Esther ha reencarnado como la típica villana que le hace la vida imposible a la protagonista, según el guión, debe negarse al divorcio y cumplir con su rol de diana para la protagonista y sus objetivos de captura.
Pero, ¿Por qué debería?
Su esposo no le interesa, su hermano es un tonto y el general no es amigable. Así que... ¡Vamos a firmar el divorcio!
Y aprovechemos para buscar al archiduque, ese si que vale la pena.
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Capítulo 10
Existe una leyenda que ronda la historia de la familia real, una leyenda de más de 2000 años en la que relata que provienen de los altos elfos y que por esto su magia es tan poderosa pero dentro de esta leyenda, nació otra, una muy extraña y muy poco conocida, solo relatada en un libro de historias antiguas aunque algunas parecían cuentos infantiles.
Alyssa, quien conocía estás historias porque se había centrado en leer todo lo que podía tampoco quería ser subestimada, mucho menos se dejaría pisotear y para ello no solo debía ser inteligente y astuta, también debía usar lo que pudiera a su favor y ¿Qué mejor que su belleza? Por ello, le había pedido a Adam que creara un atuendo majestuoso para ella, para el día del "debut", porque si bien estaba casada, eso no significaba que no cumpliera su mayoría de edad.
Y ahí, frente al espejo, sabía que había elegido bien al invertir en Adam.
Tenía un vestido de un amarillo claro, la hermosa tela tenía soles decorandola, el vestido subía remarcando su figura, la falda llegaba hasta medio muslo en la parte delantera y por detrás caía libremente hasta los tobillos, tenía un collar dorado con un sol y en medio de este, un precioso rubí. El collar cubría parte de sus hombros y las mangas del vestido cubrían desde el antebrazo hasta las muñecas en bombachas, pulseras doradas resaltaban sus delgadas muñecas y relucía su suave y blanca piel. Por detrás, desde el collar caía una hermosa capa que llegaba hasta el suelo y danzaba con los movimientos de ella, y en medio de todo esto tenía un cinturón dorado, en el centro también tenía un sol y de este caían pequeñas cadenas con lunas doradas y cintas con estrellas.
Llevaba unas medias azul marino hasta los muslos con encaje dorado y unas zapatillas doradas que subían en aros con diamantes incrustados, haciendo sintonía con las medias y para completar el traje tenía una corona y un centro dorados, con una piedra mágica brillando de un azul intenso. Alyssa tenía el cabello suelto, ondas plateadas cayendo en cascada sobre su espalda y una máscara dorada cubría su rostro, solo dejando ver sus hermosos ojos dorados.
En ese punto y con esa vista, agradecía haber reencarnado en una chica como aquella. Tenía la gracia de un hada o de los elfos, una belleza pura y grácil, además, era sin duda más hermosa que cualquiera de las otras dos princesas del reino o incluso más hermosa que la reina.
— ¡Se ve hermosa, señorita! — Expresó Dora con emoción.
— ¡Sin duda será la más hermosa de toda la fiesta! — Expresó otra de las sirvientas.
Alyssa sonrió mientras varios sirvientes la adulaban por su belleza y elegancia.
— Puedo hacer ropa hermosa pero a nadie se le verá tan hermosa como a usted, señorita. — Adam que había ido a llevarle el vestido y ayudarla, estaba maravillado.
— Gracias a todos. — Soltó una suave risa, agarró aquel hermoso cetro y giró la punta de este, después de un pequeño "clic", la punta se separó mostrando la afilada hoja de una espada.
Dora abrió los ojos con sorpresa mientras observaba la espada.
— Se-señorita eso...
— Es una protección. No puedo confiar en nadie de ese lugar y ser una dama en peligro no es un papel para mí.
— ¿Cuántos de esos tienes? — Preguntó Adam viendo la espada.
— Muchos... Tal vez uno por atuendo.
— ¿Qué?
— Exagero... — soltó una risa incómoda, no, no exageraba pero eso era solo porque tras su cambio de forma de vestir, aún no tenía una amplia colección de ropa. Aunque eso no significaba que no estuviera armada en cada ocasión.
