ADVERTENCIA: La siguiente historia contiene asesinatos, violencia; una trama que se desenvuelve en el bajo mundo del narcotráfico, con lenguaje inapropiado. Si eres sensible a este tipo de historia, te recomiendo que abandones la lectura.
(La historia no ha sido editada, así que te encontrarás con errores de ortografía y de redacción)
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Maxi Lombardi, entró por las puertas del ostentoso club nocturno, mujeres bailando en un escenario, hombres bebiendo y apostando, hasta lo que no tenían. El frío hombre entró a pasó intimidante, su gran belleza fue blanco para las presas que buscaban placer por una noche, pero eso a él, no le interesaba, sólo entró en ese lugar para asociarse con el dueño. Un hombre gordo de aspecto asqueroso, abusador y dueño de aquel bar.
Subió por las escaleras junto con su hermano menor, Remi, rumbo a la sala Vip, una sexy camarera con poca ropa les sirvió dos tragos y los acomodo en el mejor reservado, el hombre sacó un cigarro del bolsillo de su chaqueta, se lo llevó a los labios y cuando estaba a punto de encenderlo, la voz del dj hizo que prestará toda su atención en él.
—¡Buenas noches, con vosotros: estrella, la razón de que estéis aquí! ¡Venga guapa, muestra lo que tenéis! —El hombre español dejó de hablar, de inmediato los aplausos y los silbidos no se hicieron esperar.
Se levantó de la silla y camino hasta la ventana, desde hay contempló el espectáculo, las luces se apagaron quedando todo oscuro, sólo una luz roja muy tenue alumbraba el escenario, una despampanante mujer salió, vestida con un traje de lentejuelas amoldado a su hermosa figura, su larga cabellera negra como la noche sobrepasaba su redondo trasero, de espaldas a su público la música empezó a sonar y aquella bella mujer, sus caderas empezó a mover, suelta, con delicadeza y muy sensual se movía de arriba hacia abajo,
Aquella chica acaricio muy sutilmente sus curvas; apenas si rozaba sus dedos por su cuerpo, los hombres le echaban cualquier tipo de morbosidad, mientras los otros la contemplaban en completo silencio. Entre ellos; Maxi, de repente la luz se fue haciendo más clara, y se podía apreciar la belleza de estrella, su nombre artístico. Dio una vuelta y Maxi contempló todo dándole una mirada descarada a la chica ajena a todo, ella siguió bailando muy sensual, su rostro estaba cubierto con una máscara y solo se podían apreciar sus carnosos labios, pintados de dorado, mientras seguía en su baile se mordió ligeramente el labio inferior y ese simple acto desató un sin fin de deseos en el hombre, era bien sabido que solo se acostaba con una mujer y luego la desechaba, ni volvía a repetir.
La morena de curvas preciosas, que movía su cuerpo muy sensualmente, no por gusto, si no porque esa fue la vida que le tocó. Dina, una chica extranjera que a sus cortos 19 años fue exiliada de su país, y obligada a trabajar para el asqueroso hombre, dueño del bar, no le quedó de otra y muy a su pesar su resignación había muerto, llevaba en ese lugar, tres años de abusos, golpes y torturas, ese era su diario vivir. No sonreía, no era una chica alegre, toda alegría se había desvanecido por completo.
Su número acabó y como cada noche que bailaba, los hombres se le abalanzaron, queriendo pasar una noche con ella, pero ese no era su trabajo, ella sólo bailaba, esa fue su única petición, el dueño aceptó pero sólo si lo complacia a él. Rotundamente se negó, eso sería lo último que llegaría hacer en su vida, acostarse con un asqueroso hombre.
— Vaya, hasta tuve un orgasmo — Exclamó, Remi. Maxi lo miro de reojo, y con una mirada gélida le dejó todo en claro. El menor de los hermanos se encogió de hombros y se dedicó a beber de su trago.
Dina, entró de nuevo a los camerinos casi corriendo, un borracho siguió, la acorraló en la pared, y cuando fue a tocar su cuerpo, Dina levantó su pierna dándole justo en la ingle.
—¡Largó! — Una ronca y potente voz hizo que Dina levantará la cabeza, quedó pérdida unos segundos, contemplando al hombre: su rostro se asemejaba a los dioses, nunca había visto tanta perfección, sus ojos azules muy profundos y fríos como el hielo, se clavaron en ella, Sintió que el aire le faltaba con esa intensa mirada que le dio, y aunque todavía llevará el antifaz, El deseo de Maxi aumento.
— Yo no doy sexo, mi trabajo es bailar, si no quiere tener problemas con el dueño, mejor váyase — Inquirió la chica, de ojos azabache, el hombre que estaba en el suelo, se levantó y se marchó. Maxi levantó un poco la comisura de sus labios, se quedaron viendo fijamente a los ojos, algo se encendió, algo sintieron, una chispa se apoderó de ellos. Algo descomunal e irremediablemente surgió: una química, algo poderoso; una fuerte atracción.
