Grace Pons trabajaba en una casa de citas hasta que escapó de esa vida llena de peligros y vergüenza, para acabar dando su consentimiento a un matrimonio de conveniencia. Sin embargo, no viviría mucho tiempo como una mujer respetable si no conseguía mantener su pasado y su corazón bajo siete llaves.
El amor era lo menos importamte en el matrimonio para un hombre que había empezado de cero, y tenía aspiraciones políticas. Bruno Valverde necesitaba una esposa adecuada para garantizar su elección y darle una madre a sus hijos.
Aún así, el deseo hacia su bella esposa comenzó a ser irresistible, hasta que los secretos de su pasado empezaron a descubrirse...
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Pasaremos un rato juntos.
Señorita Valverde...
Ella se dio la vuelta cuando le tocaron el hombro. Naturalmente, la habían llamado a ella. Una mujer delgada con un vestido verde y un sombrero a juego le dirigió una sonrisa vacilante.
Soy Blanca Jiménez, no he podido evitar darme cuenta de que tiene una voz preciosa.
Gracias, dijo Grace.
Tenemos un coro que canta en ocasiones especiales y nos encantaría que viniera al ensayo de esta semana. El jueves a las 2 de la tarde aquí mismo. Luego vamos a tomar el té en casa de Amparo Pérez.
Bueno... Dijo Grace, que no se veía muy animada.
Ella nunca había cantado y menos en un coro, solo había tarareado algunas notas para aprender una canción al piano, ni tampoco había tomado el té por la tarde, pero, al parecer, esas eran las diversiones de las mujeres de Sonora.
Miró a Bruno y vio que él observaba la incómoda situación. Grace arqueó las cejas como si quisiera preguntarle si la invitación de Blanca era aceptable.
Parece una buena manera de conocer a las mujeres y es una forma agradable de pasar la tarde, intervino él para sacarla del apuro.
Muy bien, Grace volvió a mirar a Blanca, gracias. Me encantará asistir a la reunión.
Perfecto, estamos deseando conocerla.
Bruno asintió con satisfacción. Ella no dejó de sonreír a pesar de todas las miradas de curiosidad. Celeste apareció entre la multitud con su marido al lado. Grace se preguntó si su expresión reflejaría el mismo estupor que la de Celeste. Intentó no romperle los huesos cuando la agarró de la mano, pero estaba tan contenta de verla que no quería soltarla.
Menuda mañana, comentó Celeste, pero el servicio religioso ha sido agradable, ¿verdad?
Mucho, contestó ella mientras miraba a un desconocido que la observaba detenidamente por encima del hombro de Celeste. Ven a visitar a Celeste cuando quieras, dijo Franco. Le gustará que la acompañes.
Lo haré, aseguró Grace antes de soltar la mano de su amiga y de que la pareja se alejara.
¿Te importaría agarrar a Grace de la mano?, le pidió Bruno, no llega ni a la cintura de toda esta gente.
Ella se dio la vuelta y tomó la mano de Grace.
Una vez fuera, Bruno la llevó hasta el coche y entonces le entregó a Paquito. Ella se lo puso en el regazo y apoyó su cabeza sobre su pecho.
Este niño pesa sorprendentemente mucho, dijo ella, que no estaba acostumbrada a cargar niños.
Chris y Betty se sentaron en el asiento trasero y Bruno los llevó hacia la casa. La noche anterior Grace había estado demasiado distraída para fijarse en las calles. Casi todas las casas eran más humildes que la de Bruno, pero había algunas igual de impresionantes. Todas estaban cuidadas y pintadas con atractivos colores o en blanco y tenían jardines con setos y árboles crecidos. No se parecía nada a Montemorelos con con sus calles polvorientas y sus hileras de Naranjos.
Naturalmente, ella sabía que el establecimiento de la señora Hilda era un diamante Pulido entre piedras toscas y que los clientes eran hombres de negocios que vivían en Linares solo por el beneficio económico de la actividad ganadera, pero nunca le había parecido tan claro como en ese momento.
En cuanto nos hayamos cambiado de ropa prepararemos la comida, le dijo Bruno. Luego, los niños dormirán la siesta y tú y yo podremos pasar unas horas juntos.
Ella asintió con la cabeza y una sonrisa. Efectivamente se encontraron en la cocina después de cambiarse de ropa. Los niños se sentaron en sus sillas para esperar la comida y Bruno le miró la falda y la blusa.
