Capitulo 17 - El Castigo

Karina …

Me despierto desorientada y con un fuerte dolor de cabeza, miro para todos lados y veo que estoy en mí habitación del penthouse de Alexander 

Intento recordar que fue lo que sucedió la noche anterior y mí mente está nublada, lo último que recuerdo es estar en la barra del club esperando a las chicas, de ahí en adelante no recuerdo más nada 

Miro la hora y son las 9 de la mañana, me levanto de la cama y veo que tengo puesto un pijama, camino hasta el baño para darme una ducha y hacer mis necesidades 

Una vez que termino, salgo del baño envuelta en una toalla, me visto con un vestido negro con lunares blancos corto y con volados de la cintura para abajo, me coloco unas sandalias sin tacón y bajo al comedor

Al llegar abajo, Alex se encontraba junto con otro hombre en la sala, Alex se encontraba ocupado viendo algo en la tablet que no notó mí presencia

— Buenos días — digo saludando a ambos hombres 

— Buenos días señorita Ríos — me dice él hombre junto a Álex 

— Haz lo que te pedí — le dice Alex al hombre y este asiente y sale del penthouse

Una vez que el hombre se fue, Alex deja la tablet sobre la mesita y se acerca a mí

— Buenos días preciosa, ¿Cómo te sientes? — me dice tomándome de la cintura y dándome un beso en los labios

— Me duele mucho la cabeza — le digo yo

— Ven te serviré el desayuno y te daré un analgésico — me dice tomándome de la mano para llevarme a la mesa 

— Alex — le digo deteniéndome — ¿Por qué estoy de vuelta en tu penthouse? — le pregunto para saber cómo llegué de nuevo aquí 

— ¿No recuerdas nada? — me pregunta y yo niego con la cabeza — ¿Por qué te fuiste a ese club sin mí autorización? Si yo no hubiese llegado a tiempo a buscarte, ahora en vez de despertar aquí, vaya a saber dónde estarías. ¿Sabes lo imprudente que fuiste anoche? — me dice enojado y yo me quedo pensando en sus palabras 

— ¿Por qué dices eso? Yo estaba bien, estaba con mis amigas y … — no me dejó terminar de hablar

— ¿Estabas bien? Te drogaron Karina, con un afrodisíaco, de no haber llegado por ti, habrías terminado en la cama con alguien más, desobedeciste mis reglas — me dice enojado y yo abro los ojos asustada 

— ¿Qué… qué estás diciendo? — le digo asustada 

Alex camina hasta la mesita de la sala, toma la tablet y se acerca de nuevo a mí 

— Ten, míralo por ti misma — me dice pasándome la tablet 

Comienzo a mirar el video del club, cuando los amigos de Leonardo se acercaron a nosotras, discutir con Rodrigo y darle una bofetada, cuando volví a la barra y ahí me quedé esperando a las chicas, cuando Rodrigo se acercó a la barra para pedir un trago y mientras esperaba lo veo colocar algo en mí vaso, luego agarra su vaso y se va y yo comienzo a beber 

Unos minutos después comienzo a ver qué me estoy abanicando con las manos como si tuviese mucha calor, en ese momento llega Alex, me tomó de la mano y me saca del club

Rodrigo al verlo intentó impedir que me llevara, pero los guardias de Alex le impidieron el paso y quedó dentro del club enojado 

— Maldito, debí darle una patada en las pelotas en vez de una bofetada, ¿cómo se atrevió a drogarme? — digo enojada hablándome a mí misma 

— ¿Lo conoces? — me pregunta Alex 

— Claro que lo conozco, se llama Rodrigo Del Valle y es amigo de Leonardo — le digo caminando de un lado a otro por la bronca que sentía 

— ¿Ahora entiendes la imprudencia que has cometido? — me dice enojado 

— ¿Cuál es la imprudencia? Solo salí con mis amigas, ¿yo que iba a saber que ese maniático me iba a drogar? — le digo enojada de la misma forma 

— Si te hubieses quedado aquí no te habría pasado eso, has desobedecido mis reglas, sabes que todo el fin de semana debes estar aquí — continúa diciendo

— ¿Tu pretendes que yo permanezca encerrada aquí mientras tú estás con tu novia? ¿Qué carajos te pasa Alexander? — le digo ya cabreada 

— ¿Cual novia? Te he dicho ayer que Beatriz no es nada mío y en caso contrario igual tu firmaste un contrato donde específicamente dice que no puedes salir del penthouse sin mí autorización — me dice confundido 

— Jajajaja si claro, tú dices una cosa y luego haces otra. ¿Crees que no escuché cuando te dijeron ayer que ella se había intentado suicidar y tú saliste corriendo tras ella? estuviste todo el día a su lado cuidándola, cuando yo estaba acá como idiota esperando a que regresaras — le digo mirándolo a los ojos 

— Te equivocas, si fui a verla ayer, pero solo estuve unos minutos y solo para dejarle en claro que por más idioteces que hiciera para llamar mí  atención yo no iba a volver con ella. Luego llegué aquí y tú estabas dormida en el sofá, te tapé con la manta y me fui a trabajar a mí despacho, hasta que me llamaron de la empresa para decirme que habían robado información importante de mí computadora y tuve que volver a salir antes de que despertarás y estuve solucionando ese problema hasta pasado la medianoche que fui a buscarte — me dice y yo me quedo en silencio sin saber qué decir 

— De igual manera no necesitas darme explicaciones de tu vida privada, yo no soy nada tuyo para que me expliques con lujos y detalles, solo soy tu juguete sexual de fin de semana ¿recuerdas?, solo no me gusta permanecer sola todo el día en un lugar que no es mí casa — le digo evitando mirarlo a la cara 