— No me interesas para el sexo — Inquirió el hombre, Dina por dentro se pregunto, si acaso no era para nada bonita, bueno a diferencia de él, debe tener estándares muy altos para las mujeres y ella simplemente es una bailarina, atrapada en un infierno.
— Me alegro, porque tampoco me acostaría con un tipo tan... —lo miró de arriba abajo con desdén, pero no salió nada más de su boca, que iba decir; que era feo, o gordo, simplemente no encontró ninguna mínima imperfección. ¡Es un hombre demasiado guapo!, eso sería mentir descaradamente.
Sin embargo hizo una mueca y un ademán con la mano, se giró en sus talones, y se fue, dejando a Maxi con un sabor amargo en su boca.
Maxi regresó al reservado con su expresión neutra y sería tan característica de él, se sentó al lado de su hermano, hasta que el dichoso dueño del bar hizo acto de presencia.
— Buenas noches señores, es un placer tener la familia Lombardi, interesada en hacer negocios conmigo — El robusto hombre entró, y se sentó frente a ellos, que le dieron una mirada rápida. Después de una hora acalorada la reunión concluyó beneficiando a ambas partes—. Para festejar, mi estrella hará un espectáculo privado para nosotros.
El hombre hizo señas y en cuestión de segundos, Dina apareció frente a ellos, con otro traje mucho más ajustado a sus curvas y de un color blanco con brillos haciendo resaltar su color canela. Pero esta vez, no tenia máscara, Maxi, sin duda alguna, le atrajo la chica de sobremanera. Sus pestañas eran largas y onduladas, que junto a sus ojos negros, la hacían ver hermosa, sus labios carnosos pintados de rojo intenso, le provocó querer morderlos. Dina tenía buena estatura casi llegándole a la altura de su cabeza, los hombres se pusieron de pie inmediatamente.
— Estrella, complace a estos hombres que son muy importantes — Inquirió Darren, el dueño del club. Dina asintió y se subió al escenario que había en el reservado.
— Esto se pondrá bueno — Remi estaba entonado, y muy emocionado, Al ver a la mujer.
— Estrella es la mejor, por ella es que este lugar se mantiene lleno — Darren, había sido quien encontró a la chica de diecinueve, bailando en la calle. Para conseguir algo de dinero, le ofreció trabajo, desde entonces ha intentado por todos los medios hacerla su mujer, Pero Dina, no era nada fácil de manejar, todo lo contrario su caracter era fuerte. y por más que quisiera escapar, el hombre la amenazaba. Hasta que la salida más rápida se abrió de golpe ante sus ojos. Sin estar segura que las llamas vivas del averno la iban a consumir.
¡Bella gente!, como siempre es un placer para mi seguir con este trío de hermanos, y con esta última parte, espero no defraudar a nadie. Muchas emociones, y mucha acción habrá en la cuarta parte de está saga. No siendo más disfruten la historia. ¡Los amo a todos, y gracias porque sin ustedes no las habría escrito!. ¡Bendiciones y les deseo una vida apoteósica!.
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Capítulo 10.
Dina
Desperté sola en la cama, quedé allí en completo silencio. Recordando que había dormido con Maxi, no es del todo malo. Aunque para mí; fue lo peor. Sólo espero que no me pida explicaciones, del porque estaba así. Nunca he estado preparada para hablar de ello, y creo que jamás lo estaré.
Es algo que guarde sólo para mí. Y de sólo recordar mis manos empiezan a temblar llenas de miedo, cierro los ojos para calmar el llanto que presiento que saldrá en cualquier momento.
Inconscientemente tocó el lado de la cama donde durmió él, y donde su aroma quedó impregnado. Aspiro el olor de su colonia y ese exquisito me calma, transportando mi mente a anoche, como me sujetó fuerte en sus brazos, como dormí tranquila en su pecho, como el beso me fue llevando a otro lugar, borrando de mi memoria el mal recuerdo por unos segundos. No creí sentir estos deseos inmensos por un hombre, pero él es diferente y me pregunto que tiene, para que todas mis barreras caigan con sólo sentir su presencia.
Me levantó de la cama y entró en el baño, dejando que el agua repare mi piel, que todo rastro de lágrimas sea borrado de mi rostro. Después de largos minutos donde me quedé pensando en nada, bajo el agua, salí. Cubro mi cuerpo con una toalla y salgo hacia el armario. Miro toda la ropa que hay, casi toda la escogí hace unos días. Decidí ponerme un pantalón azul ajustado y una blusa blanca que deja mi abdomen al descubierto. Luego de terminar con los zapatos y peinar mi larga cabellera. Salgo de allí, topandome en el pasillo a un exquisito Maximiliano, en un traje negro. Que hace resaltar cada músculo de su ardiente cuerpo. Perfectamente peinado y con esa fragancia tan hechizante que invade cada parte de mi organismo.
La comisura de sus labios se levanta levemente, mirándome de arriba abajo. ¡Más desnuda, no puede hacerme sentir!.
