Una noche para olvidar…
El día había sido largo, y aunque el trabajo en Dulce Herencia avanzaba con éxito, el alma de Mariel seguía envuelta en una niebla espesa.
Por eso, cuando Dana lanzó su invitación a todos para ir a un bar, muchos del equipo lo celebraron con entusiasmo.
Pero Mariel… dudó.
No estaba de humor.
No quería forzar sonrisas.
—No gracias, Dana.
De verdad prefiero ir a casa.
Pero Isac, que la conocía mejor que nadie, intervino con una sonrisa cómplice.
—Yo creo que sí necesitas salir, aunque no quieras.
No es para trabajar, no es para hablar… es solo para respirar un rato.
Ya avisé a nuestros padres.
Volveremos tarde.
Mariel lo miró con cansancio, pero también con gratitud.
Y al ver las sonrisas alentadoras de sus compañeros, terminó cediendo.
Dana aprovechó la cercanía de su casa y arrastró consigo a Mariel y a Ana, prometiendo un “cambio de imagen exprés”.
Y como buena anfitriona, abrió su guardarropa inmenso con orgullo.
Tenía ropa de todo tipo, colores, estilos y tallas.
Era imposible no encontrar algo adecuado.
—No acepto que ninguna de ustedes vaya vestida como si fuéramos a una junta —anunció Dana divertida mientras lanzaba vestidos sobre la cama—.
Esta noche, vamos a conquistar la pista… o mínimo el karaoke.
Mariel eligió finalmente un conjunto sobrio pero elegante:
blusa negra entallada, pantalones de cuero oscuro, y una chaqueta ligera que marcaba su figura.
No era llamativo, pero sí poderoso.
Como si al usarlo… se recordara a sí misma quién era.
Ana optó por algo casual pero coqueto.
Y Dana, fiel a su estilo, eligió un vestido ceñido y colorido.
Las tres estaban listas.
Mientras tanto, los chicos ya esperaban afuera, y cuando las vieron llegar, más de uno silbó en broma.
Isac alzó una ceja al ver a su hermana, y aunque no dijo nada, su sonrisa hablaba de orgullo.
Y algo de alivio.
Porque por fin…
Mariel parecía menos apagada.
Y para cerrar la invitación, Thierry también fue incluido.
No porque él lo hubiese pedido, sino porque Dana, con su descaro habitual, se encargó de hacerle llegar la invitación personalmente.
—Jefe, sería un crimen no invitarlo.
No puede seguir con esa cara de banquero los siete días de la semana.
Una copa no mata.
Una sonrisa… quizás lo transforme.
Y contra todo pronóstico… Thierry aceptó.
No por la copa.
Sino por una razón que vestía de negro esa noche y evitaba mirarlo a los ojos.
Mariel.
El grupo se dirigió al bar más animado del distrito,
uno con luces cálidas, buena música y un ambiente despreocupado.
Al llegar, eligieron un espacio en la terraza.
Las risas comenzaron a brotar.
Las bromas entre compañeros.
La música de fondo.
Y aunque Mariel aún no se sentía completamente libre, por primera vez en días…no se sentía tan pesada por dentro.
Y Thierry, desde su lugar frente a ella, la observaba en silencio.
No como jefe.
No como el hombre que había llevado comida a su escritorio.
Sino como alguien que… simplemente, estaba dispuesto a esperar.
...----------------...
Las luces del bar giraban en tonos ámbar y azul, mientras la música vibraba en el aire, pulsando con cada latido.
Las risas eran más fuertes, los brindis constantes, y las miradas más atrevidas.
Mariel e Isac, sin mucha experiencia con el alcohol, habían comenzado con algo suave… pero después de la segunda ronda, todo cambió.
Isac mantenía su compostura, aunque los párpados le pesaban un poco más, y la risa le salía más rápido de lo habitual.
Pero Mariel… Mariel no tenía esa resistencia.
El leve sonrojo en sus mejillas, el brillo en sus ojos, y su risa suave que se escapaba entre cada palabra, dejaban claro que ya estaba bajo el efecto embriagador del licor.
—¡Dana, vamos a bailar! —dijo de pronto, con una sonrisa amplia, antes de que nadie pudiera detenerla.
La pista se llenó con una canción rítmica, envolvente.
Y Mariel, con su blusa entallada y sus movimientos libres, se convirtió sin darse cuenta en el centro de atención.
Su cabello se movía como una corriente viva, sus caderas se balanceaban al compás de la música, y su risa, libre y encantadora, hacía que las miradas masculinas se concentraran únicamente en ella.
Dana, siempre vibrante, bailaba a su lado con energía, pero incluso ella notó que Mariel irradiaba algo diferente esa noche.
Una belleza sin esfuerzo.
Un fuego oculto.
Desde la mesa, Thierry no dejaba de observarla.
Al principio con una sonrisa leve.
Después… con la mandíbula un poco más tensa.
Y finalmente, con una expresión que ni él mismo reconoció de inmediato: celos.
