Capítulo 7

Voces del hogar

El sol de la tarde caía suavemente sobre la ciudad, y dentro de la casa, Isac miraba a su hermana mientras organizaba los utensilios en la cocina con una habilidad que lo hacía sonreír.

Sabía que Mariel era buena con las espadas, con los movimientos ágiles de combate, con arcos y flechas… pero también sabía que entre especias y recetas, su hermana brillaba como pocas veces.

—Mariel… —dijo con un suspiro—

—Tengo una idea. Pero necesito consultarlo primero con mamá.

Mariel lo miró por encima del hombro mientras amasaba masa para empanadas.

—¿Qué planeas ahora, genio?

Isac sacó el arete de comunicación y lo activó. A los pocos segundos, la cálida y amorosa voz de su madre respondió.

—¿Hijos? ¿Están bien? ¿Todo en orden?

—Todo bien, mamá. —dijo Isac con una sonrisa—

—Pero necesitamos un consejo. Mariel y yo queremos buscar trabajo aquí en la Tierra. Algo temporal, para mantenernos.

Del otro lado, hubo un breve silencio… seguido de un chillido ahogado de emoción.

—¡¿Mis niños quieren trabajar?! ¡Ay, por los dioses, qué ilusión!—A ver, a ver… ¿ya pensaron en qué? Porque tu hermana es buena en muchas cosas.

Puede trabajar en un restaurante, en una pastelería, en una cafetería… algo donde pueda mostrar su talento.

Mariel rodó los ojos con cariño.

—Mamá… tú siempre crees que puedo hacer de todo.

—Porque puedes. —respondió Luciana sin dudar.

Isac se rascó la nuca.

—Sí, pero dijiste que esos trabajos eran agotadores y mal pagados. ¿Recuerdas?

—Claro que sí. —admitió Luciana—Y por eso pensé… ¿por qué no prueban vendiendo desde casa? Postres, dulces, panes, mermeladas…

Ahí en la Tierra hay mucha gente que ama las cosas caseras, hechas con cariño.

Mariel levantó la cabeza, sus ojos brillando de curiosidad.

—¿Vender desde casa? ¿Como mamá hacía cuando era pequeña?

—Exactamente. —respondió Luciana con orgullo—

—Además, dejé algo de dinero guardado en mi habitación. Debe estar en la caja oculta dentro del armario, detrás de la ropa vieja.

Es suficiente para que vivan bien por unos meses mientras se establecen.

Isac y Mariel se miraron.

—¿Dinero escondido? ¿Cómo una heroína secreta? —bromeó Isac.

—Una madre precavida. —respondió Luciana entre risas.

Mariel sonrió y asintió con decisión.

—Entonces… lo haremos.

Empezaremos desde casa. Y demostraremos que podemos valernos por nosotros mismos.

Desde el otro lado del arete, la voz de Luciana se llenó de orgullo.

—Así se habla, mis niños. Y recuerden… cualquier cosa, solo llámame. Siempre estaré aquí.

...----------------...

Apenas terminó la comunicación con su madre, Mariel dejó la masa cubierta con un paño y se secó las manos con una sonrisa.

—Entonces, ¿empezamos la búsqueda del tesoro? —dijo, entusiasmada.

Isac asintió, frotándose las manos.

—La caja secreta detrás de la ropa vieja… esto suena a aventura. ¿Crees que mamá escondía alguna espada también?

—Solo si era para cortar pasteles. —bromeó ella.

Subieron a la habitación de Luciana.

El lugar aún conservaba su esencia: aromas suaves, flores secas en frascos decorativos, y una sensación de calidez que no se podía describir con palabras.

Mariel se arrodilló frente al ropero, apartó con cuidado los vestidos colgados, y tras unos segundos, sus dedos tocaron una pequeña tabla floja.

Isac se acercó por detrás justo cuando ella la removía.

—Aquí está… —susurró Mariel.

Detrás del hueco apareció una pequeña caja metálica de bordes antiguos.

La abrió con suavidad… y ambos se quedaron boquiabiertos.

Billetes perfectamente ordenados, monedas, e incluso una pequeña bolsita de tela con un par de anillos y aretes antiguos de su madre.

—¿Ves esto? —dijo Isac—

—Mamá es muy precavida.

—Y ahorradora. —susurró Mariel con ternura.

Tomaron solo lo necesario y guardaron todo cuidadosamente. Luego, bajaron a la cocina, ya con la idea clara en mente.

—Bien, hermana. Hora de planear. ¿Qué vamos a vender?

