«Cuarta saga de Yo soy del CEO»
"Volveré por lo que es mío y esta vez no habrá poder humano que me la arrebate"
Después que la familia Petrovich y la familia Athonyson pasaran por una gran dificultad, ellos retoman sus vidas de nuevo. Una serie de sucesos será la prueba para cada una de las parejas que lograron mantenerse en la adversidad.
Un regreso, un encuentro y el desenlace de lo que será una historia de amor más profunda que la primera en cual no lograron mantenerse.
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Reencuentro
—¿Pasa algo Madison?—me pregunta la señora Sophie al terminar su llamada.
—No pasa nada, debo volver ahora, hablamos en otro momento —dictamino colocándome de pies, y a la misma vez tomando mi bolso.
—Pero está apunto de llover, ¿Estás segura? —insiste preocupada, puede que no sea culpa de ella, en el poco tiempo que estuve con Dereck pude darme cuenta de lo que es capaz, y tal vez ella esté bajo su mando en estos momentos.
—No se preocupe por mí, estaré bien, que tenga buen día —finalicé con una sonrisa fingida, no quería que se sintiera mal si le digo que me dí cuenta sobre el micrófono, ella es psicóloga y la información de sus pacientes debe ser confidencial si ellos lo desean, lo menos que quiero es que se sienta mal por eso.
Ella no me detiene cuando salgo de su casa, la brisa arrasadora y fría juega con mi cabello al compás del viento, mi piel se eriza al sentir las pequeñas gotas de agua que reposan en mi tacto, la lluvia se está haciendo presente.
Abro la palma de mi mano mirando al cielo permitiendo que las gotas de agua reposen en ella, las nubes oscuras se abren como un pergamino en el cielo y los truenos se hacen presentes, incluso en mis ojos se dibuja el reflejo del destello de los relámpagos.
Camino hacia el auto, antes de adentrarme miro de reojo a mi alrededor, sé que debe de estarme viendo desde alguna parte, y tal vez también me ha seguido todo este tiempo hasta aquí, ya lo ha hecho anteriormente cuando apenas me conocía, ¿Que es lo que quiere? Voy a averiguarlo así sea bajo la tormenta que se aproxima.
Entro en el auto y lo pongo en marcha, justo como me lo imaginé, un auto me sigue, es él, puedo sentirlo, y nada más de pensar que lo veré frente a frente de nuevo, me da mucho miedo, pero tengo que hacerlo, no puedo seguir huyendo, si no le hago frente, seguirá siendo mi sombra, necesito dejarlo ir para siempre.
Me desvío del camino que me lleva a casa, tomo otra ruta y el mismo auto también lo hace, no estoy con prisa, la idea no es desaparecer de su vista, sinó que me siga hasta donde quiero llevarlo.
La parte a donde quiero ir, es alejada, es un lugar especial para mí, no es porque ahí haya estado con alguien, sinó que es un lugar donde despejo mi mente y me da calma, lo uso para meditar, cada vez que me siento triste visito ese lugar y me siento más animada.
En pocos minutos freno el auto cuando veo ese gran árbol frondoso a lo lejos, mi lugar de calma, el cual ahora verá quién es la persona por la que he llorado todo este tiempo, la persona que me ha dejado una huella tan profunda que aún me pesa en corazón.
Ese árbol y todo su entorno ha sido testigo de mi llanto amargo por esa persona que se esfumó de mi vida y de la cual ni siquiera pude despedirme. Y las despedidas más dolorosas son las que no se hacen, por lo menos para mí si lo fue, ya que viví esa agonía.
Me bajo del auto sin mirar atrás, siento como la llovizna empieza a caer, aún así no me importa, no es muy fuerte, ni siquiera alcanza para humedecer mi cabello, pero ahora sí va a empezar la verdadera tormenta dentro de mí, esa que he estado reteniendo, la cual me ha hecho llorar hasta el punto de acabar mis lágrimas.
Subo aquella colina y veo la toda la hermosa ciudad desde allí, pero también los nubarrones que se están formando en el cielo y los truenos amenazantes, quién diría que vendría aquí un día lluvioso como hoy, solo vengo los días soleados, pero hoy fue la exención, tuve la necesidad de venir.
Al subir la colina me cobijo bajo ese gran árbol, siento el olor a lluvia que se apodera de mis fosas nasales, es tranquilamente tormentoso estar aquí ahora.
Me quedo de pie de espaldas mirando todo el paisaje, hace frío, pero tengo que quedarme y esperar a que aparezca, sé que lo hará, así como él me dió señales para que supiera que volvió, yo le estoy dando la señal que se acerque, ojalá y sea el último encuentro, mi corazón no puede soportar más dolor, ya está quebrado.