¿Has traído algún delantal?
Ella negó con la cabeza...
Tomaremos prestado uno de Viviana.
Encontró un delantal desteñido en un cajón y se lo dio. Ella se lo puso y se rodeó la cintura con las cintas. Bruno se puso detrás, agarró la cinta rozándole las manos y se las ató. Olía bien a una mezcla de sándalo y laurel. Desde detrás, apoyó las manos en sus hombros y se inclinó hacia adelante para que ella pudiera mirarlo a los ojos. Se quedaron un momento así, hasta que ella desvió la mirada a sus labios. Él la soltó y se fijó en una nota que estaba apoyada en el azucarero.
Al parecer, tenemos que sacar un puchero del horno y cortar un pan.
Yo puedo cortar el pan, se ofreció ella, él puso la mesa y comieron allí en la mesa de la cocina.
Paquito va a quedarse sin comer y se despertará hambriento, le dijo Bruno.
Le reservaré un plato con comida, decidió ella.
¿Tú vas a ser nuestra mamá?, preguntó Chris.
Bruno dejó el tenedor y Grace hizo lo mismo.
¿Por qué preguntas eso?, le preguntó ella...
Chris solo se encogió de hombros.
¿Quieres que sea tu madre?,
Bruno pareció quedarse sorprendido por la pregunta. Betty parpadeó mirando a todos y se limitó a masticar.
No lo sé, contestó el niño encogiéndose de hombros otra vez, la mamá de Ricardo Contreras le grita mucho y no lo deja quedarse a jugar a la pelota porque dice que tiene tareas.
Te aseguro que yo no te gritaré lo tranquilizó ella Mirando a Bruno, ¿tiene tareas?
Bruno negó con la cabeza antes de mirar a su hijo.
Aunque he pensado que este año vas a ayudar a despejar el camino y la zona delante de la puerta de las cuadras. Estás haciéndote un niño muy fuerte.
Va a ser divertido, dijo.
La mayoría de la gente no puede elegir a sus madres o a sus hijos, siguió Bruno, Grace y tú pueden elegir si quieren ser madre e hijo. Nadie va a obligarte a que le llames madre o a que la quieras, eso lo decidirás tú.
Sus palabras le llegaron al corazón. Si todavía no sabía cómo ser una esposa, ¿cómo iba a saber ser madre también?
Sin embargo, tienes que ser amable y respetuoso, añadió Bruno, ¿lo has entendido?
Sí, Chris se acabó despreocupadamente el pan y la mantequilla. ¿Puedo leer antes de la siesta?
Claro, contestó Bruno, sea siempre que no molestes a tus hermanos.
Bruno pidió a Grace que los acompañara limpió la cara y las manos de Betty y la tomó en brazos. Ella se agarró a su cuello mientras subía las escaleras y miró a Grace por encima del hombro de su padre.
El cuarto de los niños era alargado y con contraventanas que se cerraban por dentro. Bruno cerró todas menos una hoja que dejó abierta junto a la cama de Chris.
El niño se quitó los zapatos, eligió un libro y se puso cómodo.
En el pequeño armario del niño habían muchos libros aptos para su edad.
Bruno le quitó las botas a Betty y la arropó debajo de la colcha. Ella alargó los brazos hacia él que se inclinó sobre la cama y le dio un abrazo.
Descansa bien, cariño.
Ella cerró los ojos, él fue a tapar bien a Paquito y, luego, los dos salieron de la habitación. Bruno cerró la puerta con firmeza.
¿Qué quieres hacer?, le preguntó Bruno a Grace.
¿Tienes un piano?, preguntó ella después de pensarlo un instante.
Él negó con la cabeza.
No importa pensé que podía tocarlo para ti.
Debería tener uno para que los niños pudieran aprender, comentó él.
Yo podría enseñarles, añadió ella con entusiasmo.
Estaría muy bien.
Tengo un radio en uno de los cajones que trajeron desde la estación, podemos oír música.
Estos cajones están en la habitación acristalada. Vamos a buscar el radio y lo llevaré a la sala.
EXPLÍCAME POR FAVOR AUTORA.
¿QUE PASÓ CON EL VIERNES Y EL SÁBADO, Y COMO LLEGARON A LA NOCHE DEL SÁBADO?