Capítulo 2

Entre gigantes de concreto

El portal giraba con fuerza contenida, sus luces danzaban como olas mágicas chocando entre mundos.

Mariel sostenía la mano de Isac con firmeza, mientras su mirada se llenaba del reflejo dorado y azul que vibraba frente a ellos.

Detrás, su familia los observaba en completo silencio.

Luciana había dado las últimas indicaciones con calma, aunque sus ojos estaban vidriosos.

La casa que había dejado en la Tierra estaba en el corazón de una gran ciudad, rodeada de edificios gigantescos que nunca dormían.

—"Busca la calle del reloj dorado. Está escondida entre edificios de cristal. Nadie se fija en la casa, pero sigue allí. Las llaves están bajo una maceta azul. Te estará esperando."

Las palabras de su madre resonaban en su mente mientras cruzaban el umbral del portal.

El cambio fue brutal.

El olor a aire puro se perdió al instante.

El aire de la ciudad era espeso, lleno de humo, luces y ruido constante.

Carros rugían por las calles cercanas, luces intermitentes parpadeaban desde todos los ángulos, y cientos de voces se entremezclaban en una sinfonía urbana que resultaba abrumadora para quienes venían de un mundo donde el viento y el canto de los pájaros eran los sonidos más fuertes.

Mariel e Isac aparecieron en un callejón estrecho, oscuro, con paredes de concreto agrietado y letreros brillando débilmente por encima.

—Bienvenidos a la Tierra, —murmuró Isac, observando a su alrededor con el ceño fruncido—, donde la gente vive amontonada y sin mirar al cielo.

Mariel inspiró profundamente.

El lazo seguía allí. No fuerte… pero sí latente.

Caleb estaba en algún lugar de ese mundo.

—Vamos. Mamá dijo que la casa está en medio de la ciudad. Hay que buscar la calle del reloj dorado.

Después de caminar por varias calles, cruzar puentes peatonales y evitar las miradas curiosas de algunos transeúntes, llegaron al centro.

Edificios altísimos los rodeaban, con luces brillantes y anuncios flotando en pantallas digitales.

Y entonces la vieron.

Una calle estrecha, casi invisible entre dos torres de cristal.

Y al fondo… una casa antigua, de ladrillo y ventanas redondeadas, como un recuerdo perdido entre la modernidad.

Mariel se acercó.

La verja estaba cerrada con una cadena oxidada, pero bajo una maceta de cerámica azul, encontró las llaves exactas que Luciana le había descrito.

—Aquí es. —susurró con alivio.

Abrió la puerta con cuidado.

El interior estaba cubierto de polvo, pero el ambiente era cálido.

Había fotografías antiguas, una manta doblada sobre el sillón, y una sensación familiar, como si la esencia de Luciana aún flotara allí.

Isac se dejó caer en un sofá con un suspiro.

—Tenemos techo. Ahora solo falta encontrar respuestas.

Mariel, de pie en medio de la sala, apretó los puños suavemente.

El lazo seguía allí. Silencioso. Vivo.

—Me prometiste regresar Caleb. Y te juro… que te voy a encontrar.

...----------------...

Afuera, entre la sombra de los callejones y los reflejos de los grandes ventanales, dos figuras se mantenían ocultas.

Ambos con ropa oscura, audífonos discretos y lentes de vigilancia.

Habían estado vigilando esa casa desde hacía años, por orden directa del hombre que mandaba sobre ese sector… Caleb.

—¿Lo viste? —preguntó uno de ellos, enfocando con el visor nocturno.

—Sí. Una chica y un chico. Entraron sin titubear. Tienen las llaves.

Una pausa.

—No es posible que sean intrusos… pero tampoco pueden ser conocidos. Nadie se ha acercado a esa casa en varios años.

El segundo hombre asintió, sacó un pequeño dispositivo del bolsillo y pulsó un botón.

—Código 32.

—Se activó movimiento en la residencia de Luciana. Intrusos desconocidos.

—Enviar informe inmediato al jefe.

Del otro lado de la ciudad, en la cúspide de un imponente edificio de cristal y acero, un teléfono vibró sobre un escritorio de roble negro.

Caleb, de pie frente a la enorme ventana, observaba la ciudad bajo sus pies.

Cuando el mensaje llegó y leyó el contenido, sus ojos se oscurecieron.

—¿Qué dijiste…? —murmuró con incredulidad.

Leyó el informe una vez más.

“Intrusos ingresaron a la residencia antigua. Usaron llave. Están dentro.”

Cerró el puño con fuerza.

El mismo puño que, hacía cinco años, había acariciado el rostro de Mariel mientras prometía regresar.

La misma mano con la que había jurado proteger ese hogar, aunque nunca volvió a cruzar el portal.

Se ajustó el saco negro con movimientos controlados, fríos.

La rabia apenas contenida vibraba bajo su piel.

Fue entonces cuando una voz dulce, quejumbrosa y cargada de afectación, lo interrumpió.

—¿A dónde vas, cariño…? —preguntó la mujer a su lado, levantándose lentamente del sofá de cuero blanco.

Llevaba un vestido elegante que marcaba claramente su vientre redondeado.

Un embarazo avanzado.

Sus ojos estaban maquillados con perfección, pero tras esa belleza había algo... frío.

Caleb no la miró.

—No me llames así, y tengo asuntos que atender.

Ella frunció los labios, caminando tras él con lentitud.

—¿Otra vez esa casa verdad? ¿Por qué te importa tanto un lugar que ya no tiene nada para ti?

Caleb se detuvo en seco. La miró por fin. Su expresión era una máscara de acero.

