y el mundo por delante y aunque intente desenvolverme lo mejor posible y educarlos bien, lamento muchísimo haber fallado.

La última vez que nos vimos note en tus ojos el dolor de ser traicionado por alguien a quien amabas y te juro hijo que jamás estuviste más errado que aquel día. Isabella te amaba y sé que ese amor aún vive dentro de ella, me lo confesó su madre, a quien se lo había contado su mejor amiga Dana. Debes reconocer que tu frialdad y desconfianza hacia las personas fue lo que alejó a la que quizás hubiese sido una esposa perfecta como lo fue tu madre conmigo.

Te cuento que los Lewis fallecieron dos años después en un ataque que hubo al pueblo de White Horse por parte de piratas, lo que fue una hermosa mansión quedó casi en ruinas y aunque intente dar con Isabella para ser yo quien le diese la noticia y ayudarla en todo lo que pudiese, ya que al ser mujer y no estar casada no se le permitió heredar nada de lo que sus padres tenían, jamás pude saber donde estaba. Y a los meses siguientes la enfermedad que tenía me empezó a pasar factura haciendo que no pudiese volver más al pueblo.

Te pido hijo como mi última voluntad que la encuentres y la ayudes, mi alma jamás podrá descansar en paz, sabiendo que la vida de la hija, de quien me salvo en la guerra, es mala. No te obligaré a cumplir el pacto de matrimonio, pero si por favor vela por ella y aunque sea una vez en tu vida permite que pueda explicarte lo que sucedió esa noche y que te exprese aquellos sentimientos que siempre tuvo hacia ti. Deja tu orgullo de lado si realmente quieres ser feliz.

Ojalá hubiese podido verte antes de partir de este mundo y como antes hubiésemos podido juntarnos los tres hombres Black a disfrutar de un día en familia, pero entiendo que tanto tú como Aníbal debían tomarse su tiempo para pensar bien todo. Créeme cuando te digo que eres, junto a tu hermano, mis mayores orgullos.

Con cariño y mucho amor

Lord Black.

La congoja que sentí en mi corazón al leer cada palabra allí escrita es imposible de explicar, ella estaba sola, mi orgullo me había privado de apoyarla cuando perdió a sus padres y de ampararla cuando todo se le vino abajo, ojalá no fuese muy tarde todavía, porque hoy mismo partiría de nuevo para White Horse.