Mariel se cruzó de brazos, pensativa.

—Tienen que ser cosas que podamos hacer con lo que hay en casa. Nada que dependa de ingredientes muy costosos… al menos no por ahora.

—¿Algo dulce?

—Siempre algo dulce. —sonrió.

Tomaron una libreta vieja y comenzaron a escribir:

Menú Tentativo:

Tartaletas de frutas frescas

Galletas de miel y lavanda

Panes rellenos con crema de vainilla

Pastelillos esponjosos de limón

Mermeladas caseras (fresa, mango, durazno)

Té de hierbas con flores deshidratadas

—Podríamos llamarlo… “Dulce Herencia”, propuso Isac de pronto.

Mariel lo miró sorprendida.

—¿En serio pensaste en un nombre tan bonito?

—Claro. Me crió mamá también, ¿recuerdas?

Ambos rieron, y Mariel anotó el nombre en la portada de la libreta.

“Dulce Herencia” había nacido.

Un proyecto pequeño. Pero hecho con amor.

Con recuerdos…

y con esperanza.

—Oye, Mariel. —dijo Isac mientras terminaban de anotar los ingredientes que necesitaban—

—¿Recuerdas que mamá dijo algo sobre un lugar cercano donde venden frutas? Un… “supermercado”, creo que lo llamó.

Mariel alzó una ceja, aún con la libreta en mano.

—Sí, lo mencionó… dijo que podíamos encontrar de todo ahí.

Aunque suena como algo que guarda súper frutas con poderes.

Isac se encogió de hombros con una sonrisa burlona.

—No creo que sea tan mágico, pero vale la pena verlo.

Necesitamos frutas frescas para las tartaletas y las mermeladas. Además, podríamos buscar algo de empaque para vender con presentación.

Mariel cerró la libreta y la guardó en una bolsita de tela que se colgó en el brazo.

—Está bien. Vamos a conocer este famoso supermercado.

Pero tú haces las preguntas si no entendemos algo, ¿de acuerdo?

Yo no quiero sonar como si viniera de otro mundo.

Isac fingió ofenderse.

—¿Y por qué yo?

—Porque tú tienes más cara de 'humano promedio'. Yo soy demasiado bonita para ser discreta.

Isac soltó una carcajada.

—Eso sí. Muy modesta, también.

Minutos después, salieron de la casa, caminando por la acera.

Mariel llevaba su vestido sencillo, pero elegante y casual, y una gorra para ocultar sus orejas ligeramente puntiagudas.

Isac caminaba con seguridad, observando cada esquina, cada automóvil, cada señal de tránsito como si fuera parte de una misión de reconocimiento.

A solo unas cuadras, tal como Luciana les había dicho, encontraron el supermercado.

Un edificio amplio con puertas de cristal automáticas que se abrieron al acercarse.

Mariel se detuvo de golpe.

—¡Nos está tragando! —susurró, alarmada, cuando las puertas se deslizaron solas.

Isac se aguantó la risa.

—Son mágicas, pero inofensivas. Vamos.

Una vez dentro, ambos quedaron boquiabiertos.

Pasillos infinitos llenos de frutas de todos los colores, estantes con harinas, especias, conservas, utensilios para hornear, bandejas decoradas, e incluso papel para envolver postres.

Isac tomó un pequeño carrito, sin saber que había que empujarlo, y se lo puso sobre el brazo como si fuera un escudo.

—¿Esto se usa para cargar cosas? ¿Cómo funciona?

Una anciana que pasaba cerca los miró y sonrió.

—Se empuja, no se carga, mi niño.

Mariel se tapó la risa con la mano mientras Isac bajaba el carrito, algo avergonzado.

—Gracias… señora mágica.

Pasaron más de una hora eligiendo frutas frescas, harina especial para repostería, moldes metálicos, y hasta etiquetas decorativas para sus productos.

Mariel disfrutaba observando los colores, oliendo las frutas y seleccionando con delicadeza cada ingrediente.

—Esto no es magia… —dijo—pero se le parece.

Isac asintió, feliz.

—Prepárate, hermana. “Dulce Herencia” está a punto de comenzar.

Más populares

Comments

Mitsuki G

Mitsuki G

En verdad espero que pronto toda la familia fuera juntos ahí para que Luciana les muestre su antiguo hogar y a sus padres pero cuando todo se calme ahora primero sus hijos tendrán un trabajo donde Mariel demostrará todo lo que su madre le enseño

2025-04-03

2

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play