La muerte llega para darte una segunda oportunidad
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Comienza el juego
Ella tenía los ojos muy abiertos; su mirada sorprendida lo dejó perplejo.
—¿Esperabas un golpe? —preguntó.
Regina asintió con la cabeza. Él no entendía el porqué de su temor. Se preguntaba a sí mismo por qué, si ella fue criada en el centro de una familia amorosa y la trataban como a la joya más preciada del mundo.
—¿Tus padres te han golpeado? —continuó con las preguntas.
Antes de que ella respondiera, entró Mariela con un sobre en una mano y el celular en la otra, enviando mensajes. Habló de manera rápida y sin darse cuenta de los presentes.
—¡Señorita Regina, tengo lo que me pidió! ¡Esa pareja infiel fue causante de la muerte de Alicia!
Manuel giró su cabeza hacia su esposa, que parecía imperturbable ante la noticia.
—¿Ahora eres investigadora? ¿Debería conseguirte trabajo en las oficinas de gobierno para que te dediques a investigar este tipo de casos?
La voz, llena de malicia, fue escuchada por Mariela, que se dio cuenta de su error.
—¡Señor Carrasco! —dijo ella en voz recia y llena de miedo.
Manuel hizo una señal, y el sobre que traía en su mano fue retirado y entregado a él por su asistente. Lo abrió y observó las imágenes. Él tenía una idea de lo que había sucedido, pero no era su asunto, así que no había hecho nada para que su sobrino fuera castigado por su negligencia.
Regina, sin sentir miedo, tomó una de las fotos de la mano de su esposo y se la entregó a Mariela.
—Envíala a Estela de forma anónima. Que se aseguren de que lo reciba ella misma. No quiero errores —dijo llena de decisión.
Cuando su nueva asistente salió del lugar, ella se dejó caer en el sofá nuevamente.
—Manuel, estamos casados. Nuestro acuerdo fue claro: no amantes, y aparentar una vida feliz por un año. No crucemos los límites del otro.
—Al parecer, mi esposa olvida que dejé en claro que no estoy dispuesto a pasar por un divorcio.
—¡Ese no fue el trato! —se desesperó.
A su memoria llegó el recuerdo donde él le había dicho que no tenía planeado el divorcio.
—Eres mi esposa. Si deseas algo, puedes pedirlo. No importa qué tan difícil creas que es, para mí no hay imposibles.
Él le tomó las manos para tenerlas entre las suyas. Las besó de una manera delicada.
—Me confundes de una manera que no puedo explicar. Hace unos instantes eras posesivo y dominante, y ahora eres sumiso y complaciente. ¿Cómo eres en realidad?
Ella realmente estaba confundida por los cambios tan radicales de actitud, porque eso lo hacía totalmente impredecible. Así que debía tener mucho cuidado en cómo tratar con él.
—Puedo ser la persona más aterradora y la más amable. Todo depende de ti —dijo sin rodeos.
Ella lo pensó. Debía ser más consciente de que Manuel no era un tonto como lo fue su sobrino. Por algo era la cabeza de la familia Carrasco.
—Yo prometo que pediré tu ayuda si la llegara a necesitar. Solo no me pidas que explique mis motivos. Aún no puedo hacerlo, pero prometo que lo haré en algún momento.
La atmósfera ya había cambiado. Se podía respirar con más tranquilidad. Manuel se fue, pero le dijo a su asistente que mantuviera la mirada en Regina. Lo que ella estaba haciendo era peligroso. Más porque se trataba de su sobrino, quien no era un peligro… pero su padre, que lo respaldaba, sí podía crearle dificultades.
…
En una villa, lejos de ahí, Estela recibió un sobre de un motociclista con el rostro cubierto para evitar ser reconocido. Estela, con algo de miedo, recibió el sobre y, justo cuando lo tuvo en la mano, el joven se fue a toda velocidad del lugar. Ella abrió el sobre con dudas y logró ver una imagen clara. Al verla, se puso pálida, tanto que necesitó apoyarse en el muro para no caer. Miró en dirección a donde se había ido el motociclista.
—No puede ser…
Corrió al cuarto de grabación y corrió a todos del lugar. Buscó la fecha en las grabaciones, pero descubrió que no estaban. Alguien las había tomado… y borrado los originales. La desesperación corrió por sus venas. Si esas imágenes llegaban a manos de Óscar, no imaginaba de qué sería capaz.
Salió del cuarto y se dirigió a la cocina. Encendió el fuego de la estufa y destruyó la evidencia que le fue enviada. Pero justo en ese momento, su celular sonó. Un mensaje había llegado.
Era un video corto, de apenas unos segundos. Mostraba el momento exacto en que Alicia fue empujada por ella.
Al terminar de reproducirse… el video se borró de manera inesperada.