— Buen día, gata — Ruedo los ojos fastidiada, ¡Tengo nombre, hijo de perra sabroso!.
Sigo de largo sin responder nada, bajo las escaleras en dos hasta llegar a la cocina con María, todas estos días le he ayudado haciendo de comer. Y eso, porque es lo único que me deja hacer.
— ¡Buenos días, María!, ¡¿Cómo estás?!— Exclamó con una sonrisa, ella me mira sonriendo y me da un abrazo.
— Buenos días, mi niña. Me alegro que estés de buen ánimo. Ya está el desayuno preparado. Ve y te sientas con el señor ya te lo llevo — Dice dándome un guiño, hago una mueca y niega con una sonrisa.
Camino erguida hasta el comedor, donde está sentado con el celular pegado en la oreja, ¿Qué tanto habla? o ¿Con quien?. A mi que me importa, sigo mi camino hasta sentarme en el lejano extremo de él. Levanta la vista y con diversión en su rostro enarca una ceja.
— William. Ya sabes que hacer — Dice, para colgar de inmediato—. Y bien gata, no vas a decir nada.
Inquirió optando por una postura más sería, pensé una y mil cosas que inventar para decir, pero ninguna salió de mi boca. ¿Acaso es tan difícil tener privacidad?. Claro, el señor gruñón debe saberlo todo.
— Como por ejemplo, esto. Ya que no quieres hablar — Me lanzo desde su lugar una carpeta café, la agarré con el ceño fruncido. Y al abrirla lo primero que vi fue mi rostro y toda mi información:
Mi fecha de nacimiento, de donde vengo, el nombre de cada uno de mi familia, incluyendo el de ese maldito, el día exacto que llegue al país. El orfanato donde estuve dos años, todo. Mis lazos con la pandilla que me acogió por años, luego que me sacaron como basura de un lugar donde me hicieron daño.
— Ya sabía, que ese tatuaje lo había visto en algún lugar, no creí que fueras de esas. Mucho menos que Luke, te hubiera marcado — Dijo, aparte mi vista de los papeles y me centre en él, con el ceño fruncido.
¿Cómo mierda sabe de Luke y de la pandilla?, ¿A qué se refiere con que me marcó?.
— De que hablas, este tatuaje me lo hice cuando tenía 14 años, y no soy vaca para que me marquen. Todas las chicas tienen uno igual...
—¿ Sabes lo que significa? — Zanjó, sus ojos me empezaron a escudriñar. No, la verdad no se que signifique, jamás me lo dijeron—. Lo suponía.
Murmuró con la mandíbula tensa, sacó de su bolsillo un cigarrillo y lo encendió.
— Luke, es un hijo de perra, pero te diré: esa pandilla, trafica con mujeres desde hace años, lo sé, porque se han encargado de hacerme entrar en ese negocio. El cual no estoy de acuerdo, sólo me encargo de traficar con droga, y ellos son compradores impulsivos. Los cuales me deben mucho dinero —Hizo silencio por unos segundos, apago el cigarrillo y me miró, maldito Luke, a mi no me parecían malas personas, aparte de que robaban en cantidades, pero creí que sólo hacían eso. Y no tanto como dice Maximiliano—. Cubrirán tu tatuaje con otro. Mis ojos no soportan verte con eso.
Lo miro ceñuda, es tan egocéntrico y prepotente que me dan ganas de lanzarme encima suyo.
— No me lo voy a cubrir, significa mucho para mí — Profundiza el ceño, da un golpe seco en la mesa haciendo que María tiré toda la loza al suelo, haciéndose está añicos.
— !Eres mi esposa, y no pienso dejar que nadie te vea con esa mierda. Menos que piensen que perteneces a un puto como Luke.!
— ¡Luke, es mi amigo. Y no digas nada de lo que no sabes!.
—¡¿Y que mierda tengo que saber?! — Furioso, este hombre es de muy mal humor, posesivo, celoso. Pero se ve tan sexy.
— Nada, Maximiliano. Permiso — Me levantó de la silla de mal humor, no alcanzó a dar dos pasos cuando me jala del brazo, y me acostó en la mesa quedando encima mío.
— Acaso, tuviste algo con él — Aseveró, sus dientes los escuche claramente como los rechino.
— No, ellos me salvaron de la calle, y sí. No está bien lo que hacen. Pero su trato conmigo fue muy diferente.
— Me vale mierda, ahora eres mía — espetó con dureza, sus bellas facciones contraídas de la rabia. Mis nervios se hicieron presentes pero los disimule dándole una mirada fría.
— Te recuerdo que fue un trato, y en ninguno lugar decía que fuera de tu propiedad. Entiendes, cariño — Dije eso último con sarcasmo, apretó fuerte la mandíbula conteniendo su ira, sus ojos me desgarraron la piel, bajo su rostro y estampó sus labios en los mios. Creí que iba a ser una bestia, pero me sorprendió al darme un beso apasionado con sus manos acariciando mi cuerpo.