—Esa casa es el único lugar que jamás debe salir de tu sucia boca—dijo fríamente.

Y sin dar más explicaciones, giró sobre sus talones y se fue, dejando atrás el perfume caro, el falso brillo… y una promesa incumplida que ahora ardía más que nunca.

...----------------...

El silencio dentro de la casa contrastaba con el bullicio lejano de la ciudad.

Mariel terminaba de limpiar una habitación cuando Isac, tenso, se detuvo en medio del pasillo y frunció el ceño con el olfato agudo que había heredado de Garrik.

—Mariel… —susurró—, hay alguien afuera. No… hay dos.

Ella dejó el paño y lo miró confundida.

—¿Estás seguro?

Isac caminó hacia una de las ventanas con pasos silenciosos.

Movió ligeramente la cortina con el dedo y asomó solo lo necesario para mirar entre los reflejos del vidrio.

Allí estaban.

Dos hombres parados al otro lado de la calle, disimulando con auriculares y revistas.

Pero no eran peatones comunes.

La postura recta, la mirada fija hacia la casa y la forma en que se turnaban para mirar sus relojes… todo en ellos gritaba vigilancia.

—Nos están observando. —dijo, apartándose de la ventana—. Y no se esconden mucho que digamos.

Mariel se acercó con cautela.

—¿Cómo es posible que sepan que estamos aquí? Apenas cruzamos hace unas horas.

Isac gruñó bajo.

—Tal vez no sabían quién… pero alguien estaba esperando que esta casa se activara. Lo tenían vigilado.

Mariel cruzó los brazos, su expresión endureciéndose.

—¿Crees que fue Caleb…?

Isac no respondió de inmediato.

—O fue él… o alguien que se mueve por él. En cualquier caso, no pienso esperar sentados. Si vienen a buscar pelea, estoy listo.

Mariel negó con la cabeza.

—No quiero problemas. No aún. Si están aquí, significa que Caleb sabe que estamos. Y si eso lo hace venir, mejor. Quiero que nos vea. Que me escuche.

Isac gruñó por lo bajo.

—Solo dime si quieres que actúe. Bastará con una señal.

Mariel puso una mano sobre su brazo.

—Por ahora… observamos. Pero no más de esta noche. Si él no aparece… saldremos a buscarlo.

Mientras tanto, en las sombras de la calle, uno de los hombres susurraba por su comunicador:

—Confirmado. La chica se asomó. Nos detectaron. ¿Instrucciones?

La respuesta fue inmediata.

—No interfieran. Él ya va en camino.

...----------------...

La noche caía con fuerza sobre la ciudad, las luces de los edificios brillaban como estrellas caídas, y el murmullo del tráfico lejano era constante.

Dentro de la casa, Mariel permanecía sentada junto a la ventana, acariciando distraídamente el collar que Valen le había regalado.

Isac caminaba como lobo enjaulado, alerta.

—¿Lo sientes? —preguntó él de pronto, deteniéndose en seco.

Mariel cerró los ojos.

El vínculo.

Un tirón leve… pero claro.

Un latido en su pecho que no era suyo.

—Sí. Se acerca.

Afuera, un auto negro de ventanas polarizadas se detuvo sin hacer ruido frente a la vieja casa.

De él bajó un hombre de porte elegante, traje oscuro perfectamente entallado, y mirada firme.

Caleb.

Su cabello era más corto ahora, su rostro más afilado.

Ya no era el chico que se había despedido con ternura cinco años atrás.

Ahora era un hombre hecho y derecho, con el peso del poder en los hombros… y el corazón lleno de fantasmas.

Al ver la puerta entreabierta, su pulso se aceleró.

El olor familiar del lugar lo envolvió.

Y entre todos los aromas… uno lo golpeó como una ola.

—Mariel… —susurró.

Cruzó el umbral, su presencia fuerte, imponente.

Mariel giró lentamente.

Sus ojos se encontraron.

Y en ese instante… el tiempo pareció detenerse.

—Caleb. —su voz fue suave, pero cargada de emoción contenida.

Él dio un paso hacia ella, sus labios temblaron apenas.

—¿Cómo…? ¿Cómo es posible que estés aquí?

Ella corrió a abrazarlo y luego isac se colocó frente a ambos, como una sombra protectora.

—No sabíamos si seguías con vida. Tampoco si querías estarlo.

Caleb lo ignoró. El no se despegaba de Mariel.

—Han pasado cinco años… pero tu presencia es la misma. Inconfundible.

Mariel apretó el collar en su cuello.

—Prometiste volver. No lo hiciste. Vine por respuestas.—dijo separándose del abrazo

Caleb tragó saliva, sus ojos se oscurecieron por la culpa.

—No era seguro… para ti. Ni para mí. Pero jamás dejé de pensar en ti.

—Nunca.

Mariel dio un paso hacia él.

—Entonces dime la verdad, Caleb. ¿Por qué no regresaste? ¿Qué te lo impidió?

El silencio se hizo denso.

Y en la mirada de Caleb… algo oscuro y doloroso se asomaba.

Más populares

Comments

Mitsuki G

Mitsuki G

O que perro este Caleb por razón no fue a buscarla al no tenerla cerca se la paso en cama en cama hasta embarazo a esa zorra que se nota que es una ambiciosa por eso se embarazo y ya que él lugar de ellos una mujer puede tener varias parejas pero no al revés para que el tenga a dos y sobre todo alguien como ella que muy aveces las mujeres buenas comparten pero algunas son todas unas víboras en verdad pobre Mariel ver a quien se supone que es su alma gemela no la espero y esta con alguien más ahora espero que encuentre a alguien más y que deje a Caleb con sus demonios

2025-03-30

2

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play