Aziel ha vivido en un ambiente de riqueza, derroche, lujos, delito y crímenes. Aun así, la palabra lealtad es algo que se ha quedado grabado en su mente y corazón, pues para la mafia lo peor que pueda existir es la tración. Por eso mismo, Aziel no sabe cómo quitarse el horrible dolor que su ex novia le dejó después de su engaño. El verdadero problema ocurre cuando su padre muere, aunque él ha heradado su gran imperio en la mafia, su progenitor deja una pequeña cláusula que debe acatar para poder tomar el mando y está es que debe elegir a una mujer, casarse con ella y permanecer así, cómo mínimo un año. Aziel no quiere saber nada del amor, pero quiere tomar lo que le corresponde. Entonces organiza un plan perfecto: Conseguir una esposa de mentira. ¿Qué padria salir mal?
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Capítulo 10
Aziel esperó a estar dentro del auto para demostrar lo enfadado que estaba por el lío en el que se había metido Emily.
—He conocido personas idiotas; pero usted señora, sobrepasa todo eso, ¿cómo es posible que no vea ni por su propia seguridad?
—Mi amiga, está allí, corre peligro —atinó a decir la muchacha, con ojos vidriosos de solo pensar que algo le pudiera pasar a Emma
Aziel rodó los ojos.
—¡Estás mal de la cabeza! —exclamó—. Esos tipos pudieron matarte y tú solo te estabas haciendo la heroína.
—¡Puede regañarme lo que quiera, pero mi amiga sigue ahí! —soltó la chica, tratando de que no se le quebrara la voz. Tenía tanto miedo en ese lugar que ni siquiera fue capaz de articular palabra, cuando Aziel la salvó.
Él tomó su teléfono y ordenó a sus hombres llevar a la amiga de su esposa, hasta su casa.
—¿Contenta? —cuestionó él, sin dejar de mostrar su enfado.
—¿Cómo sé que sus hombres no la van a lastimar? —quiso saber ella.
—Porque si alguien desobedece mis órdenes, la paga muy caro.
Emily sintió un escalofrío, tragó saliva, ese tipo de verdad que se veía peligroso y ella como si nada pasándose su autoridad por el trasero.
—Bueno, pero yo soy su esposa —dijo.
—Con más razón debes respetarme —recalcó él entre dientes.
—Su esposa por contrato —corrigió la muchacha.
—Por eso —repitió Aziel. Era evidente su enojo.
Emily se quedó callada, mientras que él comenzó a conducir.
—Aparte de tonta, eres una mentirosa —declaró luego de unos minutos.
—¿¡Qué!? —cuestionó ella, sin entender a qué se refería.
—Me dijiste que ibas a ver a tu abuela y te encuentro causando problemas en un barsucho de mala muerte —externó Aziel.
—Ya le expliqué que solo trataba de salvar a mi amiga —repitió la joven.
—Ya te dije que me molesta la gente idiota, así que te lo diré por última vez, si vuelves a causar problemas te voy a encadenar en el ático de la casa —advirtió.
—No, usted no puede hacer eso. Ante todos soy su esposa.
—Eso me importa muy poco, así que, está de más decir que estás castigada de nuevo, nada de salir y menos de ir a lugares con hombres grotescos.
—¡No, usted no puede hacer eso!, soy un ser humano, no un objeto que guarda en su lujosa casa —reclamó ella. Unas lágrimas se asomaron por sus ojos.
—Eso debes de pensar antes de hacerme enojar, así que estás castigada, y si sigues con esa actitud te espera una larga estadía en tu habitación.
Emily negó con la cabeza. Ese tipo sí que era un verdadero tirano.
Al llegar a casa, Aziel tomó a Emily del brazo y la arrastró hacia la sala con fuerza.
—No me gusta decir las cosas dos veces —dijo. Sin apartar la vista del rostro aterrado de la jovencita.
—Soy un ser humano y no me puede tratar como un trapo viejo —externó ella. Las piernas le temblaban del susto, pero estaba cansada de que todos la vieran como una cosa y no como una persona—. No puede privarme de mi libertad. Si usted lo hace, yo diré todo sobre este falso matrimonio y sus planes se terminarán.
