Eloisa se encontraba llena de tristeza mirando el cielo rojo que se pintaba con el atardecer, en su mente las imagines de su madre se hacían presente, recordaba con dolor la traición del hombre que le juro amor eterno, sentía que su vida ya no tenía sentido en tan poco tiempo había perdido tanto. No tenía idea por dónde comenzar, mientras caminaba perdida por la arena de la playa, se encontró con un perro, este la siguió por todo la playa, cuando Eloisa estaba apunto de subirse a su auto, el perro le ladro. Ella dejo que el perro entrara a su auto en la parte trasera, cuando llegó a su departamento, acomodo al perro en una esquina del pequeño balcón que tenía, le colocó agua y comida. Desde ese día su vida de Eloisa a cambiaría por completo, descubre que el pequeño perro que adopto es miembro importante de una numerosa familia que llevan semanas buscando al pequeño perro, ya que el dueño es el hijo mayor de la familia quien se encuentra en un viaje.
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Rojo
Por fin pude salir de mi departamento, está semana sentí que moría, jamás imaginé que perdería a la única persona que me amaba con todo su ser, mi madre siempre fue un mujer maravillosa.
Ella era hija única, dejo su hogar desde muy pequeña, llegó a trabajar a casa de sus tíos donde abusaron de ella, al quedar embarazada la familia la desterró. Juro que jamás iba a dejar que yo no tuviera un lugar donde crecer, trabajo duro en el mercado de la ciudad, ayudando a lavar y cocinar.
Cuando nací, ella ya tenía un pequeño cuarto, donde vivimos solas por casi cuatro años, después nos mudamos a un departamento con el paso de los años, ella logro comprarlo y ahora es mi hogar, se siente tan vacío sin ella, las plantas comenzaron a marchitarse, ella era la única que me apoyaba.
Hace un mes iba a casarme con el hombre que decía amarme, pero al final decidió cancelar la boda, dijo que no se sentía preparado, me dejó con los preparativos, mi madre me animaba mientras yo lloraba y destruía mi vestido de novia. Estaba muy triste, le pedí una explicación a mi ex prometido, le pregunté si acaso había otra mujer, pero el dijo que no, que solo necesitaba tiempo, que no se sentía listo.
Mi mamá me decía que no tenía caso llorar por alguien que no sabe lo que quiere en la vida, que tenía que seguir adelante y levantarme de nuevo de la cama.
Le hice caso y me levanté, justo una semana después mi madre empezó con fuertes dolores de cabeza, la lleve al doctor. Le hicieron muchos estudios y terminaron detectando que tenía un tumor en la cabeza.
Sentí que me mataban ahí mismo, el doctor había sido claro, mi madre pronto iba a morir y yo me quedaría sola.
Ver a mi madre convulsionando y como poco a poco se fue deteriorando era lo más horrible que había sufrido en mi vida.
Deje mi trabajo para estar todo el tiempo con mi madre, pasaba el día completo en el hospital.
Duro solo tres semanas y un día no despertó más, la mantuvieron sedada mientras se encontraba en el hospital para que dejara de convulsionar. Antes de que la durmieran por completo, me dijo que nunca dejará de sonreír y que buscará ser feliz, que no dejará que nadie me lastimara, me dijo que me amaba y que yo era el amor de su vida, yo llore a mares, le decía que no me dejara que sin ella no podría vivir. Pero el destino de mi madre estaba escrito.
Me entregaron su cuerpo, solo tres personas me acompañaron en el velatorio.
Una era mi jefa y mis otras compañeras.
Sentí que arrancaron un pedazo de mi corazón, me pase toda la semana llorando y gritando de dolor.
Hoy decidí dejar sus cenizas en el mar, no me esperaba que el cielo estuviera rojo, me sentía aún más triste, arroje las cenizas y me quedé contemplando el mar, imaginaba a mi madre caminando a la orilla, sonriendo.
- Adiós mami, dije en tono triste
Comence a caminar por la playa, mirando el cielo rojo.
Cuando baje la mirada a la arena, había un pequeño perro siguiéndome, no le di importancia y seguí mi camino.
Al llegar a mi auto, el pequeño canino me ladro, yo trate de asustarlo para que se alejara pero el perro movía su cola, el pensaba que yo quería jugar con el.
Trate de golpearlo pero era un perro tierno que no pude, abrí la puerta trasera de mi auto y el perrito entro, se recostó en el asiento de atrás.
Pensé que tal vez mi madre me había mandado a este pequeño amigo para que ya no me sintiera tan sola.
Cuando bajé del auto, el perro me miraba y movía su pequeña cola, abrí la puerta trasera el perrito salto y me siguió hasta mi departamento, abrí la puerta de mi departamento, el entro confiado como si fuera su hogar.
Lo deje en el balcón, le coloque agua, tomé un poco de pollo que había sobrado del día anterior, el se lo devoró, tenía habré.
Me senté en el suelo del balcón, el se sentó a mi lado, comencé a acariciarlo.
- Te tenemos que poner un nombre, dije en voz alta.
Te llamaré rojo, por qué te encontré cuando el cielo se miraba rojo, así voy a recordar siempre cuando llegaste a mi.
El comenzo a ladrar.
- Creo que si te gusta ese nombre.
Entre al departamento, en la noche el llanto de rojo y sus arañazos me despertaron, me levanté a revisarlo, el estaba temblando de frío, abrí la puerta, entro rápido y saltaba para que yo lo tocará.
Camine a mi habitación y el me siguió, termino durmiendo al pie de mi cama, cerré los ojos y me sentía feliz, no dejaba de pensar que mi madre estaba presente en rojo.
Aunque no creo del todo en la reencarnación, una parte de mi creía que mi madre jamás me dejaría sola.