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Una hora después, el carruaje del marquesado se detenía frente al palacio y Alyssa bajaba de este. Todavía habían carruajes llegando y, para ese momento, las chicas que harían debut debían estar haciendo su entrada.
— La marquesa de McKellan, Alyssa Rubinette está entrando.
Todos en el salón se giraron hacia ella, la sorpresa y confusión brillaba en la mirada de todos, probablemente esperaban que ella entrara junto a las que hacían debut pero ¿Por qué iba a hacer eso? Al estar casada, hubiera hecho el ridículo.
Su mirada se encontró con otra, unos ojos oscuros que estaban fijos en ella. Ella sabía a quién pertenecía pero el, al igual que ella, llevaba una máscara blanca. Se alejó de aquellos con quiénes estaba hablando y se acercó al final de la escalera, extendió una mano hacia ella y sonrió.
— Nos volvemos a encontrar. — Aquella voz nuevamente. Grave pero suave, un murmullo que la hacia estremecer y ella sonrió.
— Tal vez el destino así lo quiere.
— Entonces hay que seguirle el juego.
Alyssa soltó una leve risa y se aferró al brazo de este.
— Entonces eres un noble.
— Lo soy, y tú estás casada.
— Lamentablemente. — Alyssa susurró y se dejó guiar hasta el centro, sonrió al notar la intención.
— ¿Bailas conmigo?
— ¿No es para eso que me trajiste aquí?
— Tienes razón. — él soltó una carcajada y colocó una mano en su cintura para comenzar a bailar.
Alyssa se dejó guiar, la forma en que se acoplaban era única, casi como si lo hubieran hecho varias veces. Fue en ese momento en que recordó el porque "Alyssa" se niega al divorcio en la historia original. No era porque amara a su esposo, no podía amar a alguien a quien no conocía. No. Era sencillo.
Orgullo.
Ella se vió obligada a casarse a los 12 años, 6 años después él regresa y sin verla ¿pide el divorcio? Ella sería la comidilla social. Una esposa que decepcionó a su esposo y lo hizo pedir el divorcio, es poco agraciada, no le era llamativa y tantas cosas más que podrían decir pero sobre todo, ¿qué sería de ella tras el divorcio? Solo podía volver al palacio, un lugar lleno de gente falsa, con una familia que no la quería y con su honor afectado. Sería una desgracia. No, ella tampoco querría el divorcio si eso fuera lo que la esperara pero para eso se estaba preparando.
Si tan solo "Alyssa" lo hubiera conocido antes.
— ¿Puedo saber tu nombre? — le susurró ella a él.
Si ellos hubieran coincidido.
— Montana. Ese es mi nombre.
Si sus vidas se hubieran cruzado antes del regreso.
— Me gusta tu nombre.
Si el no hubiera vuelto.
— Y a mí me gustas tú.
Alyssa soltó una leve risa, el tiempo se deshizo, la música se apagó a sus oídos y antes de darse cuenta estaba en un pasillo oscuro. Su espalda estaba contra la pared, sus piernas aferradas a la cintura ajena, una mano grande la aferraba por la nuca, la otra se deslizaba por su muslo y ella se estremeció.
— Esto está mal. — Susurró, la Boca ajena se deslizó sobre la piel de su cuello. — Pero se siente tan bien...
Una risa baja escapó de los labios ajenos
— Nunca estoy con mujeres casadas. — Murmuró.
— Entonces hagamos de cuenta que hoy estoy soltera.
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Buenas buenas xD
Quiero aclarar que no sé cómo llegué acá jajaja estaba escribiendo y de pronto ¡BOOM! Que Alyssa y Montana se están encamando jajajaja
Pero ps... solo pasó (?)
Igual y luego se darán cuenta de porque la química entre ambos. Ahora es que se vienen sorpresas!!
Acá les dejó a nuestro precioso archiduque
Sin más que agregar,
bai bai♥**