El Arquitecto

Damián llega a su departamento luego de una noche alocada, para su familia es el hijo ejemplar, puntual, estudioso y servicial, pero él también ama las carreras ilegales, es un completo rebelde. No descuida su carrera, pero le gusta vivir la vida al filo.

 Tiene un buen físico, pues en sus tiempos libres se la pasa en el gimnasio, conoce la historia de su abuela Hanna por lo que odia las injusticias, el bullying y las diferencias que hace la sociedad por las clases sociales.

La noche anterior....

Damián llega a las carreras, junto con su mejor amigo Kevin Sotto, un joven también estudiante de arquitectura, quien le mostró la vida de las carreras ilegales.

-Hoy vamos a ser el alma de la fiesta- grito Kevin.

Ja ja ja Siempre lo somos- respondió Damián - no hay fiesta sin nosotros, solo tengo que ganarle al idiota de Fernando una vez más ja ja ja ja.

La carrera consistía en subir a la montaña más peligrosa de la ciudad, donde varias personas habían perdido la vida, ya que era un terreno complicado, con curvas peligrosas, pero que Damián conocía bien.

-¿De cuánto es la apuesta hoy?- pregunto entre risas Kevin

250 mil grandes- contestó Damián. No lo hacia por el dinero, solo por la adrenalina que eso causaba en él.

-Mira ahí viene- señala con la cabeza Kevin - y WoW viene con su prima.

Ja ja ja ja custodiado por una mujer- bromeó Damián.

Todos los presentes estallaron en risas y comenzaron a abuchear a Fernando.

- Hoy no vas a ganarme niño rico- dijo Fernando.

En la pista se le cierra la boca a los charlatanes- contestó Damián.

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Mientras tanto, en otra parte de la ciudad Selene llegaba a su casa después de un arduo día de trabajo y estudio, era viernes así que podía dormir un poco más al día siguiente.

Buenas noches, papá- dijo claramente cansada Selene.

Buenos días mi niña, ¿Cómo te fue?- consultó su padre.

Bien, hoy a la señora Clarissa se le ocurrió limpiar el ático de su casa, así que no estuve en la panadería, pero pase por ahí de regreso a casa- dijo sonriente- te traje los bollos de hojaldre que tanto te gustan.

No deberías gastar tu dinero en mi Selene, yo debería darte todo a ti, no al revés - decía con pesar Carlos.

No es nada papá, como te fue en la obra a ti- dijo ella.

Ufff Hija, cada día me cuesta más- dijo cansado- ya no tengo 20 años.

Ambos cenaron, entre charlas y risas, a pesar de no tener mucho eran felices. En un futuro, cuando sea una arquitecta famosa, sacaría a su padre de ese pequeño y deteriorado departamento, era el sueño que Selene tenía.

Cursaba en la universidad de mañana y por las tardes trabajaba en la panadería del barrio donde vivía, su papá era obrero en una construcción en el centro. Claramente vivían el día a día, sin lujos ni grandes detalles, solo su esfuerzo diario y su amor incondicional.