—Si te atreves a decir algo, tu abuela y tu amiga borracha lo van a pagar.
—Tal vez, pero usted también saldrá perjudicado—amenazó Emily. Esperando que en cualquier momento el tipo le soltara un puñetazo.
Aziel quería tomarla de los cabellos y arrastrarla por toda la casa, hasta que se le quitara esa maldita osadía; pero no hizo nada, inhaló y exhaló en repetidas ocasiones tratando de controlarse.
—Está bien —dijo, apretando los dientes—. Tú ganas.
Emily se sorprendió por sus palabras ¿Acaso le estaba jugando alguna broma?
—Bien —respondió ella, limpiándose con disimulo las pequeñas lágrimas que salieron de sus ojos.
—Pero te advierto que no quiero más sorpresas —Aziel se acercó a la muchacha y tomó un mechón de su castaño cabello—. Por nada del mundo voy a tolerar verte coqueteando con algún hombre, recuerda que para la sociedad eres mi mujer.
Emily asintió con la cabeza, incapaz de articular palabra alguna.
Cuando Aziel se separó, ella aprovechó para irse a su habitación.
En cuanto llegó se tumbó en el suelo, todo su cuerpo temblaba del miedo, es decir, había obtenido lo que quería, se puso al tú por tú con un mafioso loco. Luego de un rato, logró tranquilizarse.
Fue entonces, que vio un rayo de esperanza, una pequeña luz en ese oscuro camino, pues se dio cuenta que Aziel la necesitaba. Era su esposa, él lo dijo, ante la sociedad era su mujer, y él no podía desaparecerla así como así.
—Solo debo seguir luchando y pronto obtendré mi libertad —se animó así misma. Luego soltó lágrimas de alegría, pues por fin sentía que saldría de ese embrollo.
Su mente comenzó a idear un plan, para que en cuanto terminara todo eso, ella pudiera irse de ese lugar en compañía de su abuela y al fin ser feliz, lejos de allí.
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Los días posteriores, fueron bastante aburridos, Aziel la visitaba de vez en cuando, y no era que le hiciera mucha plática, solo iba a su habitación y le daba las gracias por los alimentos, muy a su manera.
En una ocasión, mientras Emily miraba embelesada las hermosas flores del jardín, Aziel se perdió viendo lo bella que se veía la joven. Ella al percatarse de su presencia se fue del lugar, pues Aziel siempre la ponía nerviosa.
Esa noche, en el comedor, ella informó a su marido que al día siguiente iría a ver a su abuela y de paso a su mejor amiga.
—Bien —respondió él. Dedicándole una mirada molesta.
La chica ignoró eso, y siguió cenando como si nada.
Cuando subió a su habitación, se metió al baño, debía prepararse para dormir, al salir de este, se llevó la sorpresa de que Aziel había entrado a la habitación sin pedir permiso y la estaba esperando sentado en la cama.
—¿Qué hace aquí? —preguntó ella. Aterrada, pues solo llevaba una delgada bata de dormir.
—Para exigir tu libertad eres mi esposa, si tanto te jactas de eso he venido a que cumplas todos tus deberes conyugales —soltó él con una sonrisa de lado.
—¡Está demente! —exclamó ella, cubriéndose lo más que podía el pecho.
—Ja, ja, ja, brincos dieras, mocosa. Estoy aquí para informarte que tenemos un compromiso, te pido que vayas lo más acorde a tu nuevo estatus y que te portes como es debido.
—Mañana iré a ver a mi abuela, después puedo ir a comprar algo decente que ponerme.
—Bien —dijo él. Luego se levantó de la cama y salió de allí.
Emily soltó un suspiro, esa era una oportunidad perfecta para mostrar que estaba arrepentida por su insolencia, pensó que no tenía caso hacerse enemiga de Aziel, y planeó una tregua con él.
A la mañana siguiente, la muchacha bajó muy temprano al comedor, saludó a Aziel y le dijo que tenía una propuesta.
—¿Qué? —preguntó él con aburrimiento.