SALIENDO DEL FANGO. DESCUBRIENDO EL AMOR

Esta es la historia de un hombre poco inteligente que logra casarse con una mujer muy especial, su ego lo hizo sentir superior, pero la vida le tiene varias sorpresas en el camino.

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Soy Omar Onetti presidente de una importante empresa naviera, criado en una familia tradicional, acomodada, pero no millonaria, mi madre siempre correcta, preocupada por el bienestar de la familia ha callado por años todos los malos momentos que mi padre le ha hecho pasar.

Mi padre, honorable, responsable con su esposa y sus hijos, sus aventuras nunca afectaron nuestra tranquilidad familiar, patrocinador siempre de la independencia femenina.

La mujer puede trabajar, pero no por eso se librará de sus obligaciones en el hogar y mucho menos de sus deberes maritales, debe estar siempre dispuesta para complacer a su marido.

Tengo 28 años, soy alto, con un buen físico, me exijo mucho, gracias a mi perfecta figura me he dado el gusto de disfrutar de las mujeres que he querido, ninguna se me resiste y hacen lo que yo digo, pero claro como hacerlo, soy hombre y ellas como seres inferiores deben obedecer.

En la calle soy libre, puedo hacer lo que quiera, pero sin que mi esposa se entere.

Siempre me acompaña mi buen amigo Julio Moreno, a quien conozco desde niños, tenemos los mismos gustos, solo que él ha logrado esquivar el matrimonio y aún disfruta de la bella libertad, de estar soltero, su fama de mujeriego lo precede, él siempre se encarga de cuidarme las espaldas, ante mi familia y mi esposa. 

No llevo un listado de las mujeres con las que me acuesto, pero hay una que las supera a todas. Indira es especial, es la mujer que me vuelve loco, es todo lo que necesito en una mujer, seductora, apasionada, siempre me complace, no importa hora, ni lugar, siempre está disponible para mí, nunca hace reclamos innecesarios.

Llevamos juntos algunos años, le compré apartamento, pero después de mucho insistir la cambie a una casa en un sector exclusivo de la ciudad, también le compre un carro.

Le he dado todo lo que desea, lo que nunca le he brindado a mi esposa, bueno nunca ha necesitado que lo haga, tiene lo suficiente, no necesita pedir más.

Por esa mujer estoy dispuesta a darlo todo, todo, menos mi estabilidad económica, lo único en lo que no puedo complacerla es en hacerla mi esposa, eso sería tirar todo mi poder y reconocimiento por la borda, perdería el apoyo de mi familia y eso no pienso ponerlo en riesgo.

Además, por muy fabulosa que sea en la cama, no puede igualar el estilo y la elegancia de mi esposa, su insignificancia es reemplazada por su alto nivel y su dominio ante el público, debo reconocer que mi esposa es la mejor imagen que puedo presentar. 

Bueno tampoco puedo negar que mi esposa ha estado enamorada de mí, desde la universidad, y es que fue astuta y supo ganarse mi atención, siempre estuvo para ayudarme con los trabajos después de mis noches de tragos y mujeres.

Cuando nos graduamos me presentó a sus padres y logre caerle bien al viejo, a su padre, debió ser por mi excelencia académica, si él supiera que no tengo ni idea de cómo lo logré, todo lo hacía su hija. 

Pero ni con su inteligencia, no logra superar a Indira y que a sus veintidós años es una reina, tiene un cuerpo escultural, todo lo que se pone le queda perfecto, cuando la veo es imposible no pensar en sexo.

Por ser hija única es caprichosa y todo lo que desea se le debe dar, así fue hasta que su padre, que fue un importante y poderoso hombre de negocios perdió toda su fortuna en las apuestas, después de visitar frecuentemente los hipódromos de la ciudad.

Cuando nos conocimos en una de mis tantas noches de parranda, quedé encantado, no veía la hora de meterla a una cama, aunque no fue necesario llegar a una cama, después del primer beso, lo hicimos en el baño más cercano.

Pero las deudas de su familia empezaron a ser un foco de preocupación, así que para poder disfrutar con tranquilidad, decidí cubrí muchas de ellas y los envié fuera del país, ahora ellos esperan ansiosos el momento en que yo me divorcie y me case con su hija. 

Pero yo no puedo pedirle el divorcio a mi esposa, su padre se encargaría con solo un par de llamadas de hacer de mi mundo un infierno, es el mayor accionista de la empresa y quien me impuso en el cargo después de casarme con su hija y aunque tengo mis ahorros, eso no me alcanzaría para vivir una semana con mi amada. 

Esa es la razón por la que soporto a Violeta de la Vega sarria, mi esposa, una mujer de 25 años, bonita, pero nunca atractiva, inteligente, eso sí no lo puedo negar, no es muy alta, de cuerpo está bien, aunque si mostrará un poco más llamaría un poco más la atención, siempre preocupada por vestir acorde al momento.

Fue muy bien entrenada por su madre para ser esposa, es lo mejor que sabe hacer, cocina delicioso y siempre está la casa en orden, gracias a eso he cerrado grandes negocio, bueno gracias a mi habilidad para los negocios, su colaboración es mínima, nada importante. 

Es tan inútil que ni siquiera ha podido darme un hijo y eso qué lo hemos intentado en varias ocasiones y es que el sexo con ella, que puedo decir, no logra despertar el deseo, es tan poco interesante, duele aceptarlo, pero lo más relevante en ella es la cantidad de dinero que llega a mis cuentas gracias a mi matrimonio, agradezco a mi padre, acertó al decirme que sería un buen partido. 

Y es que, Violeta, es hija única , por lo tanto, heredera no solamente de la naviera también de la empacadora de atún muchos barcos y propiedades en diferentes islas, yo me quedaré con la casa en las Bahamas, es hermosa y a Indira le encanta pasar los fines de semana allá. 

Pero a Violeta no le interesa mucho la herencia de su padre, es dueña de "best friends" algo de mascotas o no se que, negocio en el que pasa gran parte de su tiempo, se entretiene en ello, cuando no está aprendiendo recetas con su madre, definitivamente es el orgullo de sus padres, aunque como mujer no es que sea muy exitosa, no es madre, ni logra complacer a su esposo. 

Después de cinco años de matrimonio no logró enamorarme de ella, me encanta como cocina, como mantiene mi ropa al día, el encontrar la casa en orden cada día, la forma como se preocupa por mis citas de negocio, es muy buena anfitriona, digamos que a mi manera la quiero, es una buena ama de casa.