Espero varios minutos mirando a la nada, la lluvia empieza a caer, las gotas de agua se deslizan por mi piel y no me muevo de mi lugar.
Mis manos ya están frías, mi cabello ya está sintiendo el agua en el cuero cabelludo, me abrazo a mi misma para mantenerme en calor, sé que vendrá a mí.
Cierro los ojos por unos segundos y luego los abro cuando ya no siento las gotas de agua apoderarse de mi, pero veo que aún sigue cayendo agua, y muy fuerte, el pasto está húmedo, las hojas de este gran árbol están siendo azotadas por la lluvia, y puedo oír ese agradable sonido.
Mi corazón se acelera demasiado rápido porque siento a alguien detrás de mí, y también escucho el sonido de gotas de agua encima de mi cabeza como si estuvieran cayendo en algo hecho de plástico, un paraguas.
Siento mucho dolor ahora, me duele el pecho, lo tengo cerca como lo quise tener hace unos meses atrás, está conmigo, ahora y aquí. En este día lluvioso, es nuestro reencuentro después de tanto tiempo, pensé que no lo volvería a ver, pero ahora ha vuelto, y espero que no sea para quedarse.
No me volteé para verlo todavía, solo quiero encontrar valor para verlo a la cara otra vez, encontrarme con esos ojos verdes que un día me dejaron bajo cautiverio, no sé cómo voy a reaccionar ahora que lo vea de frente, tengo muchas ganas de llorar, pero lo voy a retener por mí bien.
—Dime...por qué has vuelto —hablo estando aún de espaldas, mi voz salió un poco débil sin una pizca de frialdad, lo intento, pero no puedo, me duele aún más sintiéndolo tan cerca, tengo que enfrentar esto para liberarme de las cadenas que me atan a él.
Dereck se queda en silencio, solo se escucha la fuerte lluvia caer y los truenos la acompañan, presiento que este momento será imborrable.
De repente las gotas de agua me humedecen otra vez, ahora veo el paraguas que yace en el pasto, me giro de inmediato sin pensarlo y me congelo al verlo frente a mí dejándose apoderar por la lluvia al igual que yo.
El tiempo se detiene, la tierra deja de girar, todo se congela y solo existe este momento.
Sus ojos verdes se clavan en los míos miel, me mira como siempre, intenso, sin expresión, pero trata de decir mucho.
Su rostro es nostálgico, ahora el mío también lo es, mi corazón late fuerte, tanto, que lucho con él para que no se salga de mi pecho, vuelvo a respirar como antes, vuelvo a sentirme como antes, siento que ya no tengo un nudo en la garganta ni tampoco un abismo profundo en mi pecho, me siento viva.
Da unos pasos hacia a mí hasta quedar en una distancia imprudente como siempre, nada de eso ha cambiado, por lo menos eso.
Nos miramos a los ojos sin decir nada, pero sé que él ya sabe todo, hasta escuchó mi conversación, y tal vez también le sacó toda mi información a la Psicóloga.
Extiende su mano y llega a rozar mi mejilla delicadamente, pero al mismo instante retrocedo, no puedo sentir su toque, me quema aún estando en un día tan frío.
Él camina de nuevo hacia a mí y vuelve a tomar la misma distancia, su ropa está mojada, y mechones de su cabello negro y húmedo yacen en su frente, sigue siendo igual de atractivo que cuando lo conocí, no ha cambiado.
Vuelve a extender su mano y otra vez roza mi mejilla, ¿Por qué lo hace? Sin embargo, esta vez me quedo en el mismo lugar, no retrocedo, y siento su toque delicado, es bastante familiar.
—Pequeña —pronuncia con voz ronca sin dejar de mirarme, sentí ganas de llorar al escucharlo hablar y que me llame de la misma manera como solía hacerlo, siento que no puedo con esto, no podré hacerlo.
—¿Por qué me haces esto? —indago con tanto dolor que mis ojos no evitaron ponerse aguados, y creo que una lágrima brotó, no sé si se note porque la lluvia nos azota y estoy toda húmeda.
—Cuando lloras...algo dentro de mí...duele—manifiesta, levanta su mano y llega hasta mi rostro limpiando la línea caliente que sentía deslizarse en mi mejilla, la limpió como si la viera en una piel seca y no en una humedad como la mía en estos momentos.
—Te odio...
Autora:
Mis lectores, espero y no me hayan extrañado tanto, me tomé dos días para salir de mi bloqueo de escritor y tener un poco de descanso, pero ha vine con el platillo fuerte que tanto han estado esperando, vine con toda y los haré sufrir jijiji, yo estoy llorando, ustedes también.