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Confusión Nuestra

Confusión Nuestra

Status: En proceso
Genre:Grandes Curvas / Malentendidos / Romance entre patrón y sirvienta / Diferencia de edad / Apoyo mutuo / Mi novio es un famoso
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Dalia comenza a trabajar como ama de llaves para un pariente /no pariente lejano de su padre, quien era un pintor famoso de pintura erótica; para ayudarse en sus gastos personales mientras termina la universidad. Pero termina en las manos seductoras y perversas de este pintor, confundiendo sus prioridades en la vida.

NovelToon tiene autorización de Koh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 1

Empezó por recoger todas las bolsas y apilarlas para luego empacarlas en bolsas más grandes, luego recogió lo que quedaba en el piso. La gran mayoría de basura era periódico, tubos de pintura de óleo, y envases de comida rápida.

Apestaba, pero no podía hacer más que aguantar la respiración y continuar recogiendo; pronto la sala quedó despejada y fue directo a la habitación principal solo para ver más bolsas con envases de comida y revistas. No podía concebir cómo este hombre podría dormir en un cuchitril.

Mientras sacaba basura de debajo de la cama, también se deshizo de papeles arrugados y esparcidos por todo el suelo, se preguntaba qué era hasta que vio las revistas.

Las revistas eran de historias para adultos. Se sobresaltó y las soltó.

Casi maldijo. No entendía cómo este hombre compraba revistas; la era del internet estaba en su punto máximo, por qué contaminar la mente de ella con estas revistas.

Ahora solo podía imaginar que estos papeles arrugados eran…

Metió la basura en la bolsa y se apresuró mientras intentaba pensar en los deberes de la escuela. Logró desviar su mente en la limpieza de la cocina y la trapeada, para cuando volvió en sí, ya eran las cuatro de la tarde.

La casa estaba limpia. Ya podía verse el suelo y sus azulejos de color verde oscuro; los muebles de la sala estaban libres de ropa y periódico, al fin se podía sentar. La cocina estaba limpia y la tarja reluciente. Solo faltaba el baño y luego iría a comprar.

...****************...

Desde el estudio, que era el único lugar más espacioso del departamento, la luz del atardecer pasaba a raudales a través del ventanal que venía desde el techo hasta el suelo. Fuera del ventanal había un pequeño balcón, y mientras las cortinas se mecían por el viento de la tarde, una silueta se asoma, aparragando sobre el barandal de seguridad.

Kei Smith caló el humo de su cigarrillo antes de soltarlo y dejar que el viento se lo llevara. Caló de nuevo mientras observaba el regreso de Dalia.

Debería decir que el padre de esta chica era un idiota. ¿Cómo podía permitir que su hija se metiera a la casa de alguien como él? No era un hombre bueno ni amable, era un maldito que se aprovechaba de absolutamente todo lo que venía a su camino. Y esta mujer, suspiró, lo estaba poniendo duro con solo observar el movimiento de sus espectaculares piernas.

Se acomodó el miembro incómodo y apagó el cigarro cuando escuchó la voz de ella llamarle para tomar un baño.

Sonrió con sorna.

Sí, un baño. Era buena idea, pero no quería tomarlo solo.

-¡Voy en un momento!

Miró en dirección de su nueva obra y era el rostro de una mujer en el justo momento del éxtasis del orgasmo. Tomó un bolígrafo estilográfico y firmó como BlackRose.

Dejó el bolígrafo, acomodó de nuevo su miembro más tranquilo y salió del estudio para ver una luz resplandeciente en todo el lugar.

El lugar estaba totalmente limpio y no se veía sombrío como lo había estado viendo por algunas semanas. Debía felicitar que esta mucama era muy buena. Miró hacia la cocina, donde la encontró con un delantal nuevo, revolviendo algo de una olla.

