Valentino nunca imaginó que entregarle su corazón a Joel sería el inicio de una historia de silencios, ausencias y heridas disfrazadas de afecto.
Lo dio todo: tiempo, cariño, fidelidad. A cambio, recibió migajas, miradas esquivas y un lugar invisible en la vida de quien más quería.
Entre amigas que no eran amigas, trampas, secretos mal guardados y un amor no correspondido, Valentino descubre que a veces el dolor no viene solo de lo que nos hacen, sino de lo que nos negamos a soltar.
Esta es su historia. No contada, sino vivida.
Una novela que te romperá el alma… para luego ayudarte a reconstruirla.
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Me quedé cuando todos se iban ( Arco I - Dependencia )
Yo no lo buscaba.
Nunca lo hice. De hecho, me parecía un tipo normal, algo ruidoso, bastante seguro de sí mismo y muy coqueto ... y cero de mi interés.
Yo era Valentino.
Reservado, con cara de desinterés y mente llena de ideas que no compartía con nadie por miedo la que me dirían . En ese entonces, la gente me parecía predecible y superficial. Y Joel no era la excepción.
Pero él tenía esa costumbre molesta de no irse.
De quedarse.
De hablarme cuando yo no lo pedía.
De hacerme preguntas que nadie hacía.
De meter los pies en mi mundo sin permiso.
—¿Tú siempre eres así de serio? —me dijo una vez, en medio de una clase cualquiera.
Lo miré sin responder.
—Yo sé que no. Algo tienes en la cabeza. Algo interesante.
Me reí por dentro. ¿Quién se creía que era?
Empezó con saludos casuales. Luego con comentarios tontos. Después con preguntas personales.
—¿Y tú qué haces los fines de semana?
—¿Te gusta la música o eres más de leer?
—¿Siempre comes tan poco?
- ¿ Cuándo salimos ?
Yo respondía lo justo. A veces ni eso.
Pero él insistía.
Y lo que más me desconcertaba era que lo hacía sin esperar que yo fuera simpático. Como si... no le importara mi frialdad.
Había días en que me hablaba solo para compartir cosas de su vida.
—Ayer discutí con mi mamá.
—Estoy pensando en cambiarme de grupo.
—A veces siento que no encajo aquí.
Y sin darme cuenta, terminé escuchándolo.
No por empatía... sino porque era la primera persona que se quedaba a pesar de que yo no le abría la puerta.
Lo raro fue cuando empecé a disfrutarlo.
Sus mensajes.
Su forma tonta de hacerme sonreír.
Las bromas internas que solo él y yo entendíamos, o incluso esas miradas que decían más que las palabras .
Me sacaba de mi mundo sin pedírselo y eso me dejaba en blanco . Y por primera vez, no me molestaba.
Pero no todo fue bueno.
Mis amigas...
Las pocas en las que confiaba, resultaron ser altavoces disfrazados.
Les conté detalles de lo que empezaba a sentir por Joel . Les hablé de cómo Joel me hacía pensar diferente e incluso les contaba como él se comportaba conmigo en privado .
Y al día siguiente, medio salón sabía que yo “estaba raro por alguien” e incluso la gente empezaba a decir que yo tenía sentimientos por Joel.
No dije nada. Aprendí a guardar más. A reprimir.
Pero Joel... él ya se había vuelto parte de mi rutina y ya era muy difícil olvidarme de él o sacarlo de mi vida como yo quería .
Me di cuenta cuando un día faltó.
Y sentí que me sobraban las horas.
No sé cuándo ni cómo, pero dejó de ser “ese chico que hablaba mucho” y se convirtió en “la única persona que parecía querer conocerme de verdad”.
Solo que yo todavía no sabía si eso era algo bueno… o el inicio de algo que iba a doler más de lo que imaginaba.