Unos celos fríos, inesperados.
Incómodos.
Porque no tenía derecho a sentirlos, pero ahí estaban.
Creciendo con cada mirada ajena posada en Mariel.
Un hombre en la pista se acercó demasiado.
Una mano se extendió hacia la cintura de Mariel, como queriendo guiar el ritmo.
Ella, aún riendo, lo esquivó sin darle importancia.
Pero Thierry…ya se había puesto de pie.
Isac lo notó.
Y con esa media sonrisa suya, dijo en voz baja:
—¿Vas a intervenir, jefe?
¿O solo vas a seguir contando cuántos miran a mi hermanita antes de moverte?
Thierry lo ignoró.
Su mirada fija en Mariel.
Y sin pensarlo demasiado, caminó hacia la pista.
La música seguía.
La multitud se abría levemente ante su presencia.
Mariel, al verlo, se detuvo un segundo.
Sus ojos se cruzaron.
Y en los de él, no había enojo.
Solo una intensidad que no necesitaba explicación.
—¿Puedo? —preguntó Thierry, tendiendo su mano.
Mariel, aún con los sentidos nublados por el alcohol y la emoción, asintió con una sonrisa que se volvió más suave, más íntima.
Él la tomó con delicadeza, la acercó sin brusquedad, y comenzaron a bailar.
Ya no al ritmo agitado, sino a uno nuevo.
Uno propio.
Y aunque la pista seguía llena, esa noche, en ese momento, Mariel solo bailaba con él.
Y él…solo pensaba en no soltarla jamás.
...----------------...
La música seguía vibrando en cada rincón del bar, y el grupo de Dulce Herencia se había esparcido por toda la pista.
Risas, gritos de karaoke al fondo, pasos torpes de baile y copas alzadas por doquier.
La energía era contagiosa.
Incluso Isac, que no solía ceder tan fácilmente al caos de la fiesta, se dejó arrastrar por Dana hasta la pista.
Ambos reían, moviéndose con torpeza sincronizada.
No había tensión, no había coqueteo.
Solo una amistad floreciendo entre chistes y pasos mal ensayados.
Mientras tanto, Mariel y Thierry seguían bailando, pero el ritmo se había suavizado.
El calor, las luces y el alcohol creaban un halo denso alrededor de ella.
Su sonrisa, antes vibrante, comenzó a desvanecerse.
La respiración se volvió más pesada, y su mirada perdió el enfoque por unos segundos.
Thierry, atento a cada pequeño gesto, notó el cambio al instante.
El leve tambaleo, la forma en que su mano se aferró más fuerte a su hombro, y esa expresión que solo tenía una traducción:
—Mariel… —dijo en voz baja, inclinándose hacia ella—¿Estás bien?
Pero ella no alcanzó a responder.
Solo apretó los labios, negó levemente con la cabeza, y entonces Thierry no esperó.
La cargó sin dudarlo.
Sus brazos la rodearon con seguridad, esquivando la multitud con eficacia, la llevó fuera del bar hacia el pequeño pasillo lateral que daba a una zona de descanso.
Ahí, entre una jardinera y una banca, Mariel apenas se agachó cuando el malestar se apoderó de su cuerpo.
Vomitó.
No una, sino dos veces.
Y no fue bonito.
No fue digno.
Fue real.
Y aun así…
Thierry permaneció a su lado,sin moverse, sin apartar la mirada.
Sostuvo su cabello con cuidado, sin comentarios innecesarios, sin gestos de asco o incomodidad.
Solo atención.
Solo cuidado.
Sacó una botella de agua de su chaqueta, y cuando ella terminó, le pasó el frasco sin decir nada.
Solo se agachó frente a ella, y esperó.
Mariel bebió lentamente, respirando con dificultad, pero más por vergüenza que por el malestar físico.
Cuando levantó la vista, sus ojos vidriosos se encontraron con los de él.
Pero Thierry no se reía.
No la miraba con pena.
Solo con una calma que la desarmó.
—Gracias… —susurró ella, con la voz débil.
—No tienes que agradecer.
No me alejo cuando alguien se siente mal.
Y menos si esa persona eres tú.
Ella bajó la vista, tragando saliva.
El corazón le latía con fuerza, no por el alcohol… sino por la forma en que Thierry la hacía sentirse vista.
Incluso en su momento más vulnerable.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 23 Episodes
Comments
Mitsuki G
Ya que este Isac acepto que cortejó a su hermana debería ayudarlo a que se vea más seguido con su alma gemela su hermana aunque me gusta como la está viendo con amor y es pasiente con ella aunque se tardó mucho en ir a bailar con ella por lo menos Mariel se siente mejor después de ese desamor aunque me intriga como tomarán de dónde viene su familia por lo menos si se quiere quedar ahí pueden viaje de dimensiones con su poder
2025-04-13
2
Yoani de rosas
me gusta como escribes. sigue así /Rose//Rose//Rose/ no se que planeas para Caled espero buenas cosas para él, pero lejos de ellos dos
2025-04-21
0