Sin decir nada se fue al baño y se tomó una ducha rápida, se afeitó la espesa barba y peino su cabello con sus dedos hasta atrás, sin embargo cuando se disponía a salir, se dio cuenta que solo había la toalla de secado y había olvidado traer una muda nueva de ropa. Sin embargo, sin pensárselo demasiado salió del baño con la toalla sujeta en sus caderas pero que amenazaban con caerse. Y en ese instante, un grito lo hiso detenerse.

-¡Dios mío! – Dalia se tapó los ojos con ambas manos, ella estabas entada en la sala tomándose un pequeño respiro cuando lo vio salir casi desnudo – ¡Señor Smith! ¡Aun no me he ido! ¡Póngase algo de ropa!

-La olvidé, vivo solo y no pensé que seguías aquí.

-Sí bueno – miró entre las rendijas de sus dedos – Vaya a… ¡Ah!

Ahora se volteó completamente porque la toalla se había desparramado hasta los pies de ese hombre sin vergüenza.

Kei solo sonrió divertido. Tomó la toalla y se fue a su habitación. Se puso su ropa interior y solo una camiseta sin mangas. No tuvo la decencia de estar presentable ante Dalia, que además su mucama, era una mujer.

Dalia estaba totalmente asustada y no podía concebir en su mente lo que le pasaba a este hombre.

Tenía el pudor esfumado de su ser, tampoco tenía vergüenza y posiblemente no la vea como una persona sino como un mueble más de la casa.

Cuando salió, aunque ya vestido, pudo notar que andaba con solo su ropa interior y Dalia sintió su cara arder.

-Hay… la cena está lista – se levantó, intentando mirar por otro lado – Si no hay nada más, me iré, vendré mañana temprano para hacerle el desayuno y terminar algunas cosas de la limpieza que faltó.

-¿Por qué no te quedas a cenar? No he tenido ningún invitado en mucho tiempo.

Dalia quería negarse. ¿Cómo podría sentarse en la misma mesa que este hombre desvergonzado? Pero realmente estaba hambrienta y cansada, dudaba poder llegar a casa sin desmayarse a medio camino.

Gimió internamente y terminó aceptando.

Se levantó y fue a servir dos platos de esta rica sopa de verduras y carne. Mientras sacaba el segundo plato, sintió la presencia de ese hombre que la había encerrado entre sus brazos. Alzó la cabeza y al fin pudo ver su rostro.

Luego de verlo casi desnudo, no había tenido el valor de verle a los ojos, sin embargo, estando tan cerca, logró verle al fin sus ojos.

Unos ojos tan oscuros como boca de lobo que amenazaban con tragarla.

Era guapo. Muy guapo. Nada que ver con el hombre pordiosero que vio al llegar al departamento. Una mandíbula fuerte y cuadrada, la nariz grande y perfilada, ojos rasgados con pestañas espesas y unos labios gruesos.

Tragó asustada.

-Se… señor Smith, esto…

-Huele bien.

Aunque Dalia no sabía a qué se refería, si a la comida o a ella misma. Aunque al recordar que aún no se había duchado al fin salió de la niebla mental y terminó alejándose de él. Se sintió avergonzada de dejarse llevar por el ritmo de esta persona. Ella era una mujer íntegra y respetable, no dejaría que nadie la acosara o se burlaran de ella.

-Señor Smith – se alejó dos pasos para verle el rostro – Yo solo soy su ama de llaves los fines de semana. Limpiaré su casa, pero eso es todo. Yo no soy una persona de la que se puedan burlar y tampoco se lo voy a permitir. ¿Está claro?

Él la miró con escrutinio, cosa que la pudo nerviosa, pero antes de darse por vencida y salir de la casa, él asintió.

-Por supuesto. Lo siento, la broma llegó lejos. No volverá a pasar.

Dalia suspiró aliviada.

-Está bien. No soy rencorosa – sonrió al fin y señaló la mesa – Siéntese, en un momento le sirvo.

Él solo asintió y al verlo sentarse, Dalia al fin dejó caer su corazón de su garganta. Realmente no quería dejar el trabajo, la paga era muy buena como para dejarlo por el acoso de este hombre, que aunque guapo, no le quitaba lo horrible de su broma fuera de lugar.

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