— Tú…. — dice pasándose la mano en la cara con frustración

— ¿Qué? Tu mismo me lo dijiste, ¿no te acuerdas? Solo no vuelvas a dejarme sola todo el día como ayer sino me volveré a ir como anoche — le digo sin mirarlo 

— Ve a desayunar, anoche no comiste y debes recuperar fuerzas, ya que la necesitarás para soportar tu castigo — me dice yéndose a su despacho y dejándome sin palabras 

Yo me quedo aún parada mirando para la puerta del despacho por dónde entró él, no se que me pasa, cualquiera que me escuchara pensaría que estoy celosa 

Debo ser más fría, tengo prohibido enamorarme, él me lo dejó bien claro, no puedo sobrepasar la línea, debo mentalizarme que lo nuestro es solo por placer mutuo y nada más, si, solo eso 

Camino hacia la mesa y me siento a desayunar, aunque no tenía mucha hambre, la conversación con Alex me había quitado el apetito, además de que aún me dolía demasiado la cabeza y no sé dónde guardan los medicamentos aquí 

Después del desayuno, limpio las cosas que ensucie y guardo las cosas que sobraron y me pongo a buscar en los cajones a ver si encontraba los analgésicos pero no había nada

Voy al baño a ver si tenía algún botiquín de primeros auxilios, y si había, pero no tenía analgésicos dentro 

Frustrada camino hacia el despacho para pedirle a Alexander una pastilla, ya que no aguanto el dolor de cabeza 

Al llegar golpeó despacio hasta que escucho que me dice que pase y entro 

— Alex, me puedes dar algo para el dolor de cabeza, ya no lo soporto — le digo parandome frente a su escritorio 

— Si, lo siento, olvidé que me habías dicho que te dolía la cabeza — dice levantándose de su silla y caminando hasta el mueble que había dentro del despacho — Ten, tómala y acuéstate un rato hasta que se te pase el dolor — me dice entregándome la pastilla junto con un vaso con agua 

— Gracias — le digo tomando la pastilla frente a él y devolviéndole el vaso 

Me giro para salir del despacho, pero él me agarra de la mano antes de que me fuera 

Me giro quedando nuevamente frente a él y lo miro esperando a que me dijera algo, pero solamente se acercó a mí y me dio un beso en los labios dejándome confundida por su accionar 

Después del beso, me soltó y volvió a su silla. Yo lo mire unos segundos más y luego terminé saliendo del despacho 

Llego a la sala y me recuesto en el sofá un rato con los ojos cerrados porque era mucho lo que me dolía la cabeza, pero termino por quedarme dormida.

Me despierto con Alex hablándome, por suerte el dolor de cabeza se me había ido, me siento en el sofá y lo miró

— ¿Cómo te sientes? ¿Tienes ganas de comer? El almuerzo ya está preparado — me dice sentado a mí lado 

— Bien, ya no siento el dolor de cabeza, me hizo bien esa pastilla y descansar la vista un rato — le digo con una sonrisa — Si comeré un poco — le digo levantándome del sofá 

— Bien andando — me dice caminando hasta la mesa 

Nos sentamos a comer en completo silencio, cada dos por tres lo veía de reojo que me observaba y eso me hacía sentir nerviosa 

Después del almuerzo, comienzo a limpiar la cocina, Alex se había sentado en el sofá y desde ahí me observaba 

Una vez que termino, voy hacia la sala y me siento en el sofá junto a Álex esperando a ver qué haríamos luego

— Vamos — me dice tomándome la mano 

— ¿A dónde? — le pregunto confundida 

— Al cuarto rojo — me dice llevándome. 

...........

Alexander … 

Llegamos al cuarto rojo y le ordeno a Karina quitarse la ropa. Una vez que estaba completamente desnuda la llevo hasta la cruz de San Andrés y la ato de sus extremidades, primeramente recibiría su castigo, luego jugaría con ella

Camino hasta uno de los cajones tomó de ahí un antifaz para los ojos y de el cajón de al lado tomó un vibrador con control remoto 

Vuelvo hasta donde está ella, primero le coloco el antifaz cubriéndole los ojos — No puedes emitir ningún sonido sino te lo autorizo o el castigo será peor — le digo en su oído

Luego le coloco el vibrador dentro de su intimidad, me siento en un sillón que hay frente a la cruz y accionó el vibrador con el control 

Al sentir la vibración dentro de su entrada, ella comenzó a removerse por la excitación que eso le estaba causando, la veía apretar sus labios para que no se le escapara ningún gemido, su respiración comenzó a acelerarse y es ahí que lo apagó

Vuelvo a encender el vibrador y nuevamente ella comienza a removerse y cuando veo que está a punto de acabar lo vuelvo a apagar dejándola aún más agitada 

Volví a hacer lo mismo unas dos veces más, ella ya se estaba enloqueciendo, y ese era el peor castigo por haberme desobedecido, no poder gemir, ni acabar, la estaban torturando 

Me levanto, me acerco hasta ella y le quitó el antifaz, ella respiraba con mucha dificultad 

— ¿Aún piensas en desobedecer mis reglas? — le pregunto en su oído 

— No, no lo volveré a hacer, por favor ya no me tortures — dice demasiado agitada 

Vuelvo a encender el vibrador y nuevamente ella se comenzaba a enloquecer y lo vuelvo a apagar observándola como sufría por la tortura que le estaba dando 

— Castigo finalizado, acaba para mí nena y ya puedes gemir — le digo volviendo a encender el vibrador y ella comenzó a gemir mientras se removía en el lugar, hasta que al fin pudo llegar a su liberación con tanta agitación que terminó perdiendo el conocimiento nuevamente 

La desató de los amarres y la cargó en mis brazos, para luego llevarla hasta su habitación y dejarla descansar en su cama.

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