Hilos Del Destino

     Había pasado un mes desde que mi familia y yo nos mudamos y durante ese tiempo los estudios en el liceo, así como los partidos del torneo estatal de basquetbol se habían tornado más difíciles. Tras el partido de inicio que se realizó entre nosotros y los Jaguares Blancos, se hizo el sorteó para decidir la distribución de los distintos equipos en sus respectivos bloques y sólo aquellos equipos que al final quedarán de primeros en sus bloques avanzarían a los octavos de final y sería entonces cuando estaríamos en la etapa más brutal del torneo.

     Había investigado por internet acerca de la clarividencia y encontré un artículo que hablaba de que se podía desarrollar y controlar por medio de la meditación y seguía describiendo una serie de instrucciones acerca de cómo debe llevarse a cabo esa meditación. Desde entonces meditaba en las noches en mi cuarto sentado en posición de loto, respirando profundamente y lento, mientras me imaginaba sumergiéndome en lo más profundo y oscuro de mí y dejaba que las imágenes y la vibración fluyeran y a veces las imágenes llegaban lo bastante lento para poder detallarlas y resultaban ser una posible premonición; había llegado a este paso luego de mucha práctica en el primer paso, el cual consistía en lograr conectarse con el corazón de mi espíritu y hacer que abriera sus dos ojos junto con los míos; completar este primer paso aumentó la frecuencia con la que llegaban las premoniciones, tanto estando despierto como soñando y se supone que de no haber tenido previamente clarividencia, igual me la hubiera otorgado; mientras que el segundo paso me estaba haciendo ganar poco a poco el control, pero se me estaba haciendo más difícil de lo que esperaba.

     —Creo que me tomará varios meses dominar este segundo paso —comenté para mí mismo.

     Le había comentado sobre esto a mi hermana y ella se había interesado y empezó a practicar por su cuenta. Al igual que yo, ella dominó rápidamente el primer paso, pero había avanzado incluso menos que yo en el segundo, aunque ninguno de los dos dejaba de practicar.

     Se trata de algo en lo que vale la pena no rendirme y estaba seguro de que mi hermana pensaba lo mismo.

     Sentí que mi cuerpo emanaba calor. Según el artículo, este era Qi concentrado alrededor del cuerpo, el cual a su vez generaba calor y que en algunos casos incluso sería posible que generara luz, en caso de una meditación extremadamente exitosa.

     Una secuencia de imágenes fue demasiado rápida para detallarla, pero pronto se convirtieron en un video en el cual mi mente se introdujo, como soñar despierto o como poder introducir por completo la mente en una película y convertirse en uno de los personajes.

     Pronto me hallé rodeado de paredes de piedra. Una alfombra de seda roja estaba en el centro de esta enorme sala e iba desde una enorme puerta doble de plata hasta los pies de un trono de oro sobre el cual se encontraba sentado un hombre vestido con una armadura negra y llevaba una capa roja de seda colgando de sus hombros y una corona de hierro sobre su cabeza. El hombre era de piel blanca con algo de tonalidad rosada y sus ojos eran color azul oscuro como el mismo océano, su cabello era negro con algunas canas.

     —¿Quién eres y por qué osas invadir mi sala del trono? —El tono de aquel hombre transmitía ira, autoridad y poder, como si en cualquier momento pudiera hacer que me cayera un rayo.

     —Mi nombre es Andrew y no estoy realmente aquí, su majestad, yo…

     —Lo sé, has entrado aquí psíquicamente… tu cuerpo en cambio no sólo no está en este lugar, sino que pertenece a otro tiempo, diría que unos trecientos años a futuro y pregunto ahora ¿Por qué motivo osaste invadir mi sala del trono? Piénsalo bien, muchacho, podría matarte ahora mismo dependiendo de tu respuesta.

     —Estaba practicando la clarividencia, no era mi intención ser un invasor.

     —¡Esa respuesta esa inaceptable! —Golpeó con su puño derecho el posa brazos derecho del trono, su cuerpo emitió un brillo plateado y sentí dolor en mi rostro y mi sangre correr—. Te diré algo, perdonaré tu vida y desde ahora podrás venir psíquicamente aquí cuando quieras, pero a cambio debes servirme y jurarme lealtad, de lo contrario no saldrás de aquí con vida, muchacho.

     Empecé a sentir una enorme presión, como si estuviese a punto de ser aplastado y la presión fue aumentando a medida que pasaban los segundos. Me arrodillé y dije las palabras.

     —Le juro lealtad a usted, mi rey.

     —Bien, muchacho, para que lo sepas, el rey al que le acabas de jurar lealtad se llama Francisco, ese es mi nombre. —Su tono y su expresión delataban su satisfacción —¡Ahora largo!

     Mi mente fue expulsada de ese lugar y al regresar a mi cuerpo, mi rostro estaba sangrando y tenía exactamente el mismo corte que recibí durante esta especie de proyección psíquica.

     —Esto cada vez